Ataques en Magdeburgo: la cautela como arma Ruth Ferrero-Turrión
El timo de la lista más votada (vente a Alemania, Alberto)
El Partido Popular concurrió a las elecciones generales del pasado 23J con la mochila cargada de pactos de gobierno en autonomías y alcaldías con el partido de extrema derecha VOX. El catálogo de decisiones que ya se habían puesto en marcha, en mi opinión, era suficiente para disuadir a las personas razonables de prestarle apoyo. A pesar de todo, 11.125.584 (PP+VOX) de electores les han dado su confianza frente a 12,143.864 que han votado a otras opciones que formaban parte del Gobierno de coalición y sus apoyos parlamentarios. Ante este panorama electoral, las terminales mediáticas de la derecha extrema pusieron en marcha una extraña tesis con el mantra de la existencia de una especie de derecho sacramental al Gobierno de la lista más votada, por supuesto siempre que sean ellos.
Se ha dicho por activa y por pasiva que la Constitución exige la mayoría absoluta en primera votación y la simple en la segunda. La Ley electoral expresamente reserva el sistema de la lista más votada para las elecciones a las autonomías y a los municipios. En todo caso se exige también la mayoría absoluta en la primera votación. Las encuestas más optimistas acercaban al Partido Popular a los 160 diputados, pero la realidad fue otra. Si confundimos la política con la contabilidad, podemos llegar a conclusiones realmente pintorescas y extravagantes. Imaginemos una votación muy repartida que lleve a que con 90 diputados sea la lista más votada y se exija gobernar sin ningún otro razonamiento. También podría darse que la lista más votada cuantitativamente tuviese uno o dos escaños menos que la que le sigue en votos. Así podríamos matemáticamente llegar a variaciones que nada tienen con que ver con la legitimidad democrática que otorga exclusivamente el artículo 99 de la Constitución. De todas formas, como se ha demostrado, el Partido Popular ha dado muestras de no tener un excesivo respeto por la lista más votada en comunidades y ayuntamientos en los que se ha saltado la norma que quiere convertir en una especie de regla de oro.
Apoyos mediáticos no le han faltado, y seguirán reiterando que en las matemáticas se encuentra la legitimidad democrática de esta incongruente teoría que tratan de convertir, como dicen los modernos, en una posverdad. En esta elemental línea puramente matemática, les recuerdo que la Constitución considera que todos los ciudadanos son iguales ante la ley y que, por tanto, sin perjuicio de sus ideologías e incluso de sus aspiraciones independentistas, suman exactamente igual que aquellos que quieren retornar las glorias imperiales de la España Una, Grande y Libre. Los que vivimos la dictadura siempre supimos que la libertad consistía en poner en las quinielas el resultado que nos apetecía.
El Partido Popular tiene la oportunidad de enviar algunos 'Erasmus' a estudiar los usos y costumbres democráticas de sus homólogos germánicos. Estoy seguro de que todos saldríamos ganando
En ocasiones, el Partido Popular ha invocado el sistema alemán de grandes coaliciones entre los dos partidos mayoritarios para trasplantarlo a nuestra simetría parlamentaria. Demuestra una absoluta ignorancia de cómo se ha desarrollado la política alemana desde tiempos atrás hasta el momento presente, para llegar a gobiernos de coalición. Desde el Canciller Gerhard Schröder, pasando por Helmut Kohl, Angela Merkel y el actual Canciller Olaf Scholz han conformado gobiernos de coalición en los que participan los Verdes y los liberales, que tienen posturas muy claras respecto de las políticas ecológicas, económicas y en el rechazo a cualquier pacto con los que tratan de justificar y revitalizar el nazismo.
Es curioso y llamo la atención sobre este punto que cancilleres como Helmut Kohl, Angela Merkel y en la actualidad con una dirigente destacada en la CDU como Úrsula von Der Layen, han mantenido mejores relaciones personales y políticas con Felipe González, con Zapatero y ahora con Pedro Sánchez que con sus naturales congéneres, los líderes del Partido Popular. Pienso que esta circunstancia debería hacerles meditar sobre el camino que les queda por recorrer hasta poder ser homologados con otras derechas europeas. Incluso la emergente Alianza por Alemania también tiene notables diferencias con la extrema derecha española.
Por eso cada vez que se invoca el ejemplo alemán me viene a la memoria la divertida película de Pedro Lazaga Vente a Alemania Pepe, en la que el personaje encarnado por Alfredo Landa se deja engatusar por las promesas de un embaucador y termina trabajando de sol a sol sin alcanzar el bienestar que le habían dibujado en el país de las maravillas. Núñez Feijóo y sus panegiristas deberían darse una vuelta por Alemania para comprobar que allí en materia de impuestos están a años luz de lo que aquí promete el PP y que ha llevado a cabo en las comunidades que gobiernan con mayoría absoluta como Madrid. Si gobiernan, ni impuesto a las grandes fortunas, a las sucesiones, a las eléctricas y a la banca. Por supuesto privatizar la sanidad y la educación. El timo alcanza sus cotas más sofisticadas en la prometida rebaja del impuesto sobre la renta de las personas físicas. Las rentas bajas y medias ya pueden guardar sus beneficios para pagar las pólizas de seguros de salud y los extras de los colegios concertados.
Los acuerdos que ya se han plasmado en normas legales en la Comunidad de Castilla y León se extienden como una mancha por todos los territorios en los que han llegado a un acuerdo de gobierno con Vox. Confunden un Gobierno de coalición con objetivos claros, democráticos y consensuados, con una especie de Gobierno de contemplación en el que el PSOE sería un espectador pasivo de todas las tropelías retrógradas que ya han materializado donde gobiernan. Recopilo alguna de sus iniciativas que ya se habían plasmado en normas legales o promesas de gobierno antes de las elecciones generales y que pretenden reproducir si tienen las manos libres. Entre otras: derogar las leyes de aborto y eutanasia, romper la paz social disolviendo organizaciones integradas conjuntamente por la patronal y los sindicatos, (Prefieren emplear el dinero público en promocionar escuelas de tauromaquia), convertir las ciudades en el reino de los automóviles, desarrollo incontrolado de la ganadería y agricultura intensivas, a pesar de las advertencias de todos los organismos europeos sobre su impacto en la salud y el medioambiente, derogación de la Ley de Memoria Democrática asumiendo las tesis del bando golpista, negación de la existencia de la violencia de género, sustituyendo el término por el de violencia intrafamiliar. En fin, podría seguir, pero creo que es suficiente.
Cuando estaba escribiendo estas líneas se ha hecho público el acuerdo con la extrema derecha para hacerse con el Gobierno de Aragón, en el que la medida estrella es la derogación de la Ley de la Memoria Democrática, reformar la ley trans y acabar con la “ideología” en las aulas. Una persona sin ideología es lo más parecido a una lagartija. Hubo un tiempo en el que el Partido Popular escribió que “los ciudadanos españoles no se merecen coaliciones oportunistas con partidos extremistas ni independentistas que pongan en riesgo todo lo que hemos logrado en los años de democracia. Si queremos consolidar nuestra condición de gran nación europea, actuemos como tal”. Una gran nación europea debe tener una derecha democrática homologable a la alemana. El Partido Popular tiene la oportunidad de enviar algunos Erasmus a estudiar los usos y costumbre democráticas de sus homólogos germánicos. Estoy seguro de que todos saldríamos ganando.
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José Antonio Martín Pallín es abogado y comisionado de la Comisión Internacional de Juristas (Ginebra). Ha sido Fiscal y Magistrado del Tribunal Supremo.
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