La legislatura de los 'match ball'
En las elecciones del 23J fallaron al final las encuestas porque, 'in extremis' y gracias a los errores y mentiras de Feijóo, hubo una movilización del electorado progresista que impidió una mayoría absoluta del trumpismo españolista representado por el PP y Vox. Fue el primer match ball que se superó.
Ganó el PP con 137 escaños que sumados a los Vox, UPN y CC alcanza 172. El PSOE obtuvo 121 y sumados a sus socios de coalición y a otros grupos con los que sostuvo el Gobierno llega a 171. Sin menospreciar los votos de cada grupo progresista, los siete escaños independentistas radicales de Junts jugarán un papel decisivo. Es patente el equilibrio de fuerzas en un escenario que no favorecerá que se rebaje el nivel de crispación, la polarización y, lo que es peor, el odio.
Con ocasión de la formación de la Mesa del Congreso se repite la historia y se supera otro match ball. Pero la incertidumbre sobre el proceso de investidura que viene va a continuar. Aunque me sorprenden algunas reacciones de euforia, en ciertos medios y en las redes, tras evitar que la Presidencia del Congreso cayera en manos de Cuca Gamarra, alineada con Ayuso y Sarah Palin.
Debemos ser conscientes de que esta especial competición democrática, en el mejor de los casos para Pedro Sánchez, aún nos hará vivir episodios de angustia. Superar un match ball significa que el partido continúa y que habrá más situaciones límite para reeditar un Gobierno de progreso mediante una investidura de encaje de bolillos o tras una repetición electoral en diciembre. Una repetición que, de celebrarse, no doy por perdida si las cosas se hacen bien y los datos y variables socioeconómicas, nacionales e internacionales, favorecen.
Ante la alta tensión de la vida política, nada mejor que un Presidente –en funciones– muy institucional que gestione un tiempo para la distensión con calma, diálogo y humildad
En ambas situaciones, es muy conveniente que Feijóo cumpla su palabra y se someta al proceso de investidura. Ayudará a clarificar posiciones con la transparencia que da un largo debate en el Congreso y reducirá la capacidad de manipulación trumpista del PP. Tampoco ocultaré que su desgaste en el debate y previsible fracaso en la votación provocará una crisis de liderazgo en el PP.
En el caso del Presidente en funciones, y si fuera investido tras una negociación de encaje de bolillos, no se le acabará el partido. Porque, con un Senado en contra y las tensiones producto de las estrategias propias de las fuerzas de apoyo a Sanchez, llegarán momentos de duras negociaciones, episodios de crisis y deslealtades. Y cada proceso presupuestario, lo mismo que la tramitación de leyes de calado, supondrán nuevas bolas de partido.
Mientras, los partidos del Gobierno han de seguir gestionando con prudencia la dulce derrota del 23J. Les interesa complementar el relato del freno a la involución con una estrategia que apueste decididamente por cuidar, al máximo, las formas democráticas y emplear un discurso alejado de la crispación. Ante la alta tensión de la vida política, nada mejor que un Presidente –en funciones– muy institucional que gestione un tiempo para la distensión con calma, diálogo y humildad.
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Odón Elorza es exdiputado y miembro del Comité Federal del PSOE.
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