Ignacio Ellacuría, teólogo y filósofo de la liberación Juan José Tamayo
‘Fakejóo’
He discrepado en no pocas ocasiones de declaraciones o actuaciones de la exvicepresidenta socialista Carmen Calvo, pero aplaudo lo que dijo la otra noche en Hora 25: la mayor mentira de la actual democracia española, la más insensata y cruel, fue la de José María Aznar cuando atribuyó a ETA los atentados yihadistas del 11 de marzo de 2004. Ninguna otra la supera en tamaño, desvergüenza y vileza, ninguna. Buena parte del pueblo español lo tuvo claro enseguida y ello le costó al PP perder unas elecciones que tenía casi ganadas, las del 14 de marzo de aquel año.
Las derechas españolas tienen un grave problema con la verdad. Sueltan embustes descomunales y, como se los repican con alborozo la inmensa mayoría de los medios de comunicación, acaban creyéndose que son ciertos. Además, saben que, aunque terminen descubriéndose sus falacias, sus hooligans van a perdonarles. Ni tan siquiera van a exigirles confesión, arrepentimiento y propósito de enmienda.
No nos hagamos los tontos, todos sabemos que, si lo exigen las cuentas, 'Fakejóo' gobernará con Abascal como vicepresidente y con ministros de Vox
Este verano, Feijóo, al que Aníbal Malvar rebautizó como Fakejóo, encarna el arte de mentir cual bellaco sin mover el menor músculo de la cara. Se hace el pobretón al decir que su partido tiene que pagarle un jugoso sobresueldo para que pueda vivir de alquiler en Madrid, aunque infoLibre haya descubierto que tiene en propiedad un piso grande y con terraza en Chamberí. Afirma los días pares que no va a gobernar con Vox, pero los días impares matiza que salvo que necesite sus votos para gobernar. Pues claro, si obtiene directamente mayoría absoluta, no necesitará a Vox, ¡menudo Pitágoras nos ha salido el de Ourense! Ahora reivindica la reforma laboral que Yolanda Díaz pactó con los sindicatos y la patronal, aunque el PP votara en su contra en el Congreso y la tenga recurrida ante el Constitucional. Y va por los platós diciendo que siempre debe gobernar el partido más votado, aunque el PP acabe de aliarse con CC y Vox, respectivamente, en Canarias y Extremadura para arrebatarle el poder al más votado, el PSOE.
El socialista extremeño Fernández Vara ha calificado de “indecencia” la pretensión de Feijóo de que el PSOE le deje ocupar La Moncloa si el PP llega el primero, pero no con mayoría absoluta, a la meta del 23J. Es indecente, sí, y confirma la caradura con la que va por la vida el político orensano. ¿Es que esta cantinela del “partido más votado” solo sirve si éste es el PP, señores Feijóo y Felipe González? ¿Por qué no la ha aplicado ahora el PP en Canarias o Extremadura? ¿Por qué no la aplicó cuando, en 2019, el PSOE de Sánchez ganó dos veces consecutivas?
Jamás le compraría un coche usado a Fakejóo, no es de fiar. Este sujeto se hizo con el poder en el PP mediante maniobras orquestales en la oscuridad, sin presentarse a primarias, como sí había hecho su antecesor, Pablo Casado, y, por cierto, también Pedro Sánchez en el PSOE. Y lleva años repitiendo que no sabía que su amigo Marcial Dorado era contrabandista y narcotraficante cuando media Galicia lo sabía. Feijóo no tiene otros principios y valores que la conquista del poder.
No nos hagamos los tontos, todos sabemos que, si lo exigen las cuentas, Fakejóo gobernará con Abascal como vicepresidente y con ministros de Vox. Lo del PP y Vox no es un matrimonio de conveniencia, como aún creen algunos ilusos; es un matrimonio de amor, el de dos primos que ya jugaban juntos de niños. Fakejóo aplicará en España el reparto de poder ya materializado en más de 140 ayuntamientos y comunidades: el PP se queda con la gestión de los negocios que favorezcan a los familiares y amigos del matrimonio; Vox se ocupa del adoctrinamiento de la prole.
Si Feijóo acepta ahora la reforma laboral es porque no se han cumplido sus pronósticos agoreros de que iba a disparar el desempleo. Recuerden, este cura de la extremaunción se pasó meses pregonando que España iba a entrar en bancarrota, y no ha sido así. Está claro que no tiene pajolera idea de economía, todo lo fía a rebajarles los impuestos a los ricos y alargar la vida de las nucleares, una medida que, por cierto, nos costaría más de 3.000 millones de euros adicionales. Pero a Feijóo no se le puede negar cierta astucia aldeana, y esta le alcanza para saber que una mentira repetida mil veces puede convertirse en verdad para muchos parroquianos. Sobre todo si los gacetilleros no la ponen en cuestión.
Fakejóo ha sustentado su ascenso en las encuestas en base a un puñado de bulos delirantes. Uno de los más toscos y exitosos es el que afirma que Sánchez ha estado gobernando con ETA. Poco importa que ETA desapareciera hace doce años, bajo el Gobierno del socialista Zapatero. Poco importa que los supuestos herederos de ETA, los de Bildu, ni hayan tenido ministros ni hayan suscrito con Sánchez ningún pacto como el que sí que hemos visto rubricar en Valencia a su PP con el Vox del maltratador Carlos Flores. Calumnia, que algo queda.
Las trolas que llevaron a tantos españoles a votar al PP el 28 de mayo, y que siguen vigentes de cara al 23J, son las mismas que impulsan a los votantes de Vox. Las familias comparten no solo intereses, también imaginarios, fantasmas y terrores.
Nietos de Fraga y Blas Piñar, bisnietos de Franco, los dos primos de la derecha españolista también dan pábulo a una paranoia delirante: si gana el 23J, Sánchez autorizará un referéndum para que Cataluña se independice. Tal patraña es contraria a todo lo realmente ocurrido en los últimos años. En primer lugar, que el único referéndum de autodeterminación allí intentado fue bajo la presidencia de Rajoy, en 2017. En segundo, que Sánchez ha desinflado el Procés. Pero qué más da. Tú pasa de los hechos, olvídate de la razón, dirígete a las tripas. Crea miedo, que algo queda.
No me extraña que Fakejóo le tema a los debates electorales televisados. Se sabe poquita cosa, alguien que ha ascendido colándose en silencio por los intersticios de la escalera. Ahora cree que todo español de bien debe desear y favorecer su llegada a La Moncloa, tal y como lo hacen Ana Rosa, Motos y demás telepredicadores. Su triunfo es una cuestión de derecho natural, debe decirle al oído Cuca Gamarra.
Pero hay partido, vaya que lo hay. El 23J no está ganado de antemano por Fakejóo y sus primos de Vox. No lo digo solo por las encuestas, lo digo por mis conversaciones con la gente, que valoro más. Si fuera por la economía y, en general, por lo realmente existente, el PSOE de Sánchez y sus aliados explícitos (antes Unidas Podemos, ahora Sumar) no tendrían demasiados problemas en ganar las próximas elecciones. Pero la cosa está en el alero porque las derechas son mucho más hábiles en el manejo de emociones. Inventándoselas, si es preciso.
En la España de este verano cualquiera te puede soltar en la cola de un supermercado que Sánchez regala subvenciones automáticas a todo inmigrante irregular que ponga el pie en España, y también a sus padres, su pareja y sus hijos. Y cuando le preguntas al que lo dice si conoce algún ejemplo concreto, te responde que no, pero que lo ha leído en un grupo de WhatsApp. Y, en la misma cola, sin solución de continuidad, otro añade con rotundidad que España sufre una plaga de okupaciones de viviendas de ancianas, propiciada por Sánchez. “¿Conoce algún caso?”, le preguntas. Contesta que no, pero que, en su finca, todo el mundo se está poniendo alarmas antirrobo y antiokupación. “¿No será por la tremenda campaña publicitaria de las empresas de seguridad?”, sugieres, sin obtener respuesta.
Con insolente franqueza, la monumental lona colocada en Madrid por los matones de Desokupa se ha encargado de explicitar la conexión entre el bisnes de la seguridad privada, la publicidad televisiva y la ideología ultra. Pero no llegas a poder decirlo, porque una tercera persona de la cola, una señora de mediana edad, se incorpora a la tertulia afirmando, escandalizada, que Sánchez nos lleva a la ruina con sus viajes presidenciales en Falcon. Cuando vas a responder que Aznar y Rajoy también volaban en Falcon, te toca tu turno ante la cajera.
Calumnia, que algo queda. El uso de la mentira por las nuevas derechas ultramontanas del planeta quedó bendecido oficialmente cuando el Gobierno de Donald Trump proclamó que no existe la falsedad, sino el hecho alternativo. La Tierra es plana. La crisis climática no existe, tampoco la violencia machista. El coronavirus lo inventaron los rojos para cercenar la libertad de ir a los bares. Bill Gates quiere ponernos a todos un microchip. Los progres tienen un plan para que Occidente sea negro y musulmán. Y también para que todos nuestros hijos se hagan gais y todas nuestras hijas lesbianas. Quizá ya hayamos entrado en la época del Idioceno, como escribe Ana Campos en eldiario.es
Pero sí, tiene razón Carmen Calvo: al PP de Aznar nadie puede quitarle el galardón de precursor universal de la infamia con su “Ha sido ETA y quien diga lo contrario es un miserable”, y, bueno, también con el previo “'Créanme, hay armas de destrucción masiva en Irak'. De ahí viene el actual PP de Fakejóo. El que, a través de Moreno Bonilla, no tiene empacho en reconocer que su dirigente extremeña, María Guardiola, ha tenido que “tragarse sus palabras” sobre que jamás gobernaría con Vox. ¿Y qué? ¿Qué problema hay en tragarte tus palabras cuando estas no valen nada?
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