INFRAESTRUCTURAS
El nuevo derrumbe en la A-6 arroja dudas sobre la seguridad de la entrada a Galicia inaugurada hace solo 20 años
Hay incertidumbre pero también convicción de que pasará un tiempo tan prolongado como indefinido para que la conexión de Galicia con la Meseta a través de la autovía A-6 vuelva a la situación de las últimas dos décadas. El derrumbe de un segundo vano de la plataforma en dirección a Lugo del viaducto de O Castro, a la altura del kilómetro 431 —a escasos metros de la frontera de Galicia con Castilla y León, pero todavía en territorio del Bierzo— alteró aún más los planes justo cuando habían comenzando los trabajos para determinar las causas del hundimiento del primer fragmento, el pasado 7 de junio.
El teniente de la Alcaldía de Lugo, Rubén Arroxo, que se encontraba en la zona con otros miembros del BNG para presentar iniciativas vinculadas precisamente al estado del viaducto, fue el primero en alertar públicamente de lo sucedido y difundir la imagen a través de redes sociales durante la tarde de este jueves. Posteriormente, el Gobierno de España confirmó que, como se podía observar en la fotografía, no se habían producido daños personales. No obstante, en el momento de los hechos, en el puente paralelo se encontraban cuatro miembros del personal del Ministerio de Transportes trabajando, precisamente, en averiguar las causas de la primera caída.
El viaducto ya ha perdido dos de sus trece vanos. A falta de que la investigación continúe, el escenario que se presenta ahora es aún más complejo que el que se presentaba hace sólo unos días, cuando incluso se llegó a plantear la posibilidad de reabrir al tráfico el puente paralelo durante el verano. Es necesario tener en cuenta, según uno de los técnicos que trabajaban en la zona, y citado por el diario El Progreso, que "es muy posible que se derrumbe en cualquier momento" el vano central, que se encuentra ahora entre los caídos.
Estructura "muy inestable"
Todo depende, en cualquier caso, del "diagnóstico técnico de los fallos estructurales que se han ido produciendo en este viaducto" y mientras, "la prioridad es la seguridad, manteniendo desviado el tráfico de la A-6" por la antigua N-VI, confirmó vía Twitter durante la tarde del jueves la ministra de Transportes, Raquel Sánchez. La ministra se ha desplazado este viernes a la zona del puente derrumbado. Fuerzas políticas como el BNG habían reclamado esta visita con el objetivo de visibilizar la implicación de la máxima responsable de este departamento en la búsqueda de soluciones.
El ritmo de los acontecimientos será, en cualquier caso, lento, y el tiempo en el que se seguirá desviando el tráfico por el municipio de Pedrafita do Cebreiro será largo. El delegado del Gobierno en Galicia, José Miñones, que informó telefónicamente en la tarde del jueves al presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, ha pedido "tranquilidad" porque "lo primero es saber lo qué pasó" antes de empezar una "reconstrucción" que, de momento, no es posible saber si supondrá "cambiar todo el viaducto" o lleva a cabo una rehabilitación del "existente".
Lo que ya es posible afirmar, ha admitido Miñones, es que tras la segunda caída el viaducto ha quedado en una "situación muy inestable" al "no tener la sujeción de los cables". El puente fue construido con dovelas prefabricadas, unidas entre sí por cables que "cuando se caen los vanos, no están tensionados" y, por tanto, "no es estable". La semana pasada, tras el primer derrumbe, las primeras hipótesis del personal técnico apuntaron a posibles desperfectos ocultos en una estructura que llevaba en proceso de reparación desde 2021 en unas obras cuyo coste ya ascendía a 25 millones de euros, aunque inicialmente Transportes había estimado un coste de 12 millones.
Un viaducto de la autovía A-6 que estaba en obras cae al vacío en la entrada a Galicia
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Esta rehabilitación, ha recordado Miñones, había sido aprobada tras "detectar problemas en el cableado" durante las inspecciones que Transportes realiza en puentes como este "cada tres meses, anualmente y cada cinco años". En el caso concreto del viaducto ahora caído, esta rehabilitación se producía dos décadas después de su puesta en funcionamiento en 2001 como parte de uno de los tramos más complejos de la A-6.
La contratación de este tramo, entre Castro-Lamas y Noceda, que incluye el viaducto y el túnel bajo Pedrafita, se inició en diciembre de 1996 con un coste de unos 20.000 millones de pesetas y se adjudicó en abril de 1997 por unos 15.000 millones (unos 90 millones de euros" a una unión temporal de empresas (UTE) formada por Fomento de Construcciones y Contratas, FCC Construcción y OCP Construcciones, del grupo ACS. Preguntado por posibles consecuencias que vayan más allá del ámbito técnico, el delegado del Gobierno central en Galicia ha señalado que serán los resultados de las propias inspecciones los que determinen, entre otros aspectos, "si es necesario recurrir a la vía judicial o no".
Aquí puedes leer el texto original en gallego.