El PP abraza a Puigdemont por Navidad Pilar Velasco
¿Por qué le pedimos a los futbolistas lo que no le pedimos a los políticos?
Según Amnistía Internacional, en 2021 hubo al menos 579 ejecuciones en aplicación de la pena de muerte. AI utiliza ese término, "al menos", porque son las que puede documentar. De ellas, al menos 314 fueron en Irán. Es decir: el país ejecuta a más de la mitad de los seres humanos asesinados por los, al menos, 18 estados que aplicaron la pena capital el año pasado. Irán es el paraíso de la pena de muerte, muchas de esas ejecuciones por simples delitos de drogas.
Estos días el mundo pide clemencia para Amir Nasr-Azadani, futbolista de 26 años acusado por las autoridades iraníes de asesinato en el entorno de las protestas contra el régimen del país. Una acusación posiblemente falsa, como las que se han hecho contra activistas o enemigos ideológicos en todas las dictaduras para justificar su asesinato de estado. En España y Argentina, por ejemplo, están documentados decenas de casos de fabricación de acusaciones falsas de terrorismo cuando se aplicaba la pena de muerte, sea durante el franquismo o la dictadura militar argentina. Estos días se dice que Nasr-Alzadani está condenado "por defender los derechos de las mujeres", lo que posiblemente sea inexacto pero más cercano a la realidad que de lo que le acusa el régimen persa.
Humanamente no puedo justificar que en la final del Mundial no hubiera un solo gesto que, seguro, hubiera ayudado para evitar lo que parece inevitable. Pero me sorprende que esos políticos (...) hagan semejante ejercicio de funambulismo moral
En redes millones de personas reclaman clemencia, entre ellos futbolistas (el sindicato Fifpro, que representa los sindicatos de todo el planeta, es el que más claramente se ha pronunciado pidiendo que no se ejecute a Nasr-Alzadani, y de manera individual también lo han hecho en redes varios jugadores, por poner dos que juegan en España, Borja Iglesias y Radamel Falcao), pero llama la atención la cantidad de políticos y políticas españoles que han puesto la foto del jugador en Twitter. Como si ellos y ellas no pudieran hacer nada más.
No puedo entender, no me cabe en la cabeza, que un futbolista tenga la oportunidad de ayudar decisivamente a evitar el asesinato de su compañero y no haga nada. Humanamente no puedo justificar que en la final del Mundial no hubiera un solo gesto que, seguro, hubiera ayudado para evitar lo que parece inevitable. Pero me sorprende que esos políticos, que forman parte de partidos de gobierno, hagan semejante ejercicio de funambulismo moral con el futbolista cuando no consta que hayan movido una pestaña por el hecho de que en Irán se ejecute a cientos de personas, de lejos el país que más. Ni en Irán ni en ninguna otra parte.
Vuelvo a repetir que no me cabe en la cabeza lo que han hecho los futbolistas en el Mundial con este tema, y tengo claro que para mí humanamente dejan mucho que desear, pero ¿por qué le exigimos a los futbolistas lo que no le exigimos a nuestros políticos? ¿Exactamente qué hacemos para presionarles para que actúen contra la pena de muerte en el mundo? ¿Cómo les penaliza electoralmente no hacerlo? ¿Cómo les va a penalizar haber aprobado otra forma de ejecutar a seres humanos, que es lo que hizo Marruecos en la valla de Melilla?
No abogo por que a todo el mundo le preocupe todo ni soy yo un ejemplo de nada. Pero, quizá, deberíamos empezar todos, como ciudadanos, a exigir a nuestros políticos, que son los que tienen el trabajo de hacerlo, que actúen contra la barbarie de la pena capital y contra el país que la ejecuta de manera más indiscriminada: Irán. Con las protestas políticas de este año contra el régimen me temo que las cifras se van a disparar. Amnistía Internacional volverá a denunciarlo, países como el nuestro volverán a ponerse de perfil y los ciudadanos seguiremos pidiéndole más a los futbolistas que a los políticos. No digo que no se lo merezcan los jugadores: estoy de acuerdo. Pero, desde luego, no más que quienes de verdad deben hacer ese trabajo.
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