Ataques en Magdeburgo: la cautela como arma Ruth Ferrero-Turrión
La gran lección vasca
Sin sorpresas. Las encuestas lo habían pronosticado, y sus vaticinios se han confirmado con apenas algunos ligeros matices. Lo más relevante, que Bildu ya mira cara a cara al hegemónico PNV, consiguiendo más apoyos tanto en Guipúzcoa como en Álava. Empatados en escaños, menos de 30.000 votos separan a ambas formaciones nacionalistas.
Con un ligero deslizamiento hacia la izquierda, que alcanza 542.000 votos, 3 puntos y 3 escaños más que en 2020, el PSOE toma oxígeno con dos escaños más y se sitúa en mejor posición para encarar las catalanas y las europeas. Es un balón de oxígeno para Pedro Sánchez, que ve cómo se estabilizan los apoyos en el Congreso de los Diputados tanto de EH Bildu como del PNV, al tiempo que su partido sigue en el Gobierno vasco donde incluso puede ampliar su presencia. La percepción y el estado de ánimo son elementos claves para afrontar una campaña.
Por el contrario, el espacio que representó anteriormente Podemos se desangra y se queda -con permiso del voto exterior- con un único escaño, que, ironías del destino, ni siquiera es el de su primera candidata, Alba Rodriguez, sino que lo obtiene por Álava, y lo ocupará Jon Hernández Hidalgo, secretario general del PCE y firme partidario de Sumar. De Podemos, ni rastro. Nada que no pasara ya en Galicia ni que no hubieran advertido los estudios demoscópicos. La izquierda alternativa se desmorona por momentos y el desgaste provocado por la elaboración de las listas europeas no va a ayudar precisamente.
En el momento en que los partidos nacionalistas se han centrado más en cuestiones sociales, materiales y cotidianas, y menos en identidades o independentismo, han conseguido el mejor resultado de su historia, 54 escaños
El Partido Popular mejora levemente los resultados de 2020 y Vox resiste en Álava, pese a que el PP casi duplica los apoyos en esa provincia. Las derechas españolistas siguen siendo irrelevantes en territorios tan significativos como Euskadi o Cataluña. ¿Qué propone, exactamente, en estas comunidades? Todo un signo de que no consiguen entender, precisamente, la enseñanza que nos deja este 21A.
La auténtica lección vasca, de la que nos acordaremos en tres semanas cuando voten los catalanes y catalanas, es que, en el momento en que los partidos nacionalistas se han centrado más en cuestiones sociales, materiales y cotidianas, y menos en identidades o independentismo, han conseguido el mejor resultado de su historia, 54 escaños. Alejados de histrionismo, de proclamas que se saben irreales, la campaña ha correspondido a las preocupaciones de la sociedad vasca, como reflejaban todos los sondeos. Eso ha posibilitado que el PNV, pese al desgaste que supone gobernar, haya aguantado relativamente bien, y que Bildu haya visto reforzado su giro pragmático y haya dejado de ser considerado por buena parte de la sociedad vasca como el reflejo del horror que fueron los años de ETA.
El estudio de las postelectorales y de los trackings nos dirá si el resultado de los abertzales podría haber sido mejor de haber perdido el miedo a calificar a ETA como banda terrorista. A priori, parece que la influencia de tal cuestión no ha sido la que se esperaba. Al menos, la que se esperaba desde fuera de Euskadi, en el enésimo ejemplo de que las cuestiones territoriales no se viven igual en su respectiva comunidad autónoma que en el resto de España y especialmente en Madrid. Olvidar esto, como pasa más veces de las deseables, imposibilita un adecuado entendimiento de la realidad.
Con todo, la gran lección vasca es que la política sólo gana cuando acierta interpretando lo que la sociedad demanda, que es lo mismo que decir, en cada momento, lo que de verdad importa. Falta ver si los que van a gobernar siguen acertando en la lectura e interpretación de lo que las urnas han dicho.
Mis colegas discuten en los chats cuál es la auténtica noticia de la noche. Hay quien dice que la victoria del PNV, hay quien apuesta por el avance espectacular de Bildu y lo que eso dice del momento en que se encuentra la sociedad vasca. Yo me quedo con lo que hay de fondo y que explica tanto una cosa como otra: saber leer la realidad social y no despegarte de las preocupaciones ciudadanas es la clave para conseguir un buen éxito electoral. Eso, y que la ciudadanía confíe en sus instituciones como los vascos y vascas lo hacen.
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