La presidenta (y II)
Todavía se siguen infructuosas pesquisas para conocer la ignota identidad del ciudadano M. Rajoy, que aparece en los llamados papeles de Bárcenas en relación al tráfico de sobres declarado por el entonces tesorero del partido, que hoy preside desde la oposición un nuevo y prometedor valor de la derecha política.
Tanta preocupación por peinar y repeinar el hirsuto honor de un pícaro que esconde cientos de miles de euros al fisco, con la deshonesta a la par que presunta intención de sustraérselos a las españolas y españoles necesitados del apoyo público, véase el ejemplo reciente de las víctimas de la catástrofe valenciana que no por anunciada supieron algunos responsables gestionar en tiempo y forma, y los recursos que la sanidad, la educación, la seguridad públicas requieren todos los días y que tan presunto caballerete defraudador confeso esconde para agasajar a su ego y su parentela, de hecho o de derecho, en suntuosos cubículos obscenamente caros y cuya financiación no se corresponde con los salarios y beneficios conocidos allegados honradamente por los miembros de la unidad familiar.
¡Pasen y vean! Malabarismos nunca antes vistos con sumarios y resoluciones imposibles que acaban casando, nada por aquí nada por allá, por lo civil o por lo criminal
Por hoy ya he cubierto el cupo de presunciones a la hora de hacer nuevas amistades, así que me despido de quizá presuntos lectores de inteligencia y buen gusto probados al haber llegado hasta este párrafo de despedida en el que me permito desear ciertamente toda clase de éxitos a la señora presidenta del CGPJ, en su labor de defender el buen nombre de la judicatura española, presuntamente mancillada por aquellos que la ponen al servicio de facciones políticas. Quienes esperan ver recompensadas sus más que presuntas vilezas en un futuro en el que sus esfuerzos por desnaturalizar la función jurisdiccional les rindan los beneficios en la medida que su presunta corrupción haya podido contribuir a revocar el gobierno legítimo de España en el lodazal de los nuevos pícaros de solemnes continentes e indumentarias en inminente ascenso a las responsabilidades gubernamentales, por la puerta de atrás, en el último minuto y de penalti injusto.
Ahora aupados al gobierno, por no atinamos a imaginar qué nefastas coincidencias, acicateados por futuras recompensas por servicios rendidos, alcanzan a explicar el proceder aparentemente excéntrico y obsesivo de algún elemento togado que desprestigia la justicia española, en la que cierta patología moral en unión de cumplida habilidad técnica consiguen convertir cualquier futesa en un árbol de navidad con todas sus destelleantes bolas, guirnaldas, espumillón y polícromas luminarias encendidas a modo de “cortilandia judicial” en día de puertas abiertas. ¡Pasen y vean! Malabarismos nunca antes vistos con sumarios y resoluciones imposibles que acaban casando, nada por aquí nada por allá, por lo civil o por lo criminal.
Todo ello presuntamente, por supuesto, desde el título hasta el punto final.
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Fernando Pérez Martínez es socio de infoLibre.