Ignacio Ellacuría, teólogo y filósofo de la liberación Juan José Tamayo
... Que te enseña a volar
¿Qué porcentaje de la vida es risa y cuánto de ella son lágrimas? Eso depende, ya saben. Hay a quien le toca más porción de una que de las otras y viceversa. No, tampoco es justo ni equitativo el reparto del dolor y la alegría entre los habitantes del planeta. Pero no parece que podamos existir sin la combinación de ambas…
El pasado miércoles cumplí un sueño que acariciaba desde hace años. La mayoría de las veces, los sueños son superiores a su consecución, lo que imaginamos suele ser mejor que lo que logramos. Sin embargo, en esta ocasión sucedió todo lo contrario, lo que viví fue mucho más grande de lo que había esperado durante tanto tiempo.
El sueño consistía en ver Ícaro, de Daniele Finzi Pasca. Si usted no sabe de él, le cuento que es clown, actor, coreógrafo, gimnasta, dramaturgo, escritor y empresario teatral. Un creador capaz de construir montajes escénicos colosales, como las ceremonias de tres Juegos Olímpicos, o de idear y dirigir grandes y fascinantes espectáculos, como Corteo y Luzia, del Circo del Sol.
Pero Finzi Pasca es también el creador de gran belleza en un espacio pequeño. Tiene ese don que poseen contados corazones sensibles para construir universos en granos de arroz. Como mi amiga Pepa, que hace con sus manos miniaturas que contienen más vida que cientos de hoteles mastodónticos juntos.
Y el Ícaro de Finzi Pasca es un brillante oxímoron, una gigantesca miniatura de pensamiento; una construcción teatral que aparenta sencillez pero complejísima en el fondo. Un monólogo tejido de humor, amor, ternura y filosofía, que contiene la vida entera.
El 'Ícaro' de Finzi Pasca es un brillante oxímoron, una gigantesca miniatura de pensamiento; una construcción teatral que aparenta sencillez pero complejísima en el fondo
Finzi Pasca escribió esta obra hace 32 años y ha girado desde entonces por todo el mundo. Es la máxima representación de la técnica “El teatro de la caricia”, un concepto creado por el dramaturgo, que él define como “la experiencia de que el otro está vivo, está primero y es un fin en sí mismo. Una estética del cuidado”.
En esta historia, concebida para un solo espectador, Finzi Pasca te coge de la mano desde el escenario y te lleva a caminar junto a él. Y el tío no te suelta el corazón hasta que abandonas el teatro. Yo todavía lo tengo enganchado de las telas con las que él juega…
Me gustaría decirles que vayan mañana mismo a ver a Daniele Finzi Pasca en escena con Ícaro, pero la del miércoles fue una función única, en todos los sentidos… Eso sí, si algún día tienen la posibilidad de vivir la experiencia en cualquier teatro del mundo, no la dejen escapar. Y si lo hacen, me atrevo a pensar, con toda humildad, que agradecerán mi recomendación como un obsequio fascinante.
Yo se lo agradezco en el alma a mi amigo Juan Herrera, que siempre me hace regalos verdaderamente valiosos. Esos que no se pagan con tarjeta, ni en efectivo, ni con un bizum. Esos que tienen el valor de la vida. Junto a Juan, la proporción de risas y lágrimas es de tres cuartas partes contra una, como el agua en el planeta, como el miércoles en aquella butaca del teatro, mientras volábamos de la mano de Daniele, el genio, Finzi Pasca.
Il viaggio. Gianmaria Testa:
Nota de la autora: El espectáculo NUDA, de la compañía Finzi Pasca, continúa de gira por España. De ese todavía pueden disfrutar.
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