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Por favor, ¿alguien me puede aclarar de verdad para qué sirve la monarquía?

Alfons Cervera

La noche del 23F dormí fuera de casa. Como tanta otra gente. En València estaban los tanques en las calles. Me llamó mi amigo Carlos para que fuera a su casa. Ya me estaba esperando Amparo en el coche. El calor de la camaradería. El miedo convertido en coraje, como escribía Mario Benedetti. Antes de salir llamé a Rodri por si lo recogíamos por el camino. Lo cogí saliendo a una iglesia. Aquellos tiempos y algunas iglesias y los curas de esas iglesias… Todo el tiempo esperando a ver cuándo salía el rey a dar la cara. Y qué decía. Salió muy tarde. Yo ya me iba a dormir. Y después de escucharlo, me fui definitivamente a la cama pensando que no había aclarado nada. Sin embargo, desde ese mismo instante, sólo leería y escucharía versiones extrañas, al menos extrañas para mí: el monarca había salvado la democracia. O yo era tonto de solemnidad cosa por otra parte nada imposible o eran los demás quienes habían visto y oído algo totalmente distinto a lo que yo había visto y oído en la tele esa noche. Lo que sentí aquella madrugada, la inquietud y la seguridad de que el rey no había aportado en su tan esperada como dilatada comparecencia algo que nos inspirara confianza, lo he dicho y escrito desde aquel día muchas veces y en muchos sitios. Ahora parece que el rey o mintió como un bellaco o en verdad yo tenía razón y no había salvado ni la democracia ni nada que se le pareciera. Podría añadir aquí todo lo que se supo luego. Que el rey era el protagonista principal de una impostura.

Durante todos los años de su reinado ha vivido a cuerpo de rey (y disculpen ustedes la ironía). Dentro y fuera de sus responsabilidades institucionales. Ha vivido al aire de sus conquistas sentimentales y a mí eso me daría igual si sus juergas y las casas donde se reunía con sus amantes se las hubiera pagado él y no con nuestro dinero. Si los dineros que ahora salen a la luz con motivo del affaire con Bárbara Rey hubieran salido de su bolsillo y no de los nuestros. Que el coste de la cacería de elefantes y otras piezas en Boutsana lo hubiera apoquinado él mismo y no el fondo de reptiles que son los que están a libre disposición de quienes controlan y alimentan todos los secretos. Que sus cuentas multimillonarias aquí y en paraísos fiscales hubieran sido perseguidas y condenadas por una justicia que apoya sin complejos a los poderosos y se ensaña de mala manera con quienes no tienen donde caerse muertos… Hay muchos más casos de corrupción en el historial de un rey que fue abrigado por una transición miedosa y demasiado complaciente con el pasado. Había que hacer olvidar que la Monarquía era una herencia franquista y por eso se coló de tapadillo en la Constitución de 1978. Y encima un insulto a nuestra dignidad individual y colectiva: el yate donde se lo pasa bomba se llama Bribón. Vaya cachondeo.

Hay muchos casos de corrupción en el historial de un rey que fue abrigado por una transición miedosa y demasiado complaciente con el pasado. Había que hacer olvidar que la Monarquía era una herencia franquista y por eso se coló de tapadillo en la Constitución de 1978

Ahora miro un rato al rey de ahora: Felipe VI. Más de lo mismo en algunas situaciones que se parecen demasiado a las vividas por su padre. Renunció a la herencia paterna en plena pandemia, también de tapadillo. Como si el dinero fuera del patriarca borbón y no nuestro. Su nombre, el del hijo, aparecía en alguno de los negocios del hoy rey emérito y no se aclaró nada. El papel de mediador institucional en los conflictos políticos se vio muy claro en el 'procés': abrió la boca para echar petróleo al fuego que ardía en Catalunya. ¡Menudo mediador el tío! Sus visitas a países donde se pasan los derechos humanos por el forro son constantes: en eso también ha salido a su padre. Les va la marcha mora, pero la mora multimillonaria, claro, no la otra. Y de nuevo se repite la protección que tuvo el padre casi toda la vida. Hay que salvar al hijo, protegerlo de la influencia paterna como antes fue protegido el padre para que no se notara demasiado que venía del dedo del dictador. Caer siempre en los mismos errores, como canta Chavela Vargas en uno de sus boleros inmortales.

Podría añadir más extrañezas a aquellas que empecé a vivir la noche del 23F. De un rey y del otro. Y lo más importante de toda esta retahíla de agravios que nos han infligido el padre y el hijo: a ver cuándo salen los nombres, incluido el del rey, claro está y si se diera el caso, implicados en el golpe de Estado del 23F. A ver quiénes ordenaban y quiénes firmaban los pagos que permitían a Juan Carlos I llevar la vida loca y corrupta hasta las cachas que llevaba mientras este país o una buena parte de este país lo llevaba en andas y bajo palio como si fuera un héroe al que debíamos eterna y agradecida pleitesía. A ver si el PSOE se decide, de una vez por todas, a proponer o apoyar las Comisiones de Investigación que hagan falta en las instituciones democráticas para que dejemos de ser un país lleno de fantasmas, de sombras cada vez más inquietantes, de demasiadas herencias franquistas que dañan hasta la exasperación esta democracia. Sé que ustedes podrían añadir a esta lista de iniquidades monárquicas muchas más. Y que no habría bastante sitio en infoLibre para recogerlas todas.

Pero ya termino. Y lo hago con la pregunta del millón, una pregunta que me gustaría que respondieran quienes están leyendo esto que escribo y, desde luego, los más sabios y afamados constitucionalistas de nuestro país: por favor, ¿alguien me puede aclarar de verdad para qué sirve la monarquía? Prometo tenerlas todas en cuenta. En serio: absolutamente todas. Gracias. 

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 Alfons Cervera es escritor. Su último libro es 'El boxeador', editado por Piel de Zapa.

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