Memoria histórica

Un nieto de Blas Infante impulsa su búsqueda en una fosa común de Sevilla

Blas Infante, en Isla Cristina (Huelva), en 1927, con una cría de zorro.

"Mis hermanas Angustias y María Jesús y yo hemos decidido que sí". Así responde Estanislao Naranjo, nieto de Blas Infante, cuando infoLibre le pregunta si tiene previsto solicitar la identificación de su abuelo, considerado oficialmente "padre de la patria andaluza", y cuyos restos podrían encontrarse en una fosa común en Sevilla que está a punto de ser abierta. El paso al frente de Naranjo convierte la intervención en la gigantesca fosa de Pico Reja, en el cementerio de Sevilla, en una oportunidad de localizar, exhumar e identificar a Infante, fusilado en agosto de 1936 y cuya familia ejerce todavía como referente del andalucismo histórico. No será fácil ni encontrarlo ni ponerle nombre y apellidos. En la fosa de Pico Reja se acumulan los restos de más de 1.100 personas, según las estimaciones realizadas por el investigador José Díaz Arriaza.

Blas Infante tuvo cuatro hijos: Luisa, Luis (ambos fallecidos), María de los Ángeles y Alegría. Estanislao Naranjo, abogado de 52 años, y sus hermanas Angustias y María Jesús, maestras de 56 y mellizas, son hijos de Alegría Infante, de 82, la menor de los cuatro hijos. Estanislao es el nieto más joven y también el más activo políticamente. "Hemos vivido siempre con la aceptación de que el cadáver de mi abuelo no había forma de encontrarlo. Pero, ahora que se da esta oportunidad, sería bueno depositar los restos en un sitio más honorable", explica. Afirma que no ha sido "una obsesión" en la familia, pero que si existe la posibilidad, hay que intentarlo. No obstante, es más que cauto. "Va ser difícil", dice. ¿Y dónde le gustaría que descansaran sus restos, si aparecieran? "Te doy mi punto de vista, porque es algo que no está hablado. Yo creo que en el cementerio de Coria del Río, donde está enterrada la abuela [Angustias García, viuda de Infante]", afirma. Asegura también que su madre, Alegría Infante, "está al tanto" de sus intenciones, pero no va a participar, porque "no le gusta aparecer en ningún sitio".

Naranjo explica que se personará en el Ayuntamiento de Sevilla probablemente la próxima semana y realizará los trámites necesarios en la oficina de atención a las víctimas del franquismo. Los descendientes de víctimas supuestamente enterradas en Pico Reja deben rellenar una ficha indicando su parentesco y aportando los datos de los que dispongan, explica Teresa García, coordinadora del área de Participación del Ayuntamiento de Sevilla, competente sobre memoria histórica. Por ejemplo, si creen que la víctima llevaba algún distintivo, o tenía algún rasgo físico singular, deben decirlo, para facilitar una posible identificación. Unos setenta familiares ya han ido. El Ayuntamiento está elaborando una base de datos con la información que han aportado. La solicitud de una muestra genética se realizará más adelante, con la cobertura de un convenio entre la Junta de Andalucía y la Universidad de Granada para los trabajos científicos.

La fosa de Pico Reja es actualmente objeto de una ambiciosa intervención. Ya ha sido delimitada. Tiene una superficie de 700 metros cuadrados. Ahora toca abrir la tierra y exhumar los cuerpos, a lo largo de 2018. Después, si es posible, identificarlos. Las investigaciones históricas estiman que hay restos de más de 1.100 víctimas, entre ellas Infante. Quedaba la duda de si algún familiar del notario andalucista asesinado por los falangistas reclamaría a las administraciones que intentaran identificarlo. Naranjo ya ha confirmado que sí.

Los responsables políticos del Ayuntamiento y la Junta de Andalucía se muestran muy prudentes en relación con los trabajos en Pico Reja. Es lógico. Los estudios históricos apuntan a que hay más de 4.000 víctimas del franquismo en un total de ocho fosas en el cementerio de San Fernando, que a día de hoy ni siquiera es un símbolo reconocible de la represión. Han ido siendo bautizadas informalmente. Entre ellas están Pico Reja y la fosa del Monumento, que podrían sumar los restos de más de 3.000 víctimas. Hay nombres elocuentes, como la Rotonda de los Fusilados, o Disidentes y Judíos. Otras son ampliaciones. Hay fusilados allí mismo, en tapias cercanas, y muertos en cárceles y campos de concentración o en enfrentamientos con las tropas sublevadas. Hay poca documentación. Es difícil saber quién está y no está.

Todo el entorno es un rompecabezas histórico y arqueológico. A principios de los 50, Lolo Vargas, herrero comunista, decidió hacer él mismo una cruz y colocarla precariamente sobre la fosa de los Alpargateros, también conocida como la del Monumento. Las autoridades lo toleraron. Con el tiempo unos albañiles se acercaron a hacerle una base para aportarle estabilidad. Y ahí sigue la conocida como Cruz de Lolo. A unos pasos hay una columna con una bandera tricolor y una inscripción: “En este lugar reposan los restos mortales de miles de hombres y mujeres valedores de la legalidad republicana que fueron asesinados en Sevilla tras el inicio de la guerra civil entre 1936 y 1955. Sevilla a su Memoria”. Allí se celebra un discreto homenaje cada 14 de abril. Eso es todo lo que ha habido. Por lo demás, nadie diría que aquel fue uno de los epicentros de la represión franquista en el sur de España.

Una tarea pendiente

Pero lo fue. Y arrojar luz sobre aquel horror ha sido hasta ahora una tarea pendiente en Sevilla. Finalmente el Gobierno local (PSOE), con el apoyo de Participa e IU, se ha puesto manos a la obra. Y ha empezado por Pico Reja, la fosa más próxima a la tapia en la que se realizaban los fusilamientos. Se cree que allí hay más de 1.100 víctimas, entre ellas Blas Infante, miembros de la corporación municipal sevillana asesinados tras el golpe, numerosos integrantes de la columna minera de Huelva, muertos en los enfrentamientos en Triana y la Macarena...

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Un problema técnico añadido para la identificación de restos es que en la fosa puede haber restos de fusilados, muertos de hambre, pobres a los que se enterraba gratuitamente... Todo mezclado. No en vano, la fosa se abrió en 1925 para beneficencia. A eso se suman los problemas por el tiempo transcurrido, que ha supuesto las lógicas modificaciones del terreno. Por eso las autoridades se muestran tan prudentes. Nadie quiere convertir los trabajos de exhumación e identificación de restos, aprobados por la Junta el lunes, en "la búsqueda de Blas Infante". Pesa demasiado el recuerdo de los tres intentos fallidos de encontrar a Federico García Lorca. Si se focaliza la búsqueda en un solo hombre, el riesgo de fracaso es enorme, cuando lo cierto es que la mera intervención ya es un hito en la historia del memorialismo sevillano. Hay que considerar que Sevilla es una ciudad a la que le cuesta arrancarse del todo el pegadizo legado del pasado: ahí sigue Gonzalo Queipo de Llano, enterrado en la Basílica de la Macarena.Hallazgos sorprendentes

Los primeros trabajos en Pico Reja han supuesto una sorpresa incluso para sus promotores. Su dimensión, 700 metros cuadrados, es cuatro veces mayor de lo previsto. Han aparecido, sólo con trabajos superficiales, restos de seis cadáveres, al menos dos de ellos con impactos de proyectil. Junto a estos restos óseos han sido localizados una medalla de carácter religioso y un colgante de cristal de bohemia, al parecer de la Segunda República Checoslovaca (1938-1939). Gracias a hallazgo, se deduce que después de la represión inmediatamente posterior al golpe de Estado de julio de 1936, la fosa común de Pico Reja fue usada para arrojar los cadáveres de represaliados más tardíos. Asomarse a Pico Reja es asomarse al vacío. Es posible que ahí dentro, entre centenares de cadáveres, estén los restos de Infante. Uno entre miles.

La Fundación Blas Infante, presidida por María de los Ángeles Infante, de 87 años, no tiene definida una posición al respecto de la posible exhumación y posterior identificación del notario de Casares. Javier Delmás, hijo de María de los Ángeles, hace una llamada a la "prudencia" ante las enormes dificultades e incógnitas por resolver. "Como familia no hay un acuerdo sobre qué hacer. Yo soy muy respetuoso con lo que cada cual decida, por supuesto", señala. "A mi abuelo lo mataron en el kilómetro 4 de la Carretera de Carmona. ¿Quién dice que no lo arrojaron a otra fosa de camino al cementerio? Se cree que está en Pico Reja porque lo dijo un sepulturero, pero no es algo seguro", afirma. Su temor es que el proceso acabe convertido en algo moroboso y doloroso para la familia.

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