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Haciendo la historia

“De vida y de muerte”, testimonios de la 'Operación Cóndor'

El dictador chileno Augusto Pinochet junto a parte de su cúpula.

El director Pedro Chaskel (La insurrección de la burguesía, 1975), uno de los precursores del nuevo cine chileno, indaga en los Archivos del Terror de la dictadura del general paraguayo Alfredo Stroessnerdescubiertos en Paraguay en 1992. El cineasta comenzó a grabar en el año 2000 testimonios de una decena de entrevistados que abordan el exterminio coordinado por el Gobierno argentino, chileno, uruguayo, paraguayo y boliviano conocido popularmente como la Operación Cóndor.

Un total de 15 años le han hecho falta al cineasta para aglutinar los testimonios en un documental de 42 minutos que las críticas latinoamericanas han calificado como “fundamental” para comprender el horror y el dolor humano que desprenden las víctimas y supervivientes que se exponen frente a la cámara. La Operación Cóndor consistió en un plan de inteligencia diseñado y coordinado por los servicios de seguridad de varias dictaduras latinoamericanas. Brasil, Argentina, Bolivia, Paraguay, Urugay y Chile, en colaboración con la CIA de Estados Unidos –aunque aún no se conoce el alcance exacto de su participación–, acabarían con todo aquel disidente o resquicio de izquierda opositora durante la década de los setenta.

Mientras, al otro lado del Pacífico,  gran parte de Europa vivió como espectador la Guerra Fría librada entre EEUU y la Unión Soviética, en Latinoamérica Hugo Bánzer (Bolivia), Augusto Pinochet (Chile), Alfredo Stroessner (Paraguay), João Baptista Figueiredo (Brasil), Jorge Rafael Videla (Argentina) y Juan María Bodaberry (Urugay) participaron activamente en el conflicto. La Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos (NSA) menciona de manera explícita en sus documentos desclasificados que la Operación Cóndor es el nombre en clave de un acuerdo “de cooperación entre servicios de inteligencia de América del Sur para eliminar actividades terroristas marxistas en el área”.

En los llamados Archivos del Terror, descubiertos en Paraguay, se hace referencia al número de víctimas de la operación, que según los papeles se cobró la vida de 50.000 personas, provocó 30.000 desaparecidos y encarceló a alrededor de 400.000.

Imágenes de desaparecidos en la Operación Cóndor del Museo de la Memoría.

¿Cómo se crea?

Dos años más tarde de la caída de Salvador Allende en Chile, y una vez instaurada la dictadura de Augusto Pinochet, en 1975, Manuel Contreras –que entonces era jefe de la Inteligencia chilena– fue invitado a las instalaciones de la CIA en Langley, a una visita que se extendió hasta durar 15 días. Tras esto, el 25 de noviembre del mismo año, Contreras y demás altos mandos de la Dirección de la Inteligencia Nacional (DINA) chilena se reunieron con sus homólogos de Paraguay, Uruguay, Argentina y Bolivia. Al ser Contreras el que inció las conversaciones, terminó siendo señalado como el artífice del plan.

Concretamente, los asistentes fueron Benito Guanes Serrano, coronel de Ejército paraguayo; el coronel del Ejército de Uruguay José Fons; Jorge Casas, capitán de navío de la SIDE argentina, y el mayor del Ejército de Bolivia Carlos Mena. En este encuentro denominado "reunión de Trabajo de Inteligencia Nacional", según el acta de fundación del operativo encontrado a posteriori, se acordó que cada país llevaría acciones de "prevención" contra elementos "subversivos". Brasil fue el siguiente país que se adhirió a la lista, seguido de Perú y Ecuador en 1978.

El acuerdo clandestino funcionó desde mediados de la década de los setenta hasta bien entrados los años ochenta, y su meticulosa coordinación sirvió para perseguir y eliminar a militantes políticos, sociales, sindicales y estudiantiles. Además, los países integrantes del plan, gozaron de unas fronteras abiertas entre sí, que les permitía libertad de movimiento para facilitar el intercambio de prisioneros o llevar a cabo los secuestros, torturas y asesinatos.

Una de las principales localizaciones donde el grupo de países operaba era Automotores Orletti –ese es el nombre que aparecía a la entrada, aunque los militares implicados lo llamaban El Jardín–, un centro clandestino situado en Buenos Aires donde secuestraron y torturaron al menos a 300 personas.

Fachada actual de Automotores Orletti

Los 'Archivos del Terror'

En diciembre de 1992, un antiguo exiliado paraguayo descubrió una estación de policía en un suburbio en Asunción. En su interior, encontraron más de 700.000 archivos de militares relativos a la operación tanto en Paraguay como en Argentina, Chile, Uruguay y Brasil. Estos eran los documentos más exhaustivos y más numerosos encontrados hasta la fecha, y dado su estremecedor contenido fueron denominados popularmente como los "Archivos del Terror".

Tanto estos escalofriantes archivos como los papeles desclasificados durante el gobierno de Bill Clinton no solo se usaron para corroborar la vileza de los crímenes. La mayoría de escritos han servido para abrir numerosas causas judiciales –la mayoría en Argentina–, algunas de ellas aún abiertas a día de hoy. Aunque no se conoce el contenido completo de los documentos, entre las toneladas de papeles que se descubrieron, algunos hechos sí fueron señalados y publicados por la prensa.

Entre los casos más destacados se encuentra un documento que hace alusión a la estancia del Ché Guevara en Foz de Iguazú (Brasil) con algunos perseguidos por las dictaduras; el acta fundacional de la Operación Cóndor; un informe de diez hojas de Pastor Coronel –jefe del Departamento de Investigaciones de la Policía de la capital del Paraguay– en el que se relata el "proceso de subversión" que se intentó "desatar" en el país, y que fue catalogado como confidencial; crímenes y más crímenes, toneladas de papel que describen a quién, cómo y cuando se llevaron a cabo.

Los archivos también incluyen alusiones a los llamados "vuelos de la muerte", que se basaban en arrojar a personas vivas al mar o a un río desde aeronaves.

Las víctimas

Cualquier distinción era motivo de persecución. Desde ideología política, hasta orientación sexual pasando por religión. La justicia paraguaya registra en siete volúmenes todos los casos archivados hasta la época, que comprometen a las autoridades nacionales e internacionales con crímenes de lesa humanidad en el Informe Final de la Comisión de Verdad y Justicia.

Entre los casos más sonados, se encuentran el del coche bomba que mató a Orlando Letelier en Washington, exministro de Interior y ministro de Defensa del gobierno de Salvador Allende en 1976, o el asesinato del hijo y la nuera del poeta argentino Juan Gelman – esta última asesinada tras dar a luz a una niña que fue dada en adopción–.

Los juicios

En un principio, la Operación Cóndor empezó como un simple intercambio de información, pero fue creciendo hasta secuestrar, torturar y asesinar a disidentes con el incondicional apoyo de sus respectivos gobiernos. Hace escasos dos meses, Argentina se convirtió en el primer país que condenaba a los protagonistas del Plan Cóndor. Un juicio con 105 víctimas y 18 imputados que comenzó en 1999 y que poco a poco ha ido engrosando el número de casos. Los principales imputados fueron condenados a penas de entre 8 y 25 años por “asociación ilícita en el marco del Plan Cóndor”, según un tribunal federal.

A pesar de que la mayoría de impulsores del Plan Cóndor ya ha muerto, la justicia todavía tiene cuentas pendientes con el último dictador argentino, Reynaldo Bignone; el general Santiago Riveros; el coronel uruguayo Manuel Cordero o el exagente de los servicios de inteligencia Miguel Ángel Furci, los que se enfrentan a una condena de 25 años de prisión.

Argentina condena a cadena perpetua a dos de los responsables de los 'vuelos de la muerte' de la Operación Cóndor

En Brasil reina la impunidad, pues tiene una ley de amnistía que impide llevar a los tribunales a aquellos que cometiesen delitos durante su dictadura, que se prolongó desde 1964 hasta 1985.

Por otro lado, 30 exmilitares y civiles de Chile, Perú, Uruguay y Bolivia acusados de la muerte y desaparición de 43 opositores están siendo procesados en un juicio en Roma, ya que entre las víctimas hay varias de origen italiano.

Sigue siendo una incógnita el papel concreto que cumplió Estados Unidos, aunque lo que sí está claro es que, independientemente de su participación, tenía conocimiento con todo detalle de lo que ocurría, y se fue alejando conforme el plan se les empezó a ir de las manos a las distintas dictaduras. No obstante, los investigadores están a la espera de que el presidente de EEUU, Barack Obama, desclasifique documentos de dictaduras latinoamericanas a los que la CIA tiene acceso para dar más información, tal y como prometió.

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