La utilización sexual de las atletas en la alta competición
Las atletas están siendo utilizadas, desde hace años, como objeto sexual en el deporte de alta competición, en el atletismo y en todas las disciplinas, a través de la vestimenta. Siempre hay resquicios por los que se cuela el machismo más burdo y ancestral; así como la desigualdad, la discriminación, el abuso de poder y el uso, tal vez ilícito, de imágenes y vídeos para adultos en internet.
En los XXXIII Juegos Olímpicos de París 2024, por primera vez en la historia, hay paridad de género. Participan 5.250 atletas de cada sexo y las mujeres podrán competir en todas las disciplinas. Al fin se ha conseguido la igualdad en este ámbito que, desde mi punto de vista, no es el más importante; después de todo solo se trata de números. Por eso a la ejecutiva del Comité Olímpico Internacional, que se compone de once miembros varones y cinco mujeres, no le ha supuesto mucho esfuerzo aprobar esta norma que, si bien es correcta, no aborda el problema de la desigualdad por sexo. De hecho, sigue habiendo una discriminación profunda, dolorosa y humillante en otros aspectos como son: el trato, las exigencias a las mujeres en comparación con los hombres, la diferencia salarial y el machismo subyacente, que se materializa en la vestimenta femenina y en la utilización de las imágenes. En las Olimpiadas aún queda un camino largo por recorrer para llegar a la no discriminación de género, al respeto a la mujer, a la igualdad.
Apenas han comenzado los Juegos Olímpicos de París y ya ha habido polémica por la discriminación en la vestimenta femenina. Las atletas han protestado por el diseño de la ropa en la zona del pubis, que es demasiado estrecha y tirante. Varias deportistas se rebelaron en la previa de la competición por este tema; algo que ya había sucedido en abril, cuando se presentaron los diseños de manera oficial. Nadie les ha hecho caso. Por enésima vez surgen enfrentamientos por los diseños de la vestimenta de las mujeres, que no cumplen los principios básicos de comodidad y adaptación a las pruebas que ellas han de realizar.
La incomodidad en la vestimenta puede desviar la atención de la atleta y afectar en su rendimiento. ¿Y cuál es la razón por la que se permite que el equipamiento no sea el adecuado? ¿Por qué compiten con braguita de un máximo de diez centímetros de ancho en las caderas y con las perneras demasiado grandes para que se desplacen hacia el centro, ¡con lo incómodo que es!, dejando al descubierto las nalgas? En el caso concreto de los saltos de longitud no hay duda de que les entra arena en los genitales. Es indigno, vergonzoso, ofensivo y vejatorio. Es la utilización de la mujer como objeto sexual; una explotación en toda regla que se cobija bajo el paraguas de prestigio, que representan los Juegos Olímpicos.
No es puritanismo ni siquiera pudor; es una denuncia por el aprovechamiento sexual de la mujer, que compite en ropa interior escueta, por imposición del macho, para que puedan ser contempladas a placer, como objeto sexual.
En la red pueden encontrarse vídeos e imágenes con los siguientes títulos:
- Deportistas que enseñaron de más en Río, 2016 (solo adultos)
- Lo más sexi de los Juegos Olímpicos de Tokio, 2020
- Las mejores colas calientes, sexis y atléticas de los Juegos Olímpicos de Brasil, Río 2016
Por poner unos ejemplos.
En 1896 se celebraron, en Atenas, los primeros Juegos Olímpicos modernos. En esta primera convocatoria se prohibió la participación de las mujeres. El barón Pierre de Coubertin consideraba que el deporte era exclusivo de los hombres. Esta postura la apoyó la iglesia católica. El papa Pio X dificultó la inclusión de las atletas con esta máxima: “Si eres una mujer con aspiraciones a participar, no solo eres una libertina, sino también una pecadora”.
Los segundos JJOO se celebraron en París, año 1900, coincidiendo con la Exposición Universal. En esta ocasión participaron 997 atletas de los cuales 22 eran mujeres, que compitieron en tenis, vela, cricket, equitación y golf, modalidades que se consideraban compatibles con la feminidad. Charlotte Cooper se alzó con dos medallas de oro en tenis, convirtiéndose en la primera campeona olímpica de la historia. Para jugar, Charlotte Cooper, llevó un vestido largo hasta los pies, cuello alto y corbata.
Poco a poco se incrementó la presencia de la mujer en los Juegos Olímpicos alcanzando cotas deportivas muy altas. Consiguieron que se las valorara como grandes atletas; medallistas fuertes, decididas y luchadoras. Con el paso del tiempo la mujer fue adquiriendo autonomía y se desligó de las convenciones sociales y religiosas
Poco a poco se incrementó la presencia de la mujer en los Juegos Olímpicos alcanzando cotas deportivas muy altas. Consiguieron que se las valorara como grandes atletas; medallistas fuertes, decididas y luchadoras. Con el paso del tiempo la mujer fue adquiriendo autonomía y se desligó de las convenciones sociales y religiosas. Su participación se hizo cada vez más amplia, y a medida que aumentaba su libertad aumentaba también la discriminación en el seno mismo del mundo deportivo. Se hace patente el machismo, la contradicción, la falta de respeto, la desigualdad. Es como si dijeran: “Tú te lo has buscado. Has conseguido llegar hasta aquí, ¿no? Pues, ahora, te aguantas. No olvides que, a pesar de ser una atleta de élite, vales muy poco. Así que competirás en ropa interior escueta para que yo y todos los espectadores podamos contemplarte a placer; y voy grabar tus actuaciones en los Juegos Olímpicos, después seleccionaré los vídeos y las imágenes más explícitas y las subiré a la red”. La humillación es infinita.
En el caso concreto de los Juegos Olímpicos es responsabilidad del Comité Olímpico Internacional (COI) que se respete la igualdad entre hombres y mujeres y que se elimine la discriminación por sexo. Y también le corresponde tomar las medidas necesarias para que no se utilicen imágenes ni vídeos de consideración erótico-sexual en internet, procedentes de las competiciones de los Juegos Olímpicos.
Nieves Sevilla Nohales es socia de infoLibre.