El Parlamento Europeo pidió este jueves a la Unión Europea que reconozca a Edmundo González, refugiado en Madrid, como “presidente legítimo” de Venezuela. El Partido Popular fue el principal impulsor de una resolución que partió a la Eurocámara y que salió adelante con sustancialmente menos apoyo que la que en 2021 pidió el reconocimiento de Juan Guaidó en una situación similar. Aquella votación dio la imagen de una Eurocámara unida, al contrario que la de hoy, donde derechas y ultraderechas votaron a favor mientras el centro liberal, los socialistas, los ecologistas y la izquierda alternativa lo hicieron en contra.
El Partido Popular cometió un error de bulto. La inmensa mayoría de los liberales, y muchos socialistas y ecologistas del centro, el este y el norte de Europa, hubieran votado a favor de la resolución porque no les importaba que el Parlamento pidiera a los gobiernos ese reconocimiento de Edmundo González. Pero votaron en contra porque no querían votar de la mano de la extrema derecha.
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El Partido Popular no buscó sólo los votos del grupo ECR (el de los melonistas o los polacos del PiS, los menos radicales entre las extremas derechas), sino también el de los de Salvini, Orban o Le Pen. Si con ECR el cordón sanitario ya parece roto (uno de sus miembros, Raffaele Fitto, será vicepresidente ejecutivo en la próxima Comisión Europea si pasa el examen parlamentario), con los grupos más a la derecha el cordón sanitario se mantiene para los liberales, ecologistas y socialistas.
Si el Partido Popular no hubiera buscado el apoyo de las extremas derechas su resolución podría haber salido adelante con un apoyo similar o mayor pero además habría conseguido cazar dos pájaros de un tiro, porque habría dejado probablemente a los eurodiputados del PSOE viendo cómo muchos miembros de su grupo europeo votaban a favor y podría haber vendido la imagen de unos socialistas aislados. En cambio, la inmensa mayoría de los medios, de derechas como de izquierdas, reaccionaron contando la resolución y cómo esta había partido el hemiciclo en dos: derechas y extremas derechas de un lado, el resto del otro. Los socialistas, así, tuvieron el respaldo de sus colegas europeos y se pudieron abrigar incluso con los liberales y ecologistas.
Un ejemplo es el caso del PNV. Si en Madrid, porque en el Congreso de los Diputados no hay cordón sanitario contra Vox, unió sus votos al Partido Popular y Vox en una resolución similar, en Estrasburgo se negó a unirse a la derecha y la extrema derecha. Su nota de prensa arrancaba así: “La diputada Oihane Agirregoitia no ha votado hoy la moción que ha presentado en la Eurocámara el Partido Popular Europeo sobre la situación política en Venezuela por estar consensuada con la extrema derecha, una línea roja infranqueable para EAJ-PNV y para Renew Europe, el grupo en el que se enmarca la formación vasca”.
El Parlamento Europeo pidió este jueves a la Unión Europea que reconozca a Edmundo González, refugiado en Madrid, como “presidente legítimo” de Venezuela. El Partido Popular fue el principal impulsor de una resolución que partió a la Eurocámara y que salió adelante con sustancialmente menos apoyo que la que en 2021 pidió el reconocimiento de Juan Guaidó en una situación similar. Aquella votación dio la imagen de una Eurocámara unida, al contrario que la de hoy, donde derechas y ultraderechas votaron a favor mientras el centro liberal, los socialistas, los ecologistas y la izquierda alternativa lo hicieron en contra.