Ataques en Magdeburgo: la cautela como arma Ruth Ferrero-Turrión
Ese pecado original
Todas hemos visto esa foto de la vergüenza donde aparecen representantes y directivos (todos hombres) de grandes empresas españolas que se reunieron con Milei el sábado. Hoy atendemos a una cierta disculpa por parte de esa élite económica no por haber asistido a un encuentro que fue ajeno a la agenda institucional, por cuanto el Sr. Milei no ha atendido los protocolos propios de la visita de un mandatario internacional negándose a reunirse con quienes le correspondería: presidente del Gobierno y jefe del Estado, sino por el inefable comportamiento del presidente de Argentina en nuestro país. El resumen es claro, fueron porque quisieron, sin ninguna obligación y a mi juicio ningún incentivo habida cuenta del carácter panfletario y mitinero del viaje.
Supongo que muchos ciudadanos y ciudadanas se verán sorprendidos por esta actitud, digamos, poco respetuosa y coherente con los intereses de su país de esa cohorte de privilegiados. No es mi caso. Llevamos tiempo asistiendo atónitas al comportamiento de una patronal más que politizada, y próxima a la hipérbole si ha de pactar con un gobierno de otro color político. Años viendo cómo mientras el tejido empresarial de nuestro país se compone muy mayoritariamente de pequeñas y medianas empresas y de autónomos, los intereses que defiende esa patronal sean básicamente los de las grandes. Solo así se entiende su posición reactiva a cualquier avance social en forma de reparto de riqueza con las personas trabajadoras.
La causa de este dislate es la falta de definición postconstitucional de la representación empresarial democrática. Hay una sola organización patronal que actúa en los procesos de diálogo social, marco institucional de participación y negociación colectiva, que no se legitima con el voto o el apoyo de aquellos a quienes dicen y deberían representar, sino que ha venido siendo otorgada por un statu quo hereditario, por la vía de los hechos. Mientras que los sindicatos compiten en elecciones sindicales y se miden a través de los delegados y delegadas que obtienen en las mismas, y el gobierno obviamente se constituye tras el apoyo del parlamento que nace de las elecciones generales, los empresarios no, simplemente reciben un reconocimiento público por la gracia de dios (permítanme el sarcasmo) sin que nadie les haya designado a tal fin, y porque es necesaria una contraparte para avanzar.
No es solo la falta de principios democráticos en este aspecto lo que resulta intolerable, sino las consecuencias que tienen para toda la ciudadanía. Cuando una tiene que legitimarse periódicamente con respecto a la gente que le designa, obviamente responde a los intereses, las decisiones y las necesidades de ese colectivo. Si no es así, se producen perversiones como a las que asistimos: reuniones con quien no se debe, en contextos puramente politizados, mantenimiento de posiciones poco coherentes con lo que se dice representar, e incluso la falta de la más mínima sensibilidad con respecto a la igualdad en función de género, tan presente ya en nuestra sociedad y tan exigida como principio, como derecho y como valor.
No tendremos una democracia plena hasta que todas nuestras instituciones y los actores que las representan se constituyan bajo criterios democráticos y respondan a intereses colectivos. De ello depende la calidad de las decisiones y el avance social que pretendemos
El post foto ya lo hemos visto antes: lo siento mucho, no volverá a ocurrir y no compartimos los exabruptos lanzados por el Sr. Milei. No los tengo por tan inocentes como para no haber previsto el espectáculo que venía a organizar dicho mandatario. Lo sabían y no reflexionaron al respecto del significado de una foto claramente indigna para el país que compartimos, ni a las personas a las que dicen o creen representar. No lo merecemos, como tampoco merecemos la tibieza y la equidistancia de partidos políticos que callan o dudan.
No sé si basta ahora con rechazar, ya no el espectáculo fascista de Milei, sino los evidentes insultos que le acompañan. No sé si su presencia, las largas horas de silencio posteriores pueden borrarse con tanta facilidad, tampoco si esos 18.000 millones de euros de intereses económicos privados en Argentina les compensa frente al patriotismo que ostentan en sus pulseras y en sus banderas. Tampoco resulta creíble que por no atender a los caprichos privados del Sr. presidente de Argentina en visita no oficial pudiese perjudicar ese balance económico que tanto le interesa. Sencillamente no cuela.
Corresponde ahora creo una reflexión conjunta. No tendremos una democracia plena hasta que todas nuestras instituciones y los actores que las representan se constituyan bajo criterios democráticos y respondan a intereses colectivos. De ello depende la calidad de las decisiones que adopten, el justo equilibrio entre todas las partes, la veracidad de las propuestas y el avance social que pretendemos. No es nada personal, se trata del interés colectivo.
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