Sobran voluntarios, falta organización: Mazón es incapaz de gestionar la marea de solidaridad
Todavía caía la noche en València cuando miles de personas se agolpaban en uno de los lugares más icónicos de la ciudad: la Ciudad de las Artes y las Ciencias, transformada por un día en el centro de la solidaridad de España con los afectados de la dana, que ha dejado ya 211 muertos en todo el país. Tras las imágenes de este viernes, donde cientos de voluntarios se agolpaban en los puentes de la ciudad de València para cruzar, con agua, comida y escobas a cuestas, a los lugares más golpeadas, la ola solidaria ha tenido este sábado un nuevo capítulo, si cabe, aún más desbordante.
Las cifras hablan por sí solas: entre 10.000 y 15.000 personas se han presentado en la Ciudad de las Artes y las Ciencias para que alguno de los autobuses de la Generalitat Valenciana les llevaran a los diferentes pueblos, algunos todavía sin la presencia a esas horas de los servicios de emergencias cuatro días después del paso de la dana. Ya a altas horas de la madrugaba comenzaban a llegar los primeros voluntarios, pese a que la convocatoria del Gobierno autonómico estaba fijada a las 7:00. “Lo que me ha encantado es que a las 6.30 horas, había un montón de cola y eso es bonito”, celebraba Teo Colombia, un estudiante de Medicina montado en un bus con destino a Aldaia (Valencia), en declaraciones a Efe.
Preguntado por las imágenes de estos días y el horror del temporal, el joven lo tiene claro: la solidaridad con las víctimas es lo primero. “Sabes lo que vas a encontrar. Si te encuentras personas fallecidas, es lo que puede pasar. Lodo, fango... eso es lo de menos, pero lo importante es de algún modo ayudar a las personas", señalaba Colombia. Algo parecido relataba Andrés Figueres, que con sus hijas, de 15 y 14 años, se dirigía, en su caso por sus propios medios, a Algemesí, una de las localidades donde no existían restricciones a la movilidad. "He ido a comprar lo básico, guantes, mascarillas, palos de escoba, lo que hemos oído que se precisa en los trabajos de limpieza y nos dirigimos hacia allí para echar una mano en lo que se pueda", decía Figueres, que también relataba como varios de sus familiares habían acudido a la convocatoria de la Ciudad de las Artes y las Ciencias para ayudar.
La Generalitat Valenciana decidió en la tarde de este viernes la centralización de los esfuerzos solidarios en los edificios diseñados por Santiago Calatrava, después de que, según afirmó el president valenciano, Carlos Mazón, las riadas de voluntarios hubieran “colapsado” los accesos a los pueblos más afectados y las carreteras de la provincia. Así, el Ejecutivo autonómico puso en marcha una página web, en la que ya se han apuntado más de 100.000 personas, para coordinar los esfuerzos, además de informar de que se iban a fletar autobuses desde la Ciudad de las Artes y las Ciencias para acudir a las zonas afectadas de forma más eficiente. "Somos muchos y es mejor que nos organicen", decía uno de los voluntarios congregados en el lugar.
Sin embargo, una vez más, la Generalitat quedó desbordada por las muestras de solidaridad y, lejos de canalizar esa oleada de personas dispuestas a ayudar, terminó frustrando a muchos de los que se acercaron a la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Y es que, de esos 10.000 a 15.000 voluntarios que acudieron, tan solo 5.000 pudieron montarse por la mañana en los 100 autobuses fletados por la Generalitat. De hecho, en un primer momento, el Gobierno de Mazón había previsto tan solo 50 autobuses, y ante la oleada de personas, se dobló el transporte.
Aun así, muchas personas se quedaron en tierra precisamente cuando, desde las localidades afectadas, llevan pidiendo día tras día que llegaran cuantos más voluntarios mejor. El presidente de la de la Plataforma del Voluntariado de la Comunitat Valenciana, Miguel Salvador, aseguró que las personas que no pudieran ir en los autobuses de la mañana podrían ir a partir de las 14:00, pero finalmente miles de voluntarios se quedaron en tierra. Ante esta situación, la Generalitat emplazó todos ellos a volver en los días siguientes, pero haciéndolo de forma más gradual para que se pudieran realizar los traslados de forma escalonada y organizar así mejor la ayuda.
Con todo, la gran polémica ha venido con quienes sí entraron en alguno de los 100 autobuses, pero que finalmente, por culpa de los problemas organizativos, no pudieron ayudar tanto como les hubiera gustado. Uno de los voluntarios explicaba en un vídeo en redes sociales como una fila de varios autobuses estaba completamente bloqueada por haber tomado un camino que estaba inundado y completamente inaccesible. “La odisea de los voluntarios convocados por la Generalitat. En estos momentos nos encontramos en un punto sin retorno en un paraje del término de Riba-roja. No encuentro palabras”, escribía en su publicación en redes.
Su relato se repetía entre muchos otros voluntarios, que denunciaban la falta de organización y la improvisación en la gestión de la Generalitat. “Los 19 autobuses que hemos venido a Chiva, desde las 7 de la mañana en la Ciudad de las Artes y las Ciencias y después de esperar 3 horas para subir a los autobuses, hemos llegado y nos han dicho que no hacía falta más ayuda. Aquí estamos parados y nos van a devolver a Valencia, es decir, no hemos hecho absolutamente nada”, denunciaba otra voluntaria en redes sociales. “Estamos parados dentro del autobús sin hacer nada después de 5 horas y media arriba y abajo. 750 personas organizadas por la Generalitat de Mazón para no hacer nada. Parece turismo de catástrofes”, comentaba otro frustrado.
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Pero quizás el momento más tenso de la mañana se vivió en un autobús donde los propios voluntarios se revelaron al saber que les iban a enviar a limpiar el centro comercial de Bonaire en vez de a ayudar en los pueblos. “No queremos ir a limpiar el Zara”, recogía el periódico valenciano Levante como una de las principales quejas de las personas de dentro del autobús. Ante eso, las autoridades, según denuncian varios usuarios en redes sociales, les tuvieron en torno a 4 horas esperando y, después de que muchos amenazaran con ir por sus propios medios a Aldaia, uno de los pueblos más golpeados por la catástrofe, finalmente accedieron a llevarles en los autobuses.
Desde el Gobierno autonómico se defienden asegurando que Bonaire era un centro de distribución intermedio que servía para, una vez allí, repartir a los voluntarios por los distintos lugares. Una máxima que niegan los voluntarios, los cuales señalan que desde el principio se les dijo que iban a limpiar las tiendas. A estos relatos se suman otros de voluntarios que tuvieron que soportar esperas interminables para entrar en los autobuses, sin conocer el destino de su viaje y con varios cambios de rutas y paradas que retrasaron la llegada de ayuda.
Por si todo eso fuera poco, a media tarde se conocía que 17 voluntarios se habían intoxicado con monóxido de carbono mientras limpiaban un garaje en Chiva. Al parecer, todo vino propiciado por la mala combustión de un motor de una bomba de desagüe que provocó la intoxicación. Rápidamente fueron atendidos por los servicios médicos y dos de ellos están heridos de gravedad.