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Los estoicos nunca dijeron que no podías cambiar el mundo a pesar de lo que quieren hacerte creer

Los filósofos estoicos Séneca y Marco Aurelio y una imagen de una empresa de coworking.

Se dice que toda moda vuelve, y parece ser que lo mismo pasa en el ámbito de la filosofía. Al ser una disciplina con siglos de antigüedad, es lógico que corrientes de pensamiento pasadas resurjan y encuentren relevancia en la actualidad. Es el caso del estoicismo, filosofía que surgió en la antigua Grecia y Roma y que a día de hoy ha ganado popularidad. Sus enseñanzas sobre el control de las emociones, la aceptación de la naturaleza inevitable de la vida y la búsqueda de la virtud han encontrado un eco particular en la literatura de autoayuda que pretende mejorar nuestra salud mental

Los autores actuales consideran que las reflexiones de Marco Aurelio, Séneca o Epicteto son “herramientas” útiles que “pueden tener un impacto profundamente beneficioso en la vida moderna”. Se recupera y elogia el estudio que estos filósofos hicieron del comportamiento y las emociones, llegando a definir el estoicismo como “la forma más potente y eficaz que se conoce de lo que hoy llamamos autoayuda”.

¿Puede el estoicismo mejorar nuestra salud mental?

El estoicismo fue una escuela de pensamiento que abarcó siglos y muchos autores —con sus similitudes y diferencias—. La recuperación actual que se hace de la filosofía estoica es bastante reducida, y se centra en las reflexiones que parecen incitar a “aguantar”, “aceptar lo que te toca” o asumir que no puedes cambiar nada de tu vida, solo tu actitud ante ella. 

Esta es una visión descontextualizada e incompleta de lo que pensaron los estoicos: “El estoicismo es más que esto”, afirma Ignacio Pajón Leyra, filósofo especializado en la época helenística y escritor de El emperador filósofo. Marco Aurelio y su legado cultural (Fórcola ediciones, 2024). Por su parte, Juan Antonio Fernández Manzano, profesor de Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid, explica a este periódico cómo el “contemporáneo renacimiento del estoicismo” se debe a la “similitud entre nuestro tiempo y la época en la que surgió”. Ambas, salvando las distancias, son “épocas de crisis, de cambios bruscos y caóticos, de guerras, de incertidumbre existencial y de perturbación”. Los estoicos trataron de dar respuesta a la “crisis de desubicación” que vivieron, y justo por ello Pajón Leyra cree que puede ser útil leer a estos filósofos, porque puede que las respuestas que dieron hace siglos nos ayuden a afrontar nuestra propia crisis. 

Al mismo tiempo, Pajón Leyra rechaza la idea de reducir a los estoicos como filósofos que solo promueven la resignación y la pasividad. Explica que estos filósofos no te dicen que no hagas nada o que no reacciones ante lo que te sucede en la vida. Lo que enseñan es a reconocer lo que puedes cambiar y lo que no, para que no te frustres intentando cambiar lo imposible. Añade que, por supuesto, te animan a cambiar lo que esté bajo tu control. El filósofo reivindica a infoLibre el estoicismo como “un intento de construcción positiva de la personalidad”, que nos permite encontrar las herramientas para vivir en un mundo que a veces nos supera —siempre teniendo en cuenta que lo único que no tenemos que hacer ante ese mundo es “resignarnos a que hagan con nosotros lo que quieran”—.

Uno de los muchos propósitos de los estoicos era encontrar un modo para ser capaces de vivir en un mundo que era amenazante, inestable e incierto, algo con lo que nos podemos sentir identificados a día de hoy. El estoicismo, en palabras de Pajón Leyra, nos puede ayudar a “relativizar”, a “ser capaces de vivir de otro modo, con mucha más serenidad y calma”, algo de lo que depende en gran parte nuestro bienestar emocional. Por ello, el filósofo cree que leer estos textos puede ser un gran “elemento de ayuda” en la crisis de salud mental que vivimos. Además, Jorge Cano Cuenca, profesor en la Complutense y especialista en Filosofía Antigua, está de acuerdo en que esta filosofía puede aportar mucho a día de hoy, ya que se trata de una “filosofía transformadora”. Por ello anima a hacer una “una relectura estoica contemporánea” sin perder de vista esta “voluntad transformadora” que la caracteriza.

El capitalismo, el más interesado en el ‘neoestoicismo’

La simplificación y descontextualización del estoicismo que se está haciendo popular resulta problemática para los filósofos. La primera queja que tiene Juan Manuel Zaragoza, profesor de Filosofía en la Universidad de Murcia y autor de Componer un mundo en común, es que se “seleccionan aspectos aislados sin respetar las diferencias que puede haber de un autor a otro”, conformando obras a partir de “mejunjes de citas” que se alejan del pensamiento de esta escuela. Pero esto no es todo. 

¿Cuál puede ser el problema de recuperar la filosofía estoica para mejorar nuestra salud mental? Malena Canteros, autora de La nueva stoa. El estoicismo como práctica terapéutica neoliberal, lo tiene claro: “El estoicismo moderno se presenta, a grandes rasgos, como un modelo que organiza, mide y produce un sistema emocional que se conjuga muy bien con los modelos éticos de empresa”. Explica cómo este rescate del “uso tradicional de la filosofía como cuidado terapéutico” que ha sido “absorbido” por la literatura de autoayuda se debe al auge de las “narrativas del cuidado de sí”. Esto ha permitido que se adopte una actitud casi pasiva ante las adversidades: “Dado que la realidad que produce dolor es una verdad absoluta e incambiable, la única opción es el cambio personal, adoptar una actitud de trabajo duro y perseverancia, una actitud estoica”. 

Los filósofos coinciden. Este “neoestoicismo” transmite la creencia de que es imposible cambiar el mundo y que es mejor cambiarnos a nosotros mismos. De esta manera, nos centramos “en ser mejores desde dentro o en gestionar mejor nuestras emociones” porque parece que “lo que está más allá de ti no lo puedes cambiar”. “No puedes cambiar tu trabajo, pero sí puedes cambiar cómo te sientes respecto a él”, ejemplifica Zaragoza a infoLibre. Seguir esta filosofía lleva a una situación “totalmente acomodaticia que es muy útil para mantener el status quo”, apunta Jorge Cano Cuenca. Zaragoza añade: “A tu jefe le viene muy bien que decidas no pedir un aumento de sueldo, que hagas un trabajo interior y pienses que estarías mucho peor en otros sitios, aceptando tu situación con estoicismo”. 

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La recuperación de esta filosofía se ha hecho con un trasfondo de control que no beneficia al individuo, sino al capitalismo. “Es indudable que su rendimiento como dispositivo de control desde el marco neoliberal es una de las principales causas de su renacimiento”, apunta Juan Antonio Fernández Manzano. El filósofo explica cómo no hay “nada más concordante con los intereses de las élites que difundir un discurso que afirma que el sistema capitalista es inamovible y que son los individuos los que deben crearse y reinventarse a sí mismos”. Y es que el estoicismo es mucho más que eso; Ignacio Pajón Leyra anima a no “simplificar” la filosofía estoica y denuncia cómo a menudo se “eliminan elementos complejos” de esta escuela que “son los que más nos pueden ayudar” a crecer y mejorar nuestra salud mental. 

Esta recuperación “acomodaticia” y “poco transformadora” del estoicismo es lo que de verdad puede ser dañino, no solamente para nuestra salud mental, sino para nuestra calidad de vida general. Jorge Cano recuerda en conversación con este diario que el estoicismo está muy alejado de la “voluntad de aguante” que sí proponen religiones como el cristianismo, a pesar de que la literatura actual nos haga pensar lo contrario. Seguir este “modo de vida neoestoico” es “una forma de tener a la gente controlada, trabajando y viviendo en unas condiciones inviables” sin que se opongan. 

En conclusión, lo que los filósofos sugieren es revivir esa “voluntad de acción” ante las injusticias que apuntarían los estoicos, y evitar que su filosofía sea utilizada únicamente para preservar el status quo precario en el que muchas personas se encuentran en la actualidad.

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