Humor al cubo
Flo sabe muy bien que el emérito es intocable
Masterchef ha terminado su emisión esta semana y pocos esperaban que Florentino Fernández, famoso como cómico e imitador, pudiera llegar a la final del concurso. El programa se terminó de grabar realmente hace ya unos meses, aunque todos los que participaron en la producción tuvieron que firmar la no revelación de lo que había sucedido. Increíblemente, se consiguió que no hubiera filtraciones. El mismo martes pasado por la mañana le preguntamos a Flo qué iba a pasar: “Me voy a sentar delante del televisor para ver si hay suerte y gano”. No hubo suerte, aunque llegó hasta el duelo final.
Toda la carrera de Flo como cómico e imitador está plagada de grandes éxitos, casi siempre vinculados a la televisión y a la multitud de personajes que ha creado desde hace más de 25 años. En el trato cotidiano con él, resulta siempre difícil separar su vida privada de su carrera artística: “Para mí, la comedia es una forma de ver la vida. Es verdad que es una emoción más, que forma parte de los sentidos que tenemos. Hay gente que tiene humor y otra que no, pero para mí es una filosofía de vida. El humor me ayuda a salir de situaciones muy complicadas, muy difíciles, y sobre todo, de estar siempre conectado con el buen rollo”.
– ¿No parece fácil saber en todo momento qué es y cómo funciona el humor?
– La risa es una cosa muy curiosa, porque no siempre funciona el mismo chiste a la misma hora con la misma persona. No, depende mucho de la química de la gente, del contexto y sobre todo de la información que tiene esa persona. Ahora, por ejemplo, con la situación tan delicada que estamos de pandemia, la sensibilidad está a flor de piel. Los chistes funcionan porque la gente siempre se va a reír, pero los chistes más atrevidos, el humor más atrevido hay que medirlo, hay que llevarlo con mucha delicadeza porque el humor siempre funciona en el contexto en el que se hace.
– ¿Se puede hacer comedia sobre momentos delicados como los que vivimos?
– La clave es tener mucha información sensible de la otra parte, de lo que le ha pasado a la otra parte, en qué situación se encuentra. Por ejemplo, en el país, en esta situación de pandemia en la que se encuentra, hay ciertos chistes que lejos de ser chistes son comentarios absurdos que incluso invitan al rechazo de la persona que te lo cuenta. Es una cosa delicada, depende de la química de las personas, pero siempre se ha dado que un mismo chiste te funciona a las siete de la tarde y la gente se descojona y al día siguiente a la misma hora no te funciona igual.
– En tu caso, ¿el humor te sirve de contrapeso en situaciones delicadas?
– Recuerdo un amigo mío que falleció por cáncer de pulmón y, por circunstancias de la vida, le había prestado tres mil euros para que se fuera de vacaciones con su familia porque no tenía dinero en ese momento. Entonces enfermó y en los últimos días yo fui a verle al hospital y me decía: “Aquí sigo, Flo, me han puesto mascarilla para respirar. Creo que mañana me pasan a la habitación al fondo del pasillo. Ya sabes que, cuando te pasan ahí para estar ya solo, es malo”. Y yo: “Joer, tío, no te preocupes”. Y me dice: “Por cierto, te debo 3.000 pavos, ¿no?”. “Sí”. Dice: “Pues me parece que no… no te los voy a dar”. Son momentos muy delicados, pero yo siempre me acordaré de mi amigo José, que hasta en las peores circunstancias de la vida nos hemos podido reír juntos. Siempre con educación, con respeto, pero nos hemos podido reír.
– Como persona que se dedica al espectáculo, ¿cómo has vivido estos meses de confinamiento y toques de queda?
– El confinamiento fue algo muy triste en la vida de todos. Estoy acostumbrado a estar en casa, me encanta, soy muy casero. Es verdad que no es lo mismo utilizar tu propia libertad que obedecer unas reglas. En este caso te impiden ejercitar esa libertad, salir fuera. Yo no lo pasé mal, aunque también he tenido familiares que han fallecido de covid y eso es muy triste, pero, he intentado sacar cosas positivas. Con todos los aplausos a las 8 de la tarde, la unión que sentías con el resto del mundo, decías: “Todos estamos en la misma situación”. Me gustaba mucho y me parecía muy bueno, dentro de lo malo. El mundo ha cambiado y, a partir de ahora, es todo distinto a lo que era antes, pero por lo menos el humor y la risa siguen estando ahí, siguen siendo parte esencial de la gente y eso me gusta. Creo que la risa es un lujo que no podemos permitirnos no disfrutar.
– Antes del covid tenías un espectáculo con José Mota y Santiago Segura con el que recorríais España...
– Lo pasábamos muy bien. Nos ocurrió de todo. Me acuerdo, por ejemplo, de que un día José Mota nos dice de golpe: “¡Joe, me estoy cagando!”. La función era a las ocho y media. Poníamos un vídeo de arranque, y a las ocho y treinta y dos se me acerca José y me dice que se está cagando. Y yo: “¿Y qué quieres que hagamos? ¡Tenemos que salir!”. Total, que salimos. Yo me iba fijando en la cara de José, y él iba diciendo su texto y sus cosas pero iba poniendo cara de “la tortuga está asomando y no la puedo frenar”. En un momento dado del show, en que estamos los tres ya un poco más cerca, de repente empiezo a oler algo. Me quedo mirando a José y me mira. Y todo esto con miradas, porque cuando estás trabajando con otros, tú estás soltando el texto como si hubiera una relación absolutamente normal, pero hay un subtexto que atiende a la mirada entre nosotros. Él decía su texto y me iba mirando y yo le miraba a él, diciéndole con el pensamiento: “¡Te has cagado!”. Y él me decía con su gesto: “¡Siiiiiií, pero no digas nada!”.
– Supongo que juntar a varios tipos divertidos parece una llamada para generar situaciones de comedia...
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– Muchas veces, la comedia surge de la forma más inesperada. Tengo una anécdota muy buena. Me acuerdo de una gala de Unicef a la que vinieron los reyes, el actual rey emérito, don Juan Carlos, y doña Sofía. Querían saludar a todos los artistas. Estábamos allí Antonio Banderas, Julio Iglesias, Miguel Ángel Muñoz, yo… y había muchos. Nos vinieron a saludar uno por uno. Llegó a mi y me dice: “¡Hombre! Lo que me he reído yo contigo. Mira, Sofía, el Flo”. Y yo: “Sí, sí”. Termina de saludar y viene Miguel Ángel Muñoz y me dice: “Tío, nos hacemos una foto con el rey”. Digo: “¡Eso sería la caña!”. Y le digo: “Díselo tú que a mí me da vergüenza”. Así que Miguel Ángel se le acerca y le pregunta: “Don Juan Carlos, perdón, ¿nos hacemos una foto?”. Y nos responde: “Sí, sí. ¡Vamos a hacerla!”. Total, nos ponemos cada uno a un lado y me salió lo normal cuando haces una foto, agarrar por la cintura a quien tienes al lado. Inmediatamente, mientras estoy posando mirando a la cámara, noto que alguien me va quitando los dedos de la mano uno a uno. Y pienso: “¿Esto qué es?”. Entonces, miro, y es el de seguridad que me mira como diciendo: “No se puede tocar. Que te hagas la foto, vale. Ya me habéis marcado el gol, pero tocar al rey, ni de coña”. “¡Perdone, perdone!”, y quité la mano. Fue un poco paleto, pero claro, ¿quién se echa una foto con el rey? Nadie, nunca. Pues yo tengo esa foto, la tengo que buscar porque la tengo por ahí. Es supermítica.
– ¿Y en tu vida familiar, el humor tiene mucha presencia?
– Mira, una vez, con mi hijo, estábamos comiendo con Alberto Chicote, y me dice: “Joe, qué gracioso eres, cabrón, me río mucho contigo”. Y de pronto aparece una señora y me dice: “Perdone, ¿me podría dar un autógrafo?”. Le respondo: “Sí, sí, por supuesto, encantado”. Le pongo: “Con mucho cariño, Flo” y le hago la típica gracieta: “Se toma usted esto cuando se encuentre usted mal. Se lo lee tres veces al día cada ocho horas y se le pasan todos los males” y empieza la tía a descojonarse: “Ja, ja, ja, ja, muchas gracias, qué gracioso”. Se va y Chicote le dice a mi hijo: “¿Has visto a tu padre, lo gracioso que es?”. Y mi hijo le dice sin cortarse un pelo: “Sí, mi padre es muy gracioso, pero ¡a mí no me hace ni puta gracia!”. Y yo: “Pero, tío, ¿por qué dices eso?”. Y me contesta: “Porque siempre me estás echando la bronca por los deberes, que si llego tarde, que me tienes controlado…”. Mi hijo piensa que cómo me he dedicado a esto del humor, con lo serio, frío y lo distante que soy. Y a lo mejor es verdad, a lo mejor esa es mi otra parte, como desciendo de León y de Guadalajara, ahí todos somos muy fríos, aunque muy buena gente.