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¿Otros seis años de bloqueo del CGPJ?

Felipe Domingo Casas

Después de la satisfacción, y hasta el entusiasmo, manifestado por Pedro Sánchez por el pacto alcanzado para la renovación del Consejo General del Poder Judicial, de inmediato ha desaparecido la jovialidad y ha aparecido la tensión. Comienzan los articulistas y opinadores a impacientarse. A no comprender los motivos de este nuevo bloqueo en la elección del presidente, como si no encontraran en la historia de estos casi seis años del bloqueo los indicios suficientes para averiguarlo. Los nuevos vocales confundieron a la opinión pública con sus primeras manifestaciones, ya que “su aspiración era superar la imagen de politización que mostraron sus predecesores” y “abandonar la dinámica de bloques”. Nada más lejos de la realidad.

Los miembros elegidos, sin pacto previo como en ocasiones anteriores sobre quién iba a presidir el Consejo y también el Tribunal Supremo, se han mantenido como dos bloques férreos en varias votaciones para elegir presidente o presidenta. Han atendido al mandato del Partido Socialista y del Partido Popular que les han designado como progresistas y conservadores, y  cada uno se ha mantenido fiel a su candidato. Nada nuevo bajo el sol en la actual situación política. La historia no se repite pero rima.

Inmediatamente han comenzado las excusas y las culpas, y me atrevo a afirmar que hasta que el bloque progresista no ceda, “en aras de lograr el consenso y facilitar el desbloqueo”, no habrá presidente en las dos instituciones. Porque tendrá presidente sí o sí. O presidenta, pero uno u otra conservador. ¡Menudos son los magistrados del Tribunal Supremo para permitir que una mujer, sobre todo si es una abanderada del progresismo, los presida! 

Porque no nos engañemos. El Consejo General del Poder Judicial es correa de transmisión en primer lugar del Tribunal Supremo y restantes tribunales corporativos, a cuyos miembros nombra, y en segundo lugar de los jueces y magistrados de los juzgados. Y en esta elección, que consideran de gran importancia, su influencia sobrevuela más que nunca. Al Tribunal Supremo no le gustan las aventuras. Todas las Salas nos han dejado resoluciones de gran transcendencia corregidas por otras leyes del Parlamento (caso del impuesto de Actos Jurídicos Documentados o la de amnistía ) o por el Tribunal Constitucional (caso de los ERE).  

Eliminadas todas las pajas, todas las excusas, el currículum mediante lo que se juega en el tablero de la carrera judicial es que el Tribunal Supremo permita o no que se manifieste ante la opinión pública española y en Europa que una mujer, con una ideología pronunciada progresista, minoría dentro de la minoría de género en las distintas salas que componen el TS, presida a muchos hombres, mayoritariamente conservadores. En el cónclave para elegir al papa, donde las votaciones a veces se alargan, las diferencias se manifiestan entre iguales en el género y en el mantenimiento del dogma, porque todos son hombres. Pero cuando se trata de la política y de las instituciones que las presiden, el antifeminismo y el antigénero siguen manifestándose virulentamente. Durante casi seis años, la APM ha permanecido callada aguantando el vaciamiento de miembros del Tribunal Supremo y de los tribunales superiores y  audiencias. Ha permitido que se dilataran muchas sentencias. Pero su influencia en el CGPJ actual permanece intacta, manifiesta y rotunda, a través de varios vocales afiliados y otros/as respaldados. No importa que transcurran otros cuantos meses sin cubrirse las vacantes. 

El currículum mediante lo que se juega en el tablero de la carrera judicial es que el Tribunal Supremo permita o no que se manifieste ante la opinión pública española

Aun con interrogante, el título es exagerado. No pasarán otros seis años en la elección del presidente. Se da como seguro que el plazo es perentorio: acudir a la apertura del año judicial con el nombramiento hecho, pero si cede el bloque progresista. Una parte de la judicatura ha perdido la vergüenza y cree que gana la lentitud y el enredo.

La cacareada independencia, a la que tanto aludió el PP para no renovar el CGPJ, avalada en general por las asociaciones de jueces, se ha evidenciado una engañifa. Vuelven las excusas para que Pedro Sánchez no se salga con la suya. Una mujer presidiendo el Consejo y el Tribunal Supremo de ideas avanzadas, para el PP, para Ayuso, para la APM, significaría que Pedro Sánchez continúa con su política de colonización de todas las instituciones del Estado. Como hasta ahora, al PP le está saliendo bien este nuevo bloqueo, ningún dirigente ha abierto la boca. Si se les torciera, otra vez pondrían el grito en el cielo. Pero ya digo: no lo verán mis ojos, ni aunque vea doble.

Felipe Domingo Casas es socio de infoLibre.

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