Un Tamames imprevisible malgasta el último cartucho de Abascal para hacer sombra a Feijóo
La decisión de Santiago Abascal de dejar en manos de Ramón Tamames el debate de la segunda moción de censura que Vox presenta en esta legislatura se volvió contra la ultraderecha como un bumerán. Bien sea por su avanzada edad, 89 años, o por decisión propia, el antiguo dirigente comunista decidió pasar a un segundo plano, guardar silencio y dejar sin respuesta los reproches y las críticas de todos los partidos a sus patrocinadores. Y eso borró del debate a Vox y sus propuestas.
La consecuencia directa fue que la sesión se convirtió en una sucesión de intervenciones, la mayoría de ellas durísimas, contra el candidato ultra y sobre todo contra Vox que los extremistas, al haber dejado la candidatura en manos de Tamames, no tuvieron apenas oportunidad de replicar.
La moción que debía servir para amplificar las ideas de los de Abascal y su retrato inmisericorde del actual Gobierno se convirtió en todo lo contrario, porque quienes esperaban, al menos, una lección académica de un experto en economía se quedaron con las ganas.
Tamames ni siquiera pronunció el discurso que tenía previsto y que difundió el equipo de prensa de Vox. Se limitó a esbozar un resumen que acabó convirtiéndose en una enumeración de reproches a Pedro Sánchez. No trasladó programa de Gobierno alguno, que es lo que tiene que presentar un candidato en una moción de censura, y ni siquiera se molestó en comprometerse a convocar elecciones anticipadas si salía elegido presidente, que era lo que la extrema derecha había pactado con él para tratar de poner en evidencia al PP.
El fracaso de la estrategia de la extrema derecha era bien visible en gran parte de los diputados de Vox, a los que la sesión se les hizo interminable. Y en sus rostros, algunos de ellos indisimuladamente contrariados a la vista de que su candidato apenas tomó la palabra para defender la censura.
Satisfacción en el PP
En justa correspondencia, la satisfacción se hizo evidente en la bancada del PP. Génova ya no tiene dudas de que la decisión de Vox de presentar la moción para desgastar a Alberto Núñez Feijóo no sólo no ha conseguido su objetivo sino que, están convencidos, puede salirle cara a Santiago Abascal.
Como estaba previsto, Feijóo ni se presentó. Prefirió refugiarse en un acto en la Embajada de Suecia, limitar su agenda pública a difundir mensajes a través de Twitter y dejar que el debate en el Congreso se convirtiera en un intercambio de golpes entre Vox y el resto de los grupos. Un escenario que los conservadores están presentando como una oportunidad de ocupar “la centralidad. Una centralidad en la que ni apuntalamos al Gobierno ni hacemos seguidismo de otros partidos”, declaró la portavoz del PP, Cuca Gamarra, que no intervendrá en el debate hasta la mañana del miércoles. La moción ha servido, remarcó, para que Sánchez “sobreviva”, Yolanda Díaz “se luzca” y Vox “aparezca”. “Estamos ante una hoguera de las vanidades”, zanjó.
Fiel a su estrategia de ignorar la censura, Feijóo viajará a Bruselas para participar en la reunión que el PP europeo celebra cada vez que hay Consejo Europeo. El fin de semana Génova confía en que habrá pasado página reanudando en Guadalajara la precampaña electoral con un acto en Guadalajara.
En ausencia del líder, Isabel Díaz Ayuso, no dejó pasar la oportunidad de ponerse en primer línea. Aunque no para criticar a Vox, sino para condenar que se le dé “más altavoz a la propaganda gubernamental” del presidente del Gobierno. Eso sí, después de varios días filtrando su desacuerdo con la abstención, este martes respaldó públicamente la decisión de Feijóo.
Sánchez y Abascal, dijo, están “en horas bajas” y por eso están aprovechando una moción en la que “el señor Tamames ha sido utilizado y el Parlamento también, por lo que hemos visto. El proyecto de Sánchez está acabado, y en la calle se sabe y los ciudadanos lo saben, no puede ser el Parlamento donde se le refuerce”, señaló.
Última oportunidad
La moción era la última gran oportunidad de los de Abascal de enfrentar al PP y disputarle el espacio político de la derecha, especialmente ahora que Génova busca el modo de crecer por el centro y que se acercan las elecciones autonómicas y municipales. En Vox temen que Feijóo sea capaz de atraer a sus votantes llamando al voto útil y apelando a la idea de que la única manera de derrotar a Sánchez es la reunificación del voto del centro derecha en torno al PP.
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Oído Abascal y callado Tamames, el punto de vista de Vox no volvió a la tribuna hasta que fue el turno de su portavoz, Iván Espinosa de los Monteros. El representante de la extrema derecha consumió parte de su turno en la defensa de su líder, Santiago Abascal, y de su organización. Sólo él, de todos los que tomaron la palabra en la sesión de este martes, vio contundencia y autoridad en las palabras de su candidato. “Su discurso fantástico”, dijo, “ha resonado con una intensidad especial. Son avisos, advertencias, para que despertemos antes de que se ademado tarde”.
La mayor evidencia del error de Vox —el imprevisto silencio de Tamames—, la protagonizó su portavoz, Iván Espinosa de los Monteros, que se permitió asumir el rol de intérprete de las palabras del candidato asegurando que la democracia está en peligro, respaldando su propuesta de penalizar en la ley electoral a los partidos soberanistas, defendiendo la primacía del español en todo el territorio o apostando por recortar gasto para reducir la deuda.
A Abascal le preocupa la lectura que los medios están haciendo de la moción y dejó constancia de ello en su primera intervención, en la que se quejó de la supuesta sumisión de periódicos, emisoras y televisiones a los intereses del Ejecutivo y del PP. “Da igual todo lo que hoy se diga aquí”, reconoció con amargura. “Los titulares de los periódicos ya están escritos, los editoriales de los periódicos ya están dictados y los comentarios de los tertulianos decididos y previamente redactados en los equipos de comunicación de los partidos y del Gobierno que hoy financian, subvencionan y compran a una buena parte de la prensa española”.