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Orgullo LGTBI

Orgullo Crítico: la respuesta organizada, anticapitalista y transfeminista ante una celebración desvirtuada

Este viernes se cumple una semana desde que Madrid se convirtiera en capital mundial del WorldPride 2017, el evento mundial que desde el 23 de junio ha teñido las calles de arcoíris y que cerrará sus puertas con la gran marcha del primero de julio. Un acontecimiento, no obstante, que alberga luces y sombras. Así lo denuncia la otra cara del movimiento, el Orgullo Crítico, que este miércoles recorrió la capital madrileña con una manifestación que califican como la más multitudinaria en sus once años de actividad.

El Orgullo Crítico nace como expresión de un movimiento organizado que busca dar respuesta a la deriva mercantilista del Orgullo LGTBI. Se trata de la otra cara de la moneda. La más crítica, la más cruda, la más real y por tanto la más combativa. Sus miembros se reúnen desde hace más de una década con el fin de recordar cada 28 de junio los disturbios de Stonewall (Nueva York) que en 1969 dieron lugar al inicio del movimiento de liberación de la comunidad LGTBI, conmemorando de esta forma el origen reivindicativo del colectivo que ha ido.

La cita del pasado miércoles fue para el Orgullo Crítico una fecha especialmente clave. A diferencia de años anteriores, el movimiento se ha constituido como plataforma para desarrollar actividades, talleres y conferencias durante todo el año. Se organizan con el objetivo de plantar cara al sello "capitalista, neoliberal y homonormativo" que ha ido adquiriendo la parte más visible del movimiento a lo largo de los años.

Orgullo desvirtuado

Mientras la discriminación por orientación sexual o identidad de género aumenta un 36% en 2016, o mientras tres neonazis son detenidos por agredir a una pareja gay en el barrio de Chueca y otra agresión es denunciada este mismo jueves, Madrid celebra la vida. Lo hace, precisamente, bajo el lema viva la vida y blandiendo la bandera arcoíris en cada reducto de la ciudad. Comercios, hostelería, y todo tipo de empresas dan un paso en firme para expresar su compromiso con el colectivo y, ya de paso, ingresar cerca de 300 millones de euros, según la estimación de la Confederación del Comercio de Madrid.

"Las empresas han visto en el colectivo LGBT un nicho de mercado y han sabido aprovecharlo, convirtiendo la marca gay-friendly en un reclamo publicitario sin que haya realmente una voluntad de apoyar la lucha del colectivo", relata en declaraciones a infoLibre la organización estudiantil RQTR, presente en la manifestación del miércoles. "Es lo que ocurre, por ejemplo, cuando Burguer King llena sus establecimientos de globos de colores y banderas arcoíris durante la semana del Orgullo mientras que el resto del año parejas del mismo género han sido expulsadas de los mismos, o cuando las grandes marcas –Adidas, Coca Cola, NH Hoteles, Iberia– se convierten en patrocinadoras de la manifestación del 1 de julio", critican.

"Se apropian de nuestro derecho a ser y sentir para usarlo como una forma más de mercado, venderlo como una oportunidad para el turismo, el consumo y llenarle los bolsillos a los empresarios". Es lo que Julia Yagüe, miembro del Orgullo Crítico, define como capitalismo rosa: "Usar estas reivindicaciones para darles la vuelta y sacar beneficios económicos".

Se trata uno de los gritos que la plataforma viene realizando respecto a la cara visible del movimiento, pero no el único. Los ejes sobre los que se fundamenta su ideario son cuatro: diversidad y violencias, homonacionalismo, accesibilidad y capitalismo rosa. El primero de ellos expresa el modo en que "toda disidencia sexual y de género se cruza con otros elementos básicos como clase, rasgos y características físicas, y cómo todo ello viene a determinar el trato en ciertos espacios tan vitales y básicos como son salud, educación, ámbito laboral, medios de comunicación y legislación". El segundo pilar, por su parte, busca visibilizar las consecuencias del racismo y la islamofobia dentro del propio colectivo, mientras que el tercero persigue concienciar, recordar y sensibilizar sobre la plena inclusión de las "personas sordas y con movilidades diversas".

Reivindicaciones que, a su entender, se encuentran ausentes de toda la festividad que colapsa Madrid durante la semana del Orgullo. Su crítica es un dardo dirigido no sólo a las empresas, sino también a las organizaciones LGTBI más visibles y a las instituciones. "Carmena, el orgullo no es sólo una bandera", esgrimían el miércoles los asistentes a la manifestación. "En el momento en que el dinero público va dirigido a una entidad como la AEGAL –Asociación de Empresas para Gays y Lesbianas, que ha recibido este año 700.000 euros–, la finalidad no es luchar por los derechos LGTBI sino transformar los beneficios en dinero para ellos", denuncia en conversación con este diario Julia Yagüe, quien matiza que, aunque el Ayuntamiento se defiende argumentando que los contratos estaban blindados previamente, es "cómplice, partícipe, fomentador y reproductor" de los valores que se denuncian.

En cuanto a asociaciones como la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB) o Cogam –ambas parte de la organización de WorldPride 2017–, la plataforma no se anda con rodeos: "Tenemos un posicionamiento contrario a la participación y evidentemente también a todo aquel que forme parte". Si bien Yagüe reconoce compartir "luchas comunes", subraya que las "formas son diferentes", de modo que no hay "ninguna intención de generar vínculos ni lazos" entre las partes del colectivo. "Somos la calle y es donde queremos estar", zanja.

El mismo planteamiento es suscrito por la asociación RQTR. "Si una lucha pretende ser verdaderamente emancipadora no puede llevarse a cabo desde la alianza con el poder institucional, ni desde el mantenimiento de unas lógicas propias del sistema capitalista que siguen privilegiando a unos pocos mientras oprimen a todos los demás".

Anticapitalistas y transfeministas

El Orgullo oficial, denuncian las voces críticas, se ha desarrollado en base a unos fundamentos relacionados "con el neoliberalismo, el consumo, con cuerpos homogéneos, mayoritariamente gais, blancos y de clase media o alta, alrededor de un carnaval festivo y no en tanto a una plataforma reivindicativa y política". Así lo expresa Fefa Vila, socióloga y activista, presente en la manifestación del 28J.

La contrarréplica del colectivo ante dicha coyuntura es clara. "La génesis del movimiento es una crítica al heteropatriarcado y al sistema capitalista, a las concepciones de división hombre-mujer, al modelo de familia o a las discriminaciones en el trabajo, y es muy importante que esa crítica se mantenga", señala Vila.

En esta labor, resulta fundamental entender que "el neoliberalismo y el capitalismo realmente impiden desarrollar en todas sus potencialidades la vida de gais, lesbianas y transexuales, en tanto en cuanto están problematizando una serie de aspectos que tienen que ver con su propia existencia". Con la celebración del Orgullo oficial, continúa Vila, se está "comprando una manera muy homogénea de estar en el mundo a la que no todo el mundo tiene acceso y con la que no todo el mundo está de acuerdo".

Es por ello que la facción más crítica va necesariamente ligada a un planteamiento anticapitalista y feminista del movimiento. RQTR entiende que "el capitalismo está estrechamente relacionado con el patriarcado, pues para funcionar necesita explotar el trabajo reproductivo y de cuidados de las mujeres, además de imponer unos determinados roles de género". Desmontar el patriarcado, "que es, en último término, la causa de la opresión que sufren las personas LGBT, implica desafiar también el modo de producción capitalista".

Julia Yagüe rechaza que las diferencias de género únicamente estén normalizadas si pasan "por requisitos como poder consumir zapatos caros o ir a Chueca y tomarte una copa de cinco euros", porque se trata de una condición excluyente: "Hay precariedad, hay personas migrantes, y poder consumir para tener libertad va en contra de lo que pretende el movimiento". Pide, la activista, un "espacio de inclusión donde todas las identidades y diversidades tengan lugar". 

La visibilización de dicha pluralidad quedó reflejada en la manifestación del miércoles, donde se conjugaron toda una serie de bloques en representación de cada una de las facciones del colectivo. El éxito de la marcha, señala Vila, "evidencia claramente una revuelta". Una masa crítica dentro del amplio y diverso movimiento, expresión de toda la "diversidad de posiciones sociales, ideologías, sensibilidades y compromisos que conecta con un principio de crítica y revuelta social de cara a un modelo diferente, tanto del Orgullo como de vida".

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