Lecturas infalibles
Laura Ferrero y Emma Bovary: extraviadas
Todavía era abril, pero Barcelona ya olía a verano. Una joven estudiante de secundaria se dirigía a su casa con un encargo para su clase de literatura. “El quijotismo en Madame Bovary”, rezaba su folio. Lo cierto es que el libro no le interesó demasiado la primera vez que lo saboreó, pero tenía algo que permanecería durante años en su paladar: “Nunca me olvidé de Emma, aquella chica extraviada”.
Patinando sobre hielo fino
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La joven no era otra que la escritora y editora Laura Ferrero (Barcelona, 1984), quien con el paso de los años aprendió a valorar más la obra culmen de Gustave Flaubert: “uno de los mejores libros que he leído en toda la vida”. Porque la historia de Emma no es solo una de las mayores expresiones del realismo francés, sino que ha sido un reflejo “de muchos de nosotros en algún momento de nuestra vida”, señala la autora de Piscinas Vacías (Alfaguara). “Es la historia de una mujer que no sabe lo que quiere. O que quiere demasiadas cosas. O que siempre quiere lo que no tiene. O que nunca acierta. O que se casa con la persona errónea. O que no tiene un plan”, comprendió años más tarde.
Lo hizo a través de un artículo de Leila Guerriero, el cual ayudó a Ferrero –una de las escritoras españolas mejor valoradas de los últimos años– a comprender la presencia de Madame Bovary en su vida: “Sin saberlo, me había pasado años pensando y actuando como aquella chica insatisfecha que era Emma, de hecho algunos de mis personajes femeninos dialogan inconscientemente con ella”, reconoce la pluma detrás de El amor después del amor (Bridge). Eligió volver a leer el libro entonces y lo elige de nuevo ahora para recomendarlo dentro de esta sección en la que, a lo largo del verano, diferentes escritores y escritoras proponen un clásico al que regresar para soportar el calor estival.
Otros, sin embargo, quedan aún pendientes de visitar para Ferrero: “Nunca he leído Crimen y castigo y me da vergüenza reconocerlo. Así que está en la lista para este mes de agosto”. Aún así, Ferrero admite que no es demasiado de clásicos, sino que se inclina hacia obras más recientes: “Por ejemplo Conversaciones entre amigos, de Sally Rooney”.