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Europa se prepara en pleno verano para su invierno más largo sin gas ruso

Montaje fotográfico sobre el suministro de gas de Gazprom.

Martine Orange (Mediapart)

Gazprom ha cumplido su amenaza. Desde el 27 de julio, el grupo gasista, brazo armado del Kremlin, ha comenzado a reducir al mínimo sus suministros de gas a Europa. Alemania recibe ahora sólo el 20% de sus suministros habituales de gas ruso a través del gaseoducto Nord Stream 1, mientras que la italiana Eni ha visto una reducción similar en las entregas de gas desde Rusia. Gazprom ha justificado estos descensos por dificultades técnicas y problemas de mantenimiento. El ministro de economía alemán, Robert Habeck, ha calificado de “farsa” las explicaciones del grupo gasista.

Desde hace semanas, los países europeos están convencidos de que Rusia utilizará el gas como arma arrojadiza contra ellos en su guerra contra Ucrania. La semana pasada, la Comisión Europea ya advirtió que la interrupción del suministro de gas ruso era inminente. A estas alturas, Vladimir Putin no ha parado todo sino que sigue manejando a Europa con un hilo con el que la hace bailar.

Las maniobras de Gazprom han exacerbado las tensiones en un momento en que el mercado del gas ya está sobrecalentado. El miércoles, los precios del gas en el mercado de Ámsterdam, que sirve de referencia en Europa, subieron más de un 13% a lo largo del día, hasta 202,5 euros por megavatio hora. La barrera de los 200 euros por MWh se ha convertido en la referencia mínima para los contratos de futuros de septiembre u octubre. Esta cifra es casi diez veces superior a la de hace un año, y más del doble de los precios operados en junio.

"A estos niveles, el precio del gas equivale a un barril de petróleo a 380 dólares, casi cuatro veces el precio actual del petróleo", señala el Financial Times. Es probable que este aumento sea insoportable para todas las economías europeas, según pronostican ya muchos economistas, incluso del Banco Central Europeo. La recesión parece ahora inevitable.

¿Cómo pasar el invierno?

El chantaje gasístico de Vladimir Putin pone al continente europeo en una situación de vulnerabilidad energética sin precedentes: las reservas de gas en Europa no se han repuesto más que al 66% de media y es necesario que alcancen al menos el 80% antes del comienzo del invierno para garantizar un mínimo de seguridad en el continente.

Con carácter de urgencia, la Comisión Europea ha pedido a todos los Estados miembros que reduzcan su consumo de gas en un 15% entre agosto y mayo de próximo año. Según sus cálculos, Europa necesita ahorrar al menos 45.000 millones de metros cúbicos de gas si quiere evitar una escasez este invierno caso de que Rusia interrumpa todos los suministros.

La Comisión Europea estaba dispuesta a puentear a los Estados e imponer, en caso de emergencia, medidas de racionamiento obligatorias e incluso el cierre de ciertas industrias consideradas no esenciales (vidrio, materiales de construcción, metales). En ese caso ningún Estado miembro podría haber eludido o derogado estas medidas, adoptadas inmediatamente, sin estar sujetas a control parlamentario.

"Tenemos que ahorrar energía, y gas en particular. Esto significa también que los países que no se ven directamente afectados por los cortes de gas rusos deben ayudar a otros países. De lo contrario, esto no es solidaridad europea", justificó entonces el ministro alemán de Presupuesto, insistiendo en que "una crisis económica en Alemania provocaría una crisis económica en toda Europa".

Invocar la solidaridad europea no ha funcionado esta vez. En cuanto se conocieron las primeras líneas del proyecto de la comisión la semana pasada, surgió una violenta oposición, sobre todo por parte de Polonia, Grecia, Portugal y, especialmente, España, que consideraron que tendrían que pagar los errores de Alemania y su ceguera ante su dependencia del gas ruso. "Este plan no es ni el más operativo, ni el más eficiente, ni el más justo", insistió la ministra española de Transición Ecológica, Teresa Ribera. "A diferencia de otros países, los españoles no vivimos por encima de nuestras posibilidades desde el punto de vista energético", añadió, en alusión directa a la postura de Berlín contra los países del sur de Europa durante la crisis del euro en 2010-2012.

Ante este clamor, la Comisión Europea se vio obligada a dar marcha atrás y reducir todas sus propuestas: en estos tiempos de guerra económica, Europa no puede permitirse el lujo de mostrar división.

Un vago plan de ahorro energético

Al final del Consejo Europeo de Energía del 26 de julio, todos los ministros europeos se felicitaron por haber llegado a un acuerdo y poder presentar un frente unido de cara a Rusia. "No era una misión imposible", insistió el Gobierno checo, que ostenta la presidencia de turno de la UE durante los próximos seis meses, mientras que muchos habían apostado por un fracaso.

Sin embargo, el acuerdo europeo se alcanzó a través de compromisos, parches, exenciones y un montón de cosas que se han guardado. Por ejemplo, en caso de graves problemas en el suministro de gas, Malta, Chipre e Irlanda quedarán exentos de cualquier medida de ahorro energético, dada su insularidad y su falta de conexión a las redes europeas. Grecia, que produce su electricidad principalmente con centrales de gas, puede quedar exenta si su producción de electricidad tiene dificultades. Asimismo, los países bálticos (Estonia, Letonia y Lituania), cuyas redes eléctricas siguen dependiendo de Rusia, pueden utilizar el gas sin restricciones para sus necesidades de producción.

A Portugal y España, que no compran gas a Rusia, se les pide que ahorren sólo el 7% de su consumo, dada la limitada interconexión con el resto de la placa europea. Se pide a todos los demás Estados miembros que pongan en marcha planes de ahorro antes de agosto para reducir el consumo de gas en un 15%. Sin embargo, esta disposición parece dejar margen para la interpretación. Algunos representantes dijeron inmediatamente que "el ahorro del 15% es sólo para la crisis".

La vaguedad de este plan de ahorro deja a muchos observadores con dudas. Nadie, ni siquiera la Comisión Europea, es capaz de poner cifras el ahorro previsto. El objetivo de 45.000 millones de metros cúbicos, fijado por la Comisión Europea, parece para muchos inalcanzable en el marco actual. Kadri Simson, comisario europeo encargado de la energía, hizo mención a un ahorro de 30.000 millones de metros cúbicos de gas para afrontar un invierno normal.

Una crisis energética que durará lo suyo

"30.000 millones de metros cúbicos son suficientes para pasar los meses de invierno sin gas ruso. Pero eso no deja mucho margen de maniobra si las temperaturas caen por debajo de lo normal este invierno, o si hay problemas con el suministro de gas no ruso", dice James Huckstepp, especialista en gas de S&P Global Platts, a Politico.

Desde que comenzó la invasión de Ucrania, los países europeos han emprendido una frenética carrera para encontrar fuentes alternativas al gas ruso. Argelia, Qatar, Azerbaiyán, el gas de esquisto americano... han sido sondeados por toda Europa los países productores de gas , dispuestos a firmar contratos a cualquier precio para asegurarse el suministro. Alemania ha puesto 15.000 millones de euros sobre la mesa para conseguir nuevos contratos. En pocos meses, Italia ha convertido a Argelia en su principal proveedor de gas, sustituyendo a Rusia. Los países europeos también se han convertido en los principales compradores de gas estadounidense. En un semestre, Estados Unidos exportó más gas que en todo el año 2021, según Reuters.

Pero es probable que el flujo se agote. En junio explotó una planta de Freeport LNG, que representa una quinta parte de la capacidad de licuefacción de gas de Estados Unidos. Es posible que la unidad no pueda volver a funcionar antes de finales de año y Estados Unidos no sabe si podrá cumplir su promesa de entregar 15.000 millones de metros cúbicos adicionales de gas a Europa.

La crisis que nos hizo energéticamente pobres

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"Todo el sistema energético europeo está en crisis. E incluso si Nord Stream 1 vuelve a funcionar, el continente se encuentra en una posición difícil con un riesgo continuo para su seguridad energética", afirma un analista de Rystad Energy citado por Reuters. Mientras se preguntan cómo pasará el continente europeo este invierno, algunos ya miran hacia el siguiente invierno, el de 2023-2024, cuando las reservas se hayan agotado, y piensan en cómo reponerlas sin Rusia. Los contratos que se están negociando para los próximos dieciocho meses anuncian ya precios estratosféricos: más de 200 euros por MWh.

El choque energético sin precedentes que sufre Europa está haciendo felices al menos a algunas personas. Shell y TotalEnergies han adelantado que tendrán beneficios récord gracias a la subida de los precios del petróleo y el gas y al aumento de los márgenes de refinado, TotalEnergies ha duplicado sus ingresos netos hasta los 10.000 millones de dólares en el primer semestre. Además de poner en marcha nuevas inversiones en la producción de gas, el grupo se propone gastar más de 2.000 millones para recomprar sus acciones. Una justa recompensa por el riesgo, sin duda.

Traducción de Miguel López

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