El Gobierno de los platos chinos Cristina Monge
...Que no levanta la mano
“La muerte me ha salvado la vida”. La frase no es mía, su autor es Fernando Polanco, guionista, escritor y creador de un cómic que nace de una depresión con intento de suicidio. Una forma brillante y escueta de contar eso de tocar fondo, después de mucho dolor y con el impulso, subir a respirar.
Fernando está construido de una mezcla tan poderosa de talento y bondad que, incluso cuando construye humor muy oscuro casi negro –y lo hace francamente bien–, deja que algo de luz atraviese la opacidad. Como esos rayos que se cuelan por las persianas en la siesta, llenos de motas de polvo en suspensión que, si pones mucha imaginación y un poco de romanticismo, te parecen estrellas.
Hace unos días, lo acompañé en la presentación de su cómic Aquí en Madrid. No, no es esa frase hecha que usamos, sin darnos cuenta, los que vivimos en esa ciudad, es que su obra se llama así: Aquí. Y cuánto dice una sola palabra cuando el contexto es fuerte. Este lo es. Que Polanco siga “aquí”, significa que no hizo lo que le pedía el cuerpo o más bien la cabeza, tirarse por la ventana.
La presentación de cualquier obra creativa, propia o ajena, tiene algo de celebración, al menos yo siempre lo vivo así. Pero esta fue distinta. No, no imaginen un acto luctuoso lleno de gente cariacontecida que escucha a un autor hablar de su experiencia, rozando la muerte, junto a una compañera que lo acompaña en el sentimiento. No. Visualicen una sala dentro de una librería especializada en cómics, manga, libros y juegos de mesa. La sala está llena de gente joven, están presentes el hermano y la madre del autor y este va vestido con colores pastel. Hay muchas risas, algunos silencios y un pollo de goma.
Y cuánto dice una sola palabra cuando el contexto es fuerte. Este lo es. Que Polanco siga 'aquí', significa que no hizo lo que le pedía el cuerpo o más bien la cabeza, tirarse por la ventana
El pollo, uno de esos que emiten un pitido si lo aprietas, fue la herramienta que Fernando dio a uno de los asistentes para que la utilizara como alarma, en caso de que él o yo nos deslizáramos por la pendiente de la autoayuda edulcorada. Contó Fernando que, mientras construía su cómic, escuchaba un pollo que le alertaba del peligro de caer en la tentación de “hacerse un Míster Wonderful”. El quejido del ave de goma nos impediría acercarnos a ese territorio rosa chicle al hablar de salud mental, de heridas sin curar, de precariedad laboral y de preservar la vida cuando no tienes ganas de seguir subido a ella.
En algún momento de nuestra conversación, Fernando, con su luminoso acento del Puerto de Santamaría, dijo: “Que levante la mano quien nunca haya acariciado la idea de acabar con su vida”. Y… ninguna persona de las que allí estábamos levantó la mano. Después se hizo un silencio.
Me guardo en el recuerdo la tarde con Fernando y los que acudieron a la presentación de Aquí, como una de esas experiencias bonitas que hacen que la vida tenga algún sentido. Me queda el regusto de todas las risas, el cariño y la complicidad que vibró en aquella librería. Me queda también la pregunta de Fernando y el silencio como respuesta coral. Y, sobre todo, la satisfacción de haber hablado de suicidio y salud mental con franqueza, sin eufemismos, sin que nos gritara el pollo. Eso sí es un rayo de luz a través de la persiana. Lean a Fernando Polanco.
Al otro lado del río, de Jorge Drexler.
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