Pedro José Ramírez (Logroño, 1952) está de promoción de su primer libro de memorias. A su ya apretada agenda de eventos públicos le suma estos días un carrusel de entrevistas a medios de comunicación de todo tipo para promocionar la obra. Lo apalabrado con infoLibre es una charla de una hora, pero la tarde se aprieta con conexiones en directo en televisión, llamadas de teléfono y reuniones de trabajo, por lo que la conversación se queda a medias. Nos cita en la sala de reuniones de El Español, el periódico del que ahora es director tras serlo durante décadas de cabeceras como Diario 16 o El Mundo. 

Pregunta: Imagino que le gustaba más hacer entrevistar que darlas.

Respuesta: Bueno, ya hace mucho que no hago. 

P: ¿Cuál fue la última que hizo?

R: A Pedro Sánchez, en campaña y al alimón con Daniel Basteiro.

P: Me suena ese señor. ¿Un libro de memorias es el partido de homenaje previo a colgar las botas?

R: No porque es solo el primer tomo. No sé cuántos más habrá.

P: Le queda recorrido, entonces.

R: No está en mis manos. Pero yo no me imagino dedicándome a ninguna otra cosa.

P: Hace poco, tras la publicación de unas memorias muy voluminosas de un político importante, las personas que aparecen en el libro dijeron que se había inventado la mitad de las cosas. ¿Usted ha ido tomando notas a lo largo de todos estos años de las conversaciones que aparecen o ha tirado de memoria? ¿Nadie podrá decirle que se lo inventa?

R: Yo cada vez que hablaba con un presidente del Gobierno por teléfono tomaba notas de lo que me decía. Cuando iba a ver a Zapatero a la Moncloa, por ejemplo, había una tercera persona que tomaba nota de nuestras conversaciones. Era un amigo común. Zapatero pensaba que esos testimonios podían tener un valor histórico.

P: La hipótesis que sostiene este libro es que a usted siempre lo echaron del puesto los poderosos. De El Mundo el PP y de Diario 16 me quedan dudas. ¿Felipe González o el rey, según usted?

R: Un poco al alimón. Yo creo que Juan Carlos y Felipe formaban una SL. Juan Carlos protegía la impunidad del terrorismo de Estado y la corrupción en torno a Felipe y Felipe miraba para otro lado en relación a la corrupción económica y a las andanzas personales de Juan Carlos. Estaban en el mismo sindicato de intereses.

P: Suele decir Pablo Iglesias que Juan Carlos era muy felipista.

R: Ah, sí, sí, sí. Y Felipe juancarlista. Y además tenían como nexo a Manglano, que era el lacayo de ambos.

P: Cuenta en el libro que un día, jugando a la petanca con Felipe González, él le dijo que usted era el único periodista de derechas inteligente. “El tiempo demostrará que el de derechas eres tú”, le respondió usted. En el PSOE algunos pensarán que lo ha clavado.

R: A mí me parece que sí. Él ya apuntaba maneras. Era una persona muy brillante y atractiva pero con una capacidad de metamorfosis ideológica y personal muy grande. Prometió un referéndum para sacar a España de la OTAN y al final lo hizo para meter a España en la OTAN. He visto pocas cosas así.

P: ¿No le ha sorprendido entonces el personaje en el que se ha convertido?

R: Yo es que lo vaticiné.

P: ¿Usted llegó a ser amigo de Juan Carlos I?

R: No, amigo no. No tuve esa relación estrecha. Hubo una etapa en la que él quiso conocerme. Tuvimos un par de episodios y yo le consideraba la encarnación de la gran obra colectiva que era la transición. Luego fui descubriendo cosas que, primero me sorprendieron, luego me decepcionaron y luego me indignaron.

P: Escribe que Juan Carlos I intenta acercarse a usted para tenerle controlado. ¿Lo consiguió?

R: Yo creo que no. Ahí están las publicaciones. Escribo artículos críticos con su conducta durante los veranos en Mallorca. Y también aquel bombazo en el que contamos que el Rey firma una ley en Madrid un día que estaba en Suiza.

P: ¿Nunca se ha guardado informaciones que pudieran perjudicar a la Corona?

R: Vamos a ver, yo he dejado de publicar informaciones que no he podido demostrar. En el libro hablo del pago de 100 millones de dólares por los kuwaitíes. Javier de la Rosa me dijo que lo tenía grabado pero nunca me dio la cinta.

Suena su teléfono móvil. Lo coge. La conversación dura unos tres minutos. Cuelga.

R: Bueno, ¿vamos?

P: Vamos. ¿Su gran obra periodística es la investigación sobre el terrorismo de Estado de los GAL?

R: No, hay que mirar toda mi trayectoria en su conjunto. Siempre he procurado buscar la verdad. Y me da lo mismo los GAL, Filesa, Ibercorp, el 11M, el 23F, Gürtel…

P: Usted define en el libro a los GAL como la antesala del fascismo.

R: Es verdad que hay dos asuntos que son mucho más graves que los demás porque hay asesinatos de por medio. En relación a los GAL yo tengo la sensación de que todo el mundo sabe la verdad de lo que ocurrió y en relación al 11-M, no. Tengo la frustración de que nos hemos quedado a medias y es una asignatura pendiente. La razón, probablemente, es que el 11M fue algo muy profesional y los GAL no dejaron de ser una gran chapuza.

P: En el libro usted saca mucho más pecho de su trabajo respecto al GAL que al 11-M. ¿No perdió usted el foco en la investigación sobre el 11M?

R: Hablo poco en el libro sobre la investigación del 11-M porque estas memorias llegan hasta 2006 y la investigación sigue después. Yo señalé con nombre y apellidos a una docena de funcionarios públicos por negligencia u ocultación de pruebas. Solo uno se querelló contra nosotros y la Justicia dictaminó que nuestra investigación era veraz.

P: ¿No se arrepiente de nada de aquella época? ¿No le da vueltas aún en la cabeza aquella portada de Mondragón?

R: Bueno, vamos a ver, es una gota en medio del... Es decir... Yo creo que... Es decir, convertir la portada en la que Fernando Múgica dijo que había una tarjeta del grupo Mondragón cuando lo que había era una cassette del Grupo Mondragón... Claro, él tenía una fuente de primera división, que era el policía que la había visto. El policía se había confundido. Me parece una cuestión absolutamente anecdótica.

P: Vuelvo a los GAL. Cuenta en el libro una conversación en los pasillos del Congreso con Felipe Gónzalez en la que, según su versión, el presidente viene a reconocerle que él estaba al frente de todo.

R: Esa conversación marca un antes y un después. Me dijo que ETA tenía dos periódicos: Egin y el Diario 16. Y al final me dijo: “Si ellos nos dejan de matar, nosotros dejamos de matarlos a ellos”. Me lo repitió dos veces.

P: Hay quien reclama que los responsables de aquello también pidan disculpas públicas o hagan algún gesto a las familias de las víctimas, teniendo en cuenta también los últimos pasos de la izquierda abertzale.

R: Lo primero: cada vez que veo a Otegi me acuerdo del asesinato de mi compañero José Luis López de Lacalle. Él justificó vilmente ese asesinato. Nunca podré desligar a Otegi de esa conducta infame. Otra cuestión es que pueda existir un partido como Bildu que se desmarque de todo aquello y que, si respeta las reglas constitucionales, haya que aceptar que es un partido más con el que se puede hablar y pactar. Ahora, por decencia, no deberíamos aceptar como interlocutor a alguien que ha sido cómplice activo de asesinatos.

P: ¿Y respecto a los GAL?

R: Yo creo que el PSOE no puede tratar por igual a José Luis Rodríguez Zapatero que a Felipe González. Zapatero cometió errores y aciertos, como podemos decir de Sánchez o de Aznar. Pero hay dos presidentes que han estado inmersos en causas penales, que son González y Rajoy. Sus responsabilidades políticas en actos delictivos son innegables. En el caso de Rajoy hablamos de robar, y en el de González, de matar.

P: Bueno, en el caso de Rajoy de robar y de más cosas, porque la Kitchen es algo aún más grave para tapar lo de robar.

R: Bien, vale. Qué me vas a contar de la Kitchen, si yo fui uno de los espiados. Pero no es lo mismo que te hagan 40 disparos con una cámara oculta que 40 disparos con una pistola. Pero bueno, yo creo que el PSOE se debe una autocrítica sobre los gobiernos de González y sobre lo que pasó entonces. El partido no debería tener una actitud tan condescendiente.

P: ¿A día de hoy sigue usted en primera línea de combate, al primer nivel? ¿Sigue viéndose habitualmente con Sánchez o con Casado?

R: Bueno... No voy a revelar mis fuentes… Tengo relación personal tanto con Casado como con Sánchez.

P: ¿Ha tenido la sensación de que alguna vez ha hecho política en vez de periodismo?

R: No, nunca. Siempre he perseguido cumplir con la función social de la prensa. Pero es verdad que las fronteras entre el periodismo y la política a veces son sutiles. Un periodista que está dando su opinión con argumentos y vehemencia sobre la ley de memoria también está haciendo política porque está intentando influir en los legisladores, en los gobernantes o en los jueces. ¿Eso es hacer política? No, eso es concurrir como periodista de opinión al debate público.

P: ¿Le gusta la sensación de ser poderoso?

R: Bueno, poderoso solo es quien tiene el BOE. El poder es la capacidad de que tus deseos se conviertan en hechos. El verdadero poder es el Ejecutivo. Es verdad que los periodistas tenemos influencia.

P: Antes hablábamos de que González le echó a usted del Diario 16, pero igual usted echó a Felipe González de la Moncloa.

R: Le echaron los españoles. Sobre mi continuidad en Diario 16 no hubo ninguna votación. Yo creo que hubiera ganado por goleada entre los lectores.

P: En el libro también cuenta que vivió de cerca la movida y que salía de fiesta con Miguel Bosé.

R: Sí, bueno…

P: Miguel Bosé y José María Aznar... Tiene amigos bastante variopintos. O no.

R: Hombre, amigo de Miguel Bosé... Creo que fuimos a un concierto de Simon & Garfunkel o el de los Rolling… Y luego Miguel nos invitó a... a…

P: …

R: A unos espaguetti que hizo en su casa. No pasó de ahí. Pero Diario 16 sí que era el órgano de la vanguardia cultural.

"Zapatero tenía razón, el final dialogado con ETA no fue tan irresponsable como nosotros pensábamos"

P: ¿Cómo se puede ser amigo personal de un presidente del Gobierno, como usted cuenta en el caso de Aznar, y ser un buen periodista?

R: Yo fui más amigo de Aznar y Zapatero cuando dejaron de ser presidentes, aunque es verdad que con ambos había confianza y aprecio mutuo. Pero eso no impidió que cuando yo estaba en contra de lo que hacían lo dijera con toda claridad. Me pasó con la guerra de Irak con Aznar o con las negociaciones del final de ETA de Zapatero. En este caso reconozco que él terminó llevando razón. Se lo he dicho.

P: ¿Usted se equivocó entonces con el tratamiento que su periódico dio al final de ETA?

R: Creo que los hechos han demostrado que Zapatero tenía buena información cuando apostaba por el final negociado de ETA. No fue una operación tan irresponsable como a nosotros nos parecía en ese momento.

P: Usted cuenta en el libro que usaron su intimidad y su vida privada para hacer política con el famoso vídeo sexual. Ahora ese debate vuelve a estar encima de la mesa a raíz de unas publicaciones sobre José Luis Ábalos. En su caso sí hubo un vídeo, que usted describe como una trampa. En el caso de Ábalos ni siquiera se aporta nada. ¿Cuál es su postura sobre el tratamiento de los medios hacia “informaciones” dirigidas a destruir la vida privada de alguien?

R: Yo reproduzco una conversación con el rey Juan Carlos en la que él me dice que tiene derecho a su vida privada y yo le contesto que el único español que no tiene derecho a ello es el Rey. Todos los demás sí que tenemos derecho. La vida privada se vuelve relevante cuando genera causalidad en relación con la vida pública. En el caso de Ábalos yo no sé si habrá otras cosas, lo que hasta ahora se ha publicado me parece muy poco relevante en términos políticos.

El equipo de la editorial interrumpe la conversación en este punto: "Lo siento, pero tenemos que irnos ya. Tenemos que entrar en la tele".

P: No me diga eso, que ahora le iba a preguntar por el vídeo y por el tratamiento hacia la intimidad de otras personas…

R: Si quieres hablamos otro día de eso. De quiénes lo hicieron, por qué y para qué. Hay muchos indicios que avalan la implicación personal de Felipe González.

"Hay indicios que avalan la implicación personal de Felipe González en lo de mi vídeo sexual"

Insiste la editorial: "Es que están ya con el directo". 

P: ¿Le robamos cinco minutos a la vuelta de esa conexión?

R: No, no, yo a la vuelta me pongo a hacer la portada de mañana.

Nos quedamos con las ganas de preguntarle muchas más cosas al histórico director de periódicos: qué opina del desenlace político de algunas figuras patrocinadas por él, como Rosa Díez o Albert Rivera, por ejemplo. O si piensa que dentro del papel que desempeña un medio de comunicación está pedir el voto de sus lectores para un determinado partido político, como hacían sus cabeceras. O por qué un hombre que ha sufrido en primera persona la violación de su intimidad con fines espúreos da cabida en su periódico a informaciones o rumores sobre la vida privada de dirigentes como Pablo Iglesias o Irene Montero. Él promete otro volumen de memorias. Seguro que hay ocasión de retomar.

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