Veranos con historia
El 'regalo' que hizo posible la expansión de la fotografía
¿Qué pasó?
Congelar momentos en imágenes fijas para poder revivirlos una y otra vez. Es fácil llegar al final del verano con cientos de fotografías en el teléfono móvil o en la cámaras digital. Sin embargo, el proceso para conseguir inmortalizar esos instantes requirió de años de investigación y constantes pruebas que, en la mayoría de los casos, no acababan de cuajar. El 19 de agosto de 1839 es clave en la historia de la fotografía: el daguerrotipo, procedimiento fotográfico que habían desarrollado y perfeccionado durante años los franceses Louis Daguerre y su socio, el científico Nicéphore Niépce, se presentó oficialmente ante la expectante audiencia de la Academia de las Ciencias de París.
Si el proceso continuó perfeccionándose con velocidad a lo largo de los años fue gracias a la generosidad del Gobierno francés. François Arago, diputado y miembro de la Academia de las Ciencias, convenció a la Asamblea para que comprara la patente a los inventores. La labor del político francés no acabó ahí: gracias a sus gestiones, el Estado cedió la patente como "don universal" ese mismo día, para que cualquier científico pudiera usarla y trabajar en su mejora.
¿Cuándo pasó?
A comienzos del siglo XIX, en 1824, Niépce ya había logrado obtener las primeras imágenes fotográficas. Sin embargo, la primera fotografía de la historia de la que se tiene constancia es la captada por el científico dos años más tarde utilizando una cámara oscura y plasmando el instante sobre una placa de peltre —aleación de cinc, plomo y estaño— recubierta de betún. Tras ocho horas de exposición al sol, Niépce había conseguido fijar su Vista desde la ventana de Le Gras. Por lo tanto, se puede decir que, aunque haya pasado a la historia como un personaje secundario, el científico fue el padre de la fotografía.
Vista desde la ventana en Le Gras, primera fotografía que se conserva de la historia. | WIKIMEDIA COMMONS
Daguerre, por su parte, seguía muy de cerca todos los descubrimientos relacionados con la fotografía, además de investigar él por su cuenta. Un año después, en 1827, los dos socios entran por primera vez en contacto. Este aprendiz de arquitecto, además de dibujante, se interesó mucho por los avances de Niépce y le convenció dos años más tarde de trabajar conjuntamente en la investigación. Un acuerdo que quedó sellado definitivamente a través de un contrato que ambos suscribieron.
El pintor impidió en repetidas ocasiones a su socio hacer públicos los avances y hallazgos hasta que no perfeccionasen la técnica y pudiesen obtener por ella mayores beneficios económicos. Sin embargo, Niépce no pudo disfrutar de la presentación al mundo de su procedimiento para captar instantáneas al fallecer en 1833.
La muerte de su compañero de investigación no impidió a Daguerre continuar con sus investigaciones. En 1837, el aprendiz de arquitecto dio con la solución definitiva para fijar la imagen y que no se desvaneciera a la luz del sol: tras obtener la fotografía había que bañar la lámina con una solución salina. El proceso, conocido como daguerrotipo, sería presentado ante un auditorio repleto de la Academia de las Ciencias de París.
¿Quiénes fueron sus protagonistas?
El científico francés fue un inventor nato. Además de sus descubrimientos en el terreno de la fotografía —algo en lo que había estado pensando desde que viajó a Cerdeña (Italia) junto a su hermano—, Niépce desarrolló otras invenciones: el primer motor del mundo a combustión interna, un proyecto de bomba hidráulica… Sin embargo, desde 1816 se dedicó en cuerpo y alma a tratar de convertir momentos en imágenes fijas.
Daguerre, por su parte, siempre estuvo ligado al mundo del arte y las letras. Trabajó como aprendiz de arquitecto, diseñador de escenarios, ayudante de uno de los escenógrafos más importantes en el París de la época y, en la primera mitad del XIX, se empleó como pintor. Sin embargo, la fotografía no fue su único descubrimiento. El galo también pasó a la historia por ser el inventor del diorama, un montaje de imágenes que formaban una escena donde el elemento fundamental era la profundidad visual. Este procedimiento fue utilizado en diferentes espectáculos teatrales, llegando incluso a la Ópera de París, para dotar a la obra de realismo.
¿Qué fue de sus protagonistas?
La muerte súbita de Niépce a los 68 años, a causa de una apoplejía, provocó que el científico francés no obtuviese el mismo reconocimiento y beneficio económico que su socio Daguerre. Sin embargo, su hijo Isidoro sí que vería sus bolsillos llenos. Tras el fallecimiento de su padre, su sucesor heredó la participación de Niépce en la sociedad que había montado junto al pintor francés, llegando a firmar un nuevo contrato con Daguerre, tal y como hizo su padre unos años antes.
El 15 de junio de 1839, Daguerre vendió la patente del daguerrotipo al Estado galo a cambio de una pensión vitalicia de 6.000 francos anuales para él y 4.000 para Isidoro. Así, la fotografía fue un regalo para “todo el mundo”. “La invención no puede ser protegida por una patente. Una vez que se conozca, todo el mundo podrá utilizarlo. […] Por lo tanto, o este proceso es de todo el mundo o no se conocerá. Y será una pena para todos los amigos del arte y de la ciencia si tal secreto permanece impenetrable para el público y se pierde tras la muerte de sus inventores”, explicó el miembro de la Cámara de Diputados y presidente de la Academia de Ciencias parisina, François Arago, aquel mes de agosto.
Presentación del daguerrotipo en la Academia de las Ciencias de París. | WIKIMEDIA COMMONS
El proceso desarrollado por Niépce y Dauguerre fue recogido por la prensa de la época y plasmado en libros que fueron traducidos a los principales idiomas. El aprendiz de arquitecto había cumplido su objetivo. Un sueño del que pudo disfrutar, fabricando y comercializando sus propias cámaras, hasta su muerte en 1851. La fotografía había nacido, pero todavía le quedaban siglos de perfeccionamiento hasta llegar a la calidad de imagen que conseguimos en la actualidad.
¿Por qué fue importante?
La divulgación del descubrimiento y la adquisición de la patente por el Ejecutivo francés, permitió que la técnica de captación de la imagen desarrollada por los dos franceses se extendiese por todo el mundo a una velocidad asombrosa, sobre todo a lo largo de América y Europa. Además, facilitó el perfeccionamiento y evolución del procedimiento, así como de las cámaras fotográficas, hasta lo que conocemos en la actualidad.