Por qué Kant (y su imperativo categórico) prohibiría la prostitución
Que el de la prostitución es un debate histórico es un hecho. Durante décadas se ha tratado de una cuestión clave dentro del movimiento feminista, que ha dividido a abolicionistas y partidarias de la regulación. Los argumentos que maneja cada postura son más que conocidos, pero ¿qué se dice desde la filosofía? Si bien muchas pensadoras contemporáneas han argumentado enérgicamente en contra de esta práctica, también encontramos rechazo en el pensamiento de autores mucho anteriores ni siquiera considerados feministas. Es el caso de Kant (1724-1804), cuyas reflexiones sobre la razón, la ética, la libertad o la dignidad resultan interesantes para abordar este tema.
La prostitución ha recibido críticas desde perspectivas éticas y políticas. Para algunas personas constituye una forma extrema de explotación y opresión, mientras que para otras representa una elección libre. Para pensar la prostitución desde la filosofía kantiana hay que tener presente el imperativo categórico —núcleo de su pensamiento moral con el que buscaba guiar el comportamiento humano—. Una de las formulaciones de este principio ético que podría ser clave en el debate sobre la prostitución es la fórmula de la humanidad: «Obra de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre al mismo tiempo como fin y nunca simplemente como medio».
En base a esta formulación, se podría hablar de la prostitución como un ejemplo de “utilización” del ser humano como un instrumento o medio para alcanzar un fin, cosificándolo. Esta cosificación sería por partida doble, según un artículo de Utopía y Praxis Latinoamericana: “La lógida kantiana permite observar que el ejercicio de la prostitución, a partir de la perspectiva del proxeneta e incluso del consumidor, implica que la mujer se ve reducida a un medio, que tiene como fin generar utilidades económicas y la satisfacción de los deseos sexuales del hombre”. Además, añade que “la mujer que ejerce la prostitución adquiere un valor económico, un precio, una clasificación a nivel de objeto”. Pablo de Lora, profesor de la facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid, está de acuerdo, y reafirma que “el servicio sexual a cambio de dinero vulnera el imperativo categórico kantiano” ya que “implica tratar a quien ofrece el servicio sexual meramente como un instrumento”.
Irene Gómez-Olano, redactora de FILOSOFÍA&Co, cree que “muy probablemente” Kant prohibiría la prostitución: “Consideraría que el propio Estado tiene que ser el que garantice que las mujeres (aunque también se aplica a cualquier persona) no puedan ser utilizadas como medio para un fin”. Aquí se introduce no sólo la dimensión moral, sino también la política, según la filósofa, ya que para Kant el propósito del Estado debería ser que el imperativo categórico se cumpla, y que las personas “no sean utilizadas para un fin ni sean explotadas”.
¿Puede ser la prostitución una elección verdaderamente libre?
En los valores ilustrados, y especialmente en el pensamiento de Kant, la noción de libertad ocupa un lugar central. Este filósofo consideraba la libertad como un elemento indispensable en la vida de todo individuo. Según su moral, era posible ejercerla en cualquier momento, siempre y cuando esta no violara los derechos o la libertad de otras personas.
Así, el filósofo respaldaría todas aquellas decisiones basadas en elecciones libres. Esto podría parecer un punto a favor de la prostitución, pues los defensores de esta práctica argumentan que deriva de una decisión libre y deliberada. Sin embargo, esta “elección libre” se pone en duda cuando se tienen en cuenta factores como la pobreza o la trata, que podrían influir e incluso obligar a esta decisión.
Irene Gómez-Olano argumenta a infoLibre que es “dudoso” que una persona elija “trabajos terriblemente penosos” como el de la prostitución de manera voluntaria. Además, señala otro motivo por el que Kant sería abolicionista: esta práctica atenta contra la dignidad. La dignidad para Kant es algo “inalienable” al ser humano, “no se puede transformar por ningún otro derecho; no se puede intercambiar por la libertad”. Kant sería capaz de ver que, aunque la prostitución se presente como una decisión deliberada, esta no es moralmente aceptable porque vulnera la dignidad de quien la ejerce. Y la vulnera porque esta sólo es posible si las personas son tratadas como un fin en sí mismo.
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Si bien no se puede hablar de Kant como un pensador feminista —Gómez-Olano explica que no ponía en el centro la igualdad radical entre seres humanos—, su filosofía se aleja del marcado carácter sexista de otros pensadores ilustrados. Buscaba el bienestar de cualquier criatura racional, ya sea hombre o mujer. “Siempre se dice de Kant que incluso si viniera un alienígena con capacidad de tener pensamiento racional sería un sujeto susceptible de derecho y debería ser tratado con un fin en sí mismo”, explica Gómez-Olano.
Aun así, usar el imperativo categórico u otros aspectos de la filosofía kantiana para rechazar la prostitución conlleva ciertos dilemas. Siguiendo los argumentos que van en contra de esta práctica, tendríamos que “prohibir o censurar” otras que consideramos aceptables “moral y jurídicamente”, según explica Pablo de Lora. Esto se cumple en el propio ámbito del sexo, donde el profesor advierte que “bajo una determinada concepción de la actividad sexual, esta sería siempre una forma de instrumentalización del otro”.
El propio Kant en sus lecciones de ética escribe que “sólo mediante el contrato matrimonial y el compromiso vital íntegro que implica se logra purgar esa esencial degradación del ser humano que acontece al convertirse en medio de la satisfacción sexual ajena”. Estos dilemas se deben, según argumenta Gómez-Olano, a que la moral de Kant es “más de forma que de contenido”, es decir, “son una serie de consignas generales para pensar moralmente, pero no una serie de principios concretos con los que manejarse”.