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Andalucía

La revuelta sanitaria andaluza rompe los moldes políticos y sindicales

Una de las manifestación convocadas en Granada en los últimos meses.

Suena de fondo The sounds of silence, de Simon y Garfunkel, y en pantalla un joven barbudo con gafas negras sostiene una vela que genera una atmósfera espectral:

– Mañana, nuestro silencio será atronador, advierte.

Es el médico de urgencias Jesús Candel y está convocando a través de un vídeo colgado en Youtubeuna concentración silenciosa a las puertas de la reunión a la que fue citado la semana pasada por el consejero de Salud, Aquilino Alonso, para negociar los cambios en la sanidad pública granadina que han provocado ya tres manifestaciones masivas.

– Señor Aquilino, Granada quiere sus dos hospitales. Esto es algo que no vamos a negociar –dice, y unos segundos después añade–: Ésa es la petición de una ciudad que se lo pedirá una y mil veces si hace falta... Pero que nos tiene ya cansaíllos, Aquilino.

Deslenguado y mesiánico y desenfadado; desafiante, sin contemporizaciones; a veces incendiario; ferozmente opuesto al núcleo dirigente de la sanidad pública andaluza de primer y segundo nivel, que describe como un retablo de enchufados, paniaguados e incompetentes. Así es el estilo de Jesús Candel, alias SpirimanSpiriman, el líder de la revuelta sanitaria en Granada, que se ha extendido a Huelva y Málaga, poniendo en apuros al Gobierno andaluz y a la vez rompiendo los moldes clásicos de la protesta social.

¿O no es una ruptura de los cánones convencionales de la negociación de los movimientos de protesta con la Administración lo que ocurrió tras la reunión que Spiriman había calentado a través de sus vídeos? Candel, con los ojos vidriosos por la emoción y haciendo esfuerzos por contener las lágrimas, anunció dos cosas ante la muchedumbre convocada por él mismo: 1) que el consejero se había comprometido a paralizar el traslado del Hospital Materno Infantil –una posibilidad que ya había adelantado la Consejería a este periódico–, una de las reclamaciones más insistentes del movimiento de protesta; y 2) que para continuar la negociación sólo aceptarían como interlocutora a la nueva gerente del Complejo Hospitalario de Granada, Cristina López, "si se produce la dimisión de todos los responsables del caos sanitario en Granada", entre los que están el propio consejero y su viceconsejero, Martín Blanco, al que Candel llama con sorna "Martín White" en sus vídeos. Si no se producen esas dimisiones para continuar negociando lo que ya el propio Candel adelantaba que era "innegociable" –es decir, la reversión total del proceso de fusión hospitalaria–, "la interlocutora será la señora Díaz y asumirá las consecuencias". Sí, es una amenaza.

La sanidad andaluza, a la cola en España en inversión por habitante, sufrió un fuerte retroceso presupuestario entre 2010 y 2014, cuyas consecuencias han experimentado directamente los profesionales. La temporalidad laboral supera el 30%. El sistema de organización del trabajo basado en incentivos no convence a numerosos sanitarios y organizaciones profesionales y sindicales. En resumen, hay un caldo de cultivo para la expresión de malestar. Pero además en Granada un anunciado proceso de "fusión" para reducir burocracia y estructuras directivas ha fragmentado en la práctica los servicios y las especialidades se dispersan entre distintos centros, provocando dificultades y demoras en el acceso a la atención médica. Sobre esa realidad empezó a percutir Spiriman con sus vídeos. Y triunfó, haciendo aflorar un magma de descontento que ni los partidos políticos ni los sindicatos habían logrado sacar a flote.

Escalada de manifestaciones

Aunque existe la Plataforma Granada por su Salud –de la que sí forman parte partidos políticos de oposición– y otra llamada Trabajadores de Hospitales de Granada, Candel puntualiza que no pertenece a ninguna de ellas. "Me quieren encauzar en sindicatos y partidos. Y no. Yo hablo por la gente, que está harta. Esto es una pelea de la ciudad de Granada. Yo sé que no puedo cambiar el mundo, pero puedo cambiar mi ciudad", afirma a infoLibre. Fue el propio Candel, usando las redes sociales, el que impulsó aquella primera manifestación, el 16 de octubre, cuando 40.000 personas salieron a la calle en Granada reclamando "dos hospitales completos". Luego vino una segunda manifestación, igualmente multitudinaria, el 5 de noviembre. Y luego una tercera, el 27 de noviembre, en paralelo a Huelva y Málaga.

La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, ha pedido reiteradamente perdón por los errores en la fusión, ofreciéndose a cambiar lo que sea necesario. Ha caído el gerente de los hospitales fusionados, Manuel Bayona. La Consejería, que creó a toda prisa un comité de expertos para estudiar cómo atender las demandas tras la primera manifestación, ha dado marcha atrás en un traslado hospitalario previsto. Candel, sin militancia en partido ni sindicato, ha sido plenamente reconocido como interlocutor. ¿Suficiente? En absoluto. "No sólo queremos los dos hospitales completos, que por supuesto, sino que la gente que ha producido este desastre, los que han cometido irregularidades, manipulado listas de espera, colocado a quien les ha dado la gana, se vayan... El consejero, el viceconsejero, el delegado de Salud... Una ciudad entera os pide que os vayáis. Si no, convoco otra manifestación", advierte.

La ocasión elegida para esta –todavía hipotética– manifestación es un acto previsto por Susana Díaz y José Luis Rodríguez Zapatero el 16 de diciembre en Jaén. Las plataformas Granada por su Salud y Trabajadores de Hospitales han anunciado ya que la secundarían. El número dos del PSOE andaluz, Juan Cornejo, ha expresado su "preocupación" por lo que considera una deriva hacia la "politización".

Una de las frases más repetidas por Candel es: "Se les ha acabado el chollo de estar viviendo del cuento". Se refiere "a todos los puestos a dedo, a los jefes de servicio politizados...". "Nos quieren tomar el pelo, pero no somos tontos. No queremos mamoneos, sino que den marcha atrás de verdad. No vamos a parar hasta que nos den los dos hospitales generales y dimitan", asegura Candel, que salpica toda la entrevista de palabras gruesas: "ineptitud", "sinvergonzonería", "ridículo"... "Yo cuento verdades. A mí me llama la gente de educación, de justicia, para pedirme ayuda. Yo les digo: 'Coged una cámara y contad las verdades'. ¿Que dicen que la gente me sigue como borregos? Bueno, a lo mejor se sienten identificados con lo que digo", afirma. A su juicio, los sindicatos "han vendido la sanidad pública" y permitido los recortes. Ésta no puede ser, dice, una lucha sindical, sino "de la gente en la calle". "Ahora mismo hay alegría en el hospital, todo el mundo está unido y entusiasmado... Antes estaba todo el mundo de mala hostia. Yo voy por la calle y lo único que recibo es cariño", explica.

Candel ya era un personaje en Granada antes de liarla con las movilizaciones sanitarias. En 2012 montó la Fundación Spiribol, "para la promoción del deporte base escolar para la ayuda a niños con dificultades sociales a través de una nueva modalidad deportiva, el Spiribol", explica en su página web. De ahí sale su apodo, y ahí se va construyendo el personaje que ha puesto al servicio de su cruzada. El vídeo, el recurso que usaba para captar apoyos para su fundación, también le podía valer para clamar contra lo que considera "el caos sanitario de Granada", con un discurso que denuncia a la par la "precariedad" de los médicos, con sus lógicas consecuencias negativas en la atención a los usuarios, y los recortes en el sistema público. "Con los vídeos puedo decir lo que pienso sin que luego me lo manipule ningún periodista", afirma.

Un personaje en racha... y sus discípulos

Spiriman está en racha. Su historia personal es atractiva; sus vídeos diarios, terminados con su característico grito de guerra –"¡Yeah!"–, causan expectación; los periodistas le demandan entrevistas. Las masas lo siguen. No debe de ser fácil cargar contra él desde un sillón oficial. El propio alcalde de Granada, Francisco Cuenca (PSOE), tras comprobar las dimensiones de la movilización y ver cómo Candel pedía su dimisión al entender que daba la espalda a la ciudad, se sitúa ya más próximo a las reivindicaciones que a sus compañeros socialistas de la Junta.

Con las inevitables diferencias, el fenómeno que lidera Candel ha tenido intentos de réplica en Huelva y Málaga. En ambas ciudades las convocatorias de las manifestaciones del 27 de noviembre partieron de personas que se declaran independientes. El cuadro de conjunto de las movilizaciones presenta rasgos constantes. Las protestas se desarrollan sin liderazgos políticos ni sindicales. Los discursos apelan a la unión de la gente sin distinciones técnicas, incidiendo en la reivindicación localista, limando los mensajes de cualquier arista ideológica, con la Junta y el PSOE en el papel del villano. Las manifestaciones, que han movilizado a decenas de miles de personas –más en Granada que en Huelva, y más en Huelva que en Málaga– son impulsadas a través de grupos de Facebook que hacen bandera de su apartidismo. Las reclamaciones parten de aspectos concretos para terminar elevándose, en el mismo nivel de intensidad, hasta exigir un cambio de todo el modelo y una asunción de responsabilidades al máximo nivel. Los partidos políticos, los sindicatos, incluso las plataformas, están en un segundo nivel de visibilidad, incluso aunque en algunos casos –la reordenación sanitaria en Granada, por ejemplo–, organizaciones sindicales como CCOO tengan acreditada una larga trayectoria de protesta contra la misma.

Dos veces la misma charla ante un aforo lleno

A imagen y semejanza del grupo de Facebook que empezó a servir de muro de la indignación en Granada, la doctora Julia Paloma Hergueta abrió otro en Huelva, donde la movilización contra el proceso de reordenación hospitalaria en curso ha captado también a decenas de miles de personas. Hergueta, que fue la que registró la convocatoria de la manifestación del 27 de septiembre, ejerce como principal referente del movimiento, sobre todo a raíz de una charla sobre la situación de la sanidad en la provincia que logró una asistencia masiva a principios de noviembre, cuando ya era público que la olla había empezado a hervir en Granada. "Fue multitudinaria. Se quedó gente fuera y la tuve que dar dos veces", explica. Y añade: "A partir de ahí, el grupo [de Facebook] se vino arriba. En la cuestión de las redes sociales, hemos seguido el ejemplo de Granada".

La Consejería de Salud, consciente del riesgo de extensión del fenómeno, respondió a Hergueta con un duro comunicado al día siguiente: "La Junta no puede tolerar esta clase de mensajes malintencionados que lo único que persiguen es generar una alarma y sembrar dudas sobre la calidad de los servicios entre la población. Más si cabe si están apoyados en datos que ni son serios ni rigurosos". Al igual que Candel, Hergueta reivindica su perfil independiente. A diferencia de Candel, la Junta de Andalucía ha cuestionado personalmente a Hergueta como líder de las movilizaciones, subrayando su carácter de liberada del Sindicato Médico con consulta privada desde 1994.

Alusiones personales

Hergueta recuerda que nunca ha ocultado quién es y qué hace, al tiempo que insiste en que actúa individualmente a pesar de su liberación sindical y de ser también vicepresidenta del Colegio de Médicos. El problema para su posición de liderazgo es que, a diferencia de Candel, ella no ha sido reconocida como interlocutora por la Junta. "El delegado no nos reconoce, pero es que nosotros no nos queremos reunir con el delegado. Lo que nosotros queremos es que en Huelva se invierta en sanidad por habitante lo mismo que la media española, y eso no lo puede decidir un delegado, sino el consejero y el consejo de Gobierno", afirma. Esta reclamación necesitaría rehacer los presupuestos de la Junta de Andalucía para 2017. ¿Es posible? "Dejar de ser la cenicienta de España es innegociable", afirma.

El discurso de Hergueta va de la escasez de inversión por habitante en Huelva a la elevada mortalidad en la ciudad –una cuestión controvertida en la capital onubense, donde se asientan históricamente industrias contaminantes–. Al igual que Candel –aunque con un estilo más sosegado–, Hergueta toca la fibra de la ciudad. No se recordaba una manifestación más masiva en Huelva desde 1988, cuando la ciudad se puso en pie para reclamar una universidad pública. A Hergueta la parece normal esta respuesta popular. "Huelva está mucho peor que Granada. Allí piden dos hospitales completos, nosotros tenemos una falta de recursos mucho más grave", afirma.

El difícil papel de los sindicatos

Huelva es un ejemplo de la ruptura de esquemas que han supuesto estas movilizaciones. Según explica Hergueta, hay sindicatos que apoyan abiertamente las movilizaciones emprendidas por su grupo, citando al Sindicato Médico y a Fate –de técnicos sanitarios–. De Csif y Satse –enfermeros– "se han sumado muchos a título individual", explica. ¿Y CCOO y UGT? Hergueta responde: "Están al margen". Consultadas por infoLibre, las federaciones andaluzas de ambos sindicatos reivindican su apoyo a las movilizaciones en defensa de la sanidad pública y recuerdan su trayectoria acreditada de rechazo a los procesos de fusión hospitalaria. Pero tal y como se ha planteado la partida, es un terreno complicado para el sindicalismo de clase. "En Granada, por ejemplo, UGT apoya, pero se acordó que no hubiera símbolos, para que fuera sólo una marea", explican desde el sindicato.

Jesús Cabrera, responsable de negociación colectiva en sanidad de CCOO Andalucía, subraya que "cada movilización tiene su propia idiosincrasia". "En Granada nos opusimos radicalmente desde el principio a la reordenación. Es más, fuimos los que planteamos los referéndums entre los trabajadores, donde se mostró una oposición total y rotunda, y presentamos alegaciones contra las órdenes de fusión", explica Cabrera. Pero, como él mismo dice, cada caso es distinto. Si en Granada están presentes –aunque sin exhibirse simbólicamente en las manifestaciones–, en Málaga "no participamos". "Nosotros protestamos contra el déficit sanitario. En Málaga es donde más ha crecido la población y donde más se notan los recortes, pero creemos en otras vías para manifestar la protesta", explica. Y subraya: "Las condiciones laborales de los trabajadores deben ser negociadas por las juntas de personal y las organizaciones sindicales". Con carácter general, Cabrera cree que es complicado "reconducir" ahora la situación y que se encuadre "en los órganos de participación naturales". No obstante, incluso el volcánico Spiriman está incorporando progresivamente a su discurso un reconocimiento del papel de los sindicatos, insistiendo en que las condiciones de trabajo las negocian las juntas de personal y esgrimiendo como documento de referencia un acuerdo de 11 de noviembre que exige "dos hospitales completos" y lleva la firma de UGT, CCOO, Sindicato Médicos, Satse, Usae y Csif.

Profesor de instituto e hijo de pacientes

En Málaga la movilización del 27 de noviembre tuvo menos seguimiento, aunque tampoco fue desdeñable. El origen de la convocatoria es atípico. El profesor de instituto en Torremolinos (Málaga) Jonathan Andrades, que había acudido a la manifestación de octubre en Granada, se dijo: "Hay que hacer algo así en Málaga". Andrades montó un grupo en Facebook, Málaga por una sanidad digna, "apolítico y asindical", según sus palabras. Él fue el que coordinó la fecha de 27 de noviembre con Granada y Huelva para la manifestación simultánea que terminó de poner el asunto en las portadas. ¿Un profesor convocando una manifestación por la sanidad pública? "La sanidad nos afecta a todos. Yo jamás cuestionaría a los padres por protestar por la situación de la educación. Mis padres son mayores, y he comprobado que la sanidad en Málaga da asco", explica.

En el Hospital Marítimo de Torremolinos, en el Regional de Málaga, Andrades se indignó por lo que consideraba unos recursos indignos. "Tenemos una sanidad pública tercermundista", afirma. Éste es el tipo de discurso que deja a la Junta con escaso margen para un punto de partida negociador. ¿Cómo se negocia con alguien que afirma que tu modelo es tercermundista? Andrades establece una diferencia entre la actitud de los "sindicatos profesionales" y los llamados "de clase", decantándose claramente por los primeros. "En una tertulia de radio un responsable de Comisiones me llamó iluminado, pero yo estaba utilizando los datos de sus propios informes", afirma. Andrades reconoce que no tiene "capacidad negociadora" porque su estatus no está reconocido por la Junta de Andalucía. Pero insiste: "He metido por registro una carta para el consejero".

Andrades, vinculado a movimientos políticos malagueñistas que reivindican la singularidad de Málaga dentro de Andalucía y cargan contra el centralismo sevillano, afirma que, tras la manifestación, "poco a poco algunos que al principio no estaban, ahora están". "La victoria tiene muchos padres, la derrota, sólo uno", dice. Un dirigente político que estuvo en la manifestación "a título individual" expone su preocupación ante algunas expresiones públicas. Una gran pancarta que reivindicaba la sanidad como "derecho para los españoles" hizo enarcar más de una ceja, así como la presencia entusiasta de algún miembro de grupos ultras del fútbol. A la manifestación de Málaga acudieron el alcalde de la ciudad, Francisco de la Torre, y el presidente de la Diputación, ambos del PP, el partido que promovió en 2012 desde el Gobierno central el decreto gubernamental que obligaba a las comunidades a realizar recortes en sanidad. También acudieron representantes de Podemos, contrarios a las políticas sanitarias del PP. Ningún partido ni sindicato exhibió símbolos. CCOO y UGT se habían desvinculado expresamente de la movilización.

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Riesgos políticos para la Junta

La Junta de Andalucía tiene un problema político notable con estas movilizaciones. La sanidad ha sido siempre la "joya de la corona" del PSOE andaluz, en palabras de la presidenta Susana Díaz, que solía presumir de que en Andalucía, a diferencia de las comunidades del PP, "no hay mareas". El Gobierno andaluz se ve ahora mismo desbordado por estas movilizaciones. Tras las manifestaciones del 27 de noviembre, la Consejería de Salud emitió un comunicado acusando a PP y Podemos de "desprestigiar la sanidad pública" con un mensaje catastrofista, pero ni PP ni Podemos habían sido protagonistas de aquellas manifestaciones.

A pesar de las disculpas y cesiones, cada día se renuevan las amenazas de protestas. La estrategia de señalar como responsables a PP y Podemos, supuestamente organizados en una "pinza" contra el PSOE que pretende privatizar la sanidad, no está logrando paralizar las protestas ni presentarlas como una maquinación política. La aprobación de un proyecto de ley para garantizar la sostenibilidad del sistema público andaluz ni ha amortiguado las protestas ni ha tenido excesiva repercusión. La Junta insiste en su mensaje, centrado en la eficiencia del sistema, su enorme amplitud y la escasa penetración de los agentes privados, así como en la incorporación de técnicas de vanguardia mundial. Continuamente establece contrastes con comunidades con mayores índices de privatización. Y pide "no politizar" la sanidad, un mensaje de dudosa utilidad porque en ese punto coincide con el del propio Spiriman, apolítico declarado. "Esto no es de ningún partido. Yo he votado a todos, según quién me caía mejor o peor en cada momento. El comunismo es un error, el capitalismo es un error. Yo lo digo cuando me dan un protocolo de actuación: hay que leerlo y luego actuar de la mejor forma posible, con sentido común", afirma Candel. Su sentido común dice que ahora hay que seguir haciendo vídeos y montando manifestaciones.

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