La situación en el PSOE
Tres lecturas internas sobre el debate de investidura de Pedro Sánchez
Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, se enfrenta este viernes a una segunda votación de investidura en el Congreso. Salvo sorpresas perderá de nuevo y será difícil que sume votos a su pacto con Ciudadanos. El escenario es el calculado de antemano por Sánchez y los suyos, que insisten en que la doble derrota parlamentaria "no es un fracaso" y que esperan que, al menos, el debate de esta semana deje a su candidato bien colocado para las negociaciones futuras o para unas nuevas elecciones. Y también en clave interna.
Estos días Sánchez no sólo se la juega de cara al resto de partidos y a los electores. Cada uno de sus movimientos y discursos se observan muy de cerca en el seno del PSOE. Varios presidentes autonómicos siguieron desde la tribuna de invitados las palabras de su secretario general en el hemiciclo, su intervención inicial del martes y sus réplicas a los portavoces de otros partidos el miércoles. Especial atención prestaron al enfrentamiento que mantuvo con el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias. Fue el momento de mayor tensión y el que provocó opiniones divergentes entre los barones.
Iglesias atacó con dureza a Sánchez. Le acusó de plegarse ante los "poderosos", los "oligarcas", el Ibex 35, de protagonizar una "capitulación" programática al pactar con Albert Rivera y su "naranja mecánica". Pero, sobre todo, el dirigente del partido morado atacó a la marca PSOE. Alabó, sí, que fue el partido de "hombres y mujeres de talento y dignidad" como Margarita Nelken, Indalecio Prieto o Juan Negrín. El del "cambio y la modernización". Pero también dijo –ahí comenzaron los golpes– que fue el partido del "enriquecimiento rápido", el que "dio la espalda a los trabajadores" y el "partido del tráfico de influencias".
La tensión alcanzó su punto álgido cuando Iglesias situó en la diana al expresidente Felipe González. "El PSOE fue también el partido del crimen de Estado. Desconfíe, señor Sánchez, de los consejos de aquellos que tienen manchado su pasado de cal viva", le espetó a Sánchez, lo que provocó protestas de la bancada socialista. "Felipe González, sí, el que tiene el pasado manchado de cal vida. Cuídese de él, señor Sánchez. Cuídese de él porque son malos consejeros", insistió Iglesias en su réplica. Las quejas de los diputados del PSOE fueron a más y la intervención del líder de Podemos terminó poco después.
Una defensa tibia
Poco después, la líder del PSOE en Andalucía y presidenta de la Junta, Susana Díaz, aseguró que lo de Iglesias fue "una indecencia política". "Debería pedir disculpas al presidente González y al PSOE, porque no ha estado a la altura de lo que representaba en esa Cámara", consideró. En el Parlamento andaluz Díaz cargó duramente contra Teresa Rodríguez, la portavoz de Podemos en esa comunidad, a quien acusó de ser "una especie de Che Guevara campesino" que se presenta como quien "viene a salvar a los andaluces", como si estos fueran "tontos".
La socialista empleó toda su artillería con la formación morada. Reclamó incluso la dimisión de Iñigo Errejón, portavoz en el Congreso y número dos del partido, por su contrato con la Universidad de Málaga. Sobre Errejón pesa una querella de Manos Limpias, pero no está imputado. "No me produce ningún morbo [debatir con usted], no sé si a usted se lo produce. Hemos cambiado de series, ya no es Juego de tronos. No tengo tiempo para ver la tele. Trabajo bastante", concluyó Díaz su dura intervención a la carga contra Rodríguez y Podemos.
En privado los reproches de los socialistas andaluces no son sólo contra Podemos. También contra Pedro Sánchez. Esperaban más de él. Fuentes consultadas por infoLibre señalan que no vieron en las palabras de Sánchez una defensa "suficiente" del partido y de González. Que "no debería haber permitido que [Iglesias] se apropiara de las esencias socialistas" y que, desde luego, debería haberse empleado más a fondo para preservar el buen nombre del expresidente. Este jueves el secretario general cambió su agenda a última hora y asistió a un acto en Madrid junto a Felipe González, quien dijo no sentirse ofendido por las palabras de Iglesias.
La respuesta a Iglesias no sólo fue escasa a juicio de los socialistas andaluces, también errónea por momentos. Sánchez atacó a Iglesias por referirse al dirigente de la izquierda abertzale Arnaldo Otegi como un "preso político". Le reprochó que llamara "presos políticos" a los mismos que "asesinaron a Isaías Carrasco", dirigente socialista de cuyo asesinato se cumplirán ocho años el próximo lunes. Las voces críticas recuerdan que "el PSOE nunca ha utilizado el terrorismo para hacer política".
Hubo, finalmente, un tercer elemento que disgustó: creen que Sánchez atacó poco a Rajoy y que dejó ese papel mayoritariamente en manos del número uno de Ciudadanos, Albert Rivera, duro contra el presidente en funciones. En el PSOE-A no descartan la posibilidad y el riesgo de que "Rivera termine pretendiendo liderar" una opción de Gobierno, si bien la impresión más extendida es que "todo apunta a unas nuevas elecciones" –aunque "dos meses dan para mucho"– y confían, en todo caso, en que los cambios vengan del PP, no de Podemos.
"Correcto" en lo fundamental
Otras federaciones habitualmente críticas con el líder socialista y su equipo son más benevolentes. Es cierto que, al contrario que Susana Díaz, no gobiernan con el apoyo de Ciudadanos sino gracia a Podemos. En territorios como Castilla-La Mancha o la Comunidad Valenciana admiten que las formas del secretario general son discutibles, pero subrayan que acertó en lo nuclear. "Podemos discutir el tono en el que defendió al PSOE y a González, pero eso no es lo esencial", dice un cargo regional que apunta que Sánchez "estuvo bien" al enfatizar la necesidad de un pacto "tranversal" que incluya a Ciudadanos y Podemos y en mantener el veto a los independentistas.
En ese sentido subrayan que "respetó el mandato del Comité Federal", el máximo órgano entre congresos del PSOE. "No se puede llegar al Gobierno con los independentistas", esa es la hoja de ruta del partido y en eso "Pedro cumplió", apunta otro dirigente. ¿Creen entonces que salió reforzado del debate? En realidad no. Para la mayoría de ellos Sánchez fue "muy robótico" en la lectura de su intervención inicial, "flojeó" en las réplicas cuando le tocó improvisar, dejó el discurso de la izquierda en manos de Iglesias... "Faltó contundencia y épica", lamenta un cargo para quien "todo apunta a unas nuevas elecciones".
Estos barones creen que quien salió peor parado del debate fue Pablo Iglesias por su tono "faltón", que les recordó a la rueda de prensa en la que aireó su propuesta de coalición sin antes comuncársela a Sánchez. "No es el primer motivo para estar enfadados con Iglesias", comentan estas voces, que sin embargo no cargan en exceso las tintas contra Podemos por un factor fundamantal: todos los presidentes regionales socialistas –salvo Susana Díaz– dependen en mayor o menor medida del partido morado. Y el PSOE necesita a Podemos en una decena larga de grandes alcaldías, frente a los seis regidores del cambio apoyados por socialistas.
El equipo de Sánchez, satisfecho
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Los diputados cercanos al líder socialista, finalmente, hacen una lectura mucho más complaciente. Creen que el tono de Sánchez fue "presidenciable", que no se rebajó al nivel de Iglesias y que colocó en su sitio a Podemos por votar con el PP e "impedir el cambio". "Podemos se equivoca con su agresividad y Pedro no puede ponerse al nivel de Pablo", comenta un miembro de la Ejecutiva. Los próximos al secretario general aseguran que Iglesias va a perder "los votos prestados", el de los antiguos socialistas que votaron morado para ver un giro a la izquireda. "Con ese discurso Iglesias sólo se va a ganar a los más radicales", añade una diputada.
"Les hemos colocado donde no les interesaba. Van a tener muy complicado explicar por qué no apoyan todas las medidas que Pedro ha explicado", apunta otro parlamentario. Eso sí, incluso en este sector persiste una pregunta de fondo: cómo va atraer a los de Iglesias al pacto con Rivera a partir del lunes, cuando se abra el segundo tiempo de la negociación. "¿Si veo otras elecciones? Depende de Podemos. Tienen que decidir si se pueden abstener o al menos negociar. Creo que la única posibilidad de que lo hagan es que vean que en unas nuevas elecciones no les iría tan bien, porque el sorpasso está cada día más lejos", añaden estas voces.
Este jueves el PSOE redobló la presión sobre Podemos y empleó para ello unas declaraciones de la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, que dijo que "sería bonito" apoyar a Sánchez para un "Gobierno de cambio". El PSOE aprovechó esas palabras e instó a Iglesias a rectificar y apoyar este viernes a Sánchez. Carmena matizó después que su apuesta era una "alianza de izquierdas", pero para entonces el portavoz socialista Antonio Hernando ya había repetido ante las cámaras una y otra vez la misma frase: "Pablo, escucha a Carmena". Por ahora la jugada no surte efecto: Podemos se mantiene en el no y ve imposible la abstención mientras no sea el PSOE el que cambie.