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Púnicos

Mario Martín Lucas

El otoño había llegado puntual a Madrid en aquel octubre del año 2008, la lluvia complicaba el tráfico en la hora punta de retorno de la jornada laboral, con atascos en todas las circunvalaciones alrededor de Madrid, pero el tiempo parecía haberse parado en la localidad de Titulcia, en un pequeño mesón, cerca de una chimenea con un generoso fuego, David, Paco, Arturo y Willy apuraban la última mano de su partida póker, antes habían comido donde Luis, cómo de costumbre, los segundos martes de cada mes, una cita es una cita y las cuentas son las cuentas.

Paco estaba recién nombrado consejero de Presidencia de la Comunidad de Madrid, lo que suponía su ratificación como el hombre fuerte del partido en Madrid, tenía la confianza de la “condesa” y su posición ganaba enteros ante una posible sucesión, aquello fue en el mes julio, coincidiendo con la inauguración de la cárcel de Estremera, cuyo acto protagonizó el ministro del Interior, Rubalcaba, acompañado por él.

La cabeza de Paco bullía, su presencia estaba allí pero en su pensamiento estaba tomando la decisión de alejarse de citas como esa, él ya no era un alcalde más, en ocasiones futuras, otros martes en adelante, sería José Miguel, su sucesor en Valdemoro, quien acudiría, él se tenía que concentrar en el partido, había que establecer una nueva red operativa, más joven, los tiempos del equipo de Romero de Tejada habían pasado, y Ricardo sólo pensaba en mantener su posicion, y prebendas, en el consejo de Caja Madrid.

Ya en el coche, de regreso a su casa, los recuerdos afloraron en Paco al pasar por la finca agrícola en la que su padre trabajó en largas jornadas de sol a sol, aún era capaz de recordar los atardeceres y el olor de la siembra. El antiguo dueño de aquella finca fue alcalde de Ciempozuelos durante mucho tiempo, como también lo fue uno de sus hijos, eso era habitual en la época de su niñez, también Jesús Díez fue alcalde muchos años, pero ahora el poder lo tenía él, aquel niño que correteó por esos caminos, en busca de su padre, saludando con respeto al señor …¡y lo aprovecharé, claro que lo aprovecharé!

…Paco, se despertó sobresaltado, le había costado dormirse la noche anterior, debía tomar algo para superar sus pesadillas, últimamente las tenía con mucha frecuencia, pero, un momento, ¿qué es esto?, realmente estaba en una celda, no había sido una pesadilla: estaba en la cárcel de Estremera, en aquella misma que inauguró seis años antes.

Mario Martín Lucas es socio de infoLibre

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