La muerte a golpes de una joven a manos de la ‘policía de la moral’ por llevar mal el velo convulsiona Irán
"Tu vida pendía de un hilo", escribió el sábado en su portada el diario reformista Ham-Mihan (Compatriota). Este titular refleja la emoción de gran parte de los iraníes tras la muerte a golpes de Mahsa (también llamada Zhina) Amini, una joven kurda de 22 años, a manos de la policía religiosa de Teherán por no respetar el código de vestimenta vigente en Irán.
Incluso el muy prudente Gholam Hossein Karbaschi, ex alcalde de Teherán y una de las principales figuras del movimiento reformista dentro del régimen, lamentó la muerte de la joven en un editorial: "El día en que Irán se ha convertido en miembro de la Organización de Cooperación de Shanghai [cuya cumbre se celebró en Samarcanda, Uzbekistán, los días 15 y 16 de septiembre] y los ojos del mundo se volvieron hacia nosotros, se ha hecho esto [sic] a una chica."
A falta de una verdadera autopsia, nadie sabe con exactitud lo que Mahsa Amini sufrió a manos de lo que el propio Karbaschi denominó "gasht-e ershad" (literalmente "las patrullas para hacer cumplir la guía islámica"), es decir, la policía de la moral del régimen, también denominada en algunos hashtags como "policía del asesinato".
El martes, la muchacha fue detenida mientras visitaba la capital iraní con su familia y se la llevaron rápidamente en una furgoneta. Unas horas más tarde, fue trasladada a la unidad de cuidados intensivos del hospital Kasra, en el norte de Teherán.
El viernes, la televisión estatal anunció su muerte después de tres días en coma. Las imágenes que circulan por las redes sociales iraníes la muestran en una cama, entubada, con la cara vendada y la nariz al parecer rota. "Tenía la cara hinchada y las piernas llenas de moratones", confirmó su hermano a la web IranWire, añadiendo que tiene la intención de presentar una denuncia y que no tiene "nada que perder".
Los motivos de su detención y muerte siguen sin estar claros. A su hermano, que estaba a su lado, los hombres de la policía religiosa le dijeron que la dejarían libre en una hora, el tiempo necesario para darle una lección de "reeducación" sobre la obligación de llevar el hijab (pañuelo islámico). Bien porque no lo tenía, bien porque lo llevaba mal o no respetaba el código de vestimenta vigente, que obliga a las mujeres iraníes, sea cual sea su religión, a llevar la cabeza cubierta y el cuerpo con una prenda larga y holgada a partir de los 9 años.
Esta política de represión, que se inscribe en un contexto de descontento generalizado de la población, está impulsada por círculos ultraconservadores estrechamente vinculados al Guía Supremo
Según la versión oficial, la joven no tuvo "ningún contacto físico" con los guardias y murió de un ataque al corazón. La televisión estatal iraní emitió fragmentos de un vídeo en el que se ve una sala, aparentemente una comisaría de policía, donde esperan muchas mujeres. Una de las mujeres, identificada como Mahsa Amini, se levanta para discutir con una "instructora" sobre lo que llevaba puesto y luego se desploma.
La familia de la joven negó por completo esas alegaciones, afirmando que se encontraba en perfecto estado de salud antes de su detención.
Mahsa Amini fue enterrada el sábado en su ciudad natal de Saqhez, en la provincia del Kurdistán. Su funeral dio lugar a una manifestación ante la oficina del gobernador local con gritos de "marg barg dictator" ("muerte al dictador") y "el hijab la mató". Decenas de mujeres iraníes también se quitaron el pañuelo y lo agitaron sobre la cabeza en señal de solidaridad. La multitud fue dispersada con gases lacrimógenos por la policía que, según varios testigos, también disparó munición real, dejando a varias personas heridas.
Manifestaciones de solidaridad
Aunque la muerte de la joven provocó la indignación en todo Irán, las manifestaciones de solidaridad se produjeron sobre todo en el Kurdistán, en particular en la gran ciudad de Sanandadj, tradicionalmente muy hostil a la República Islámica por la terrible represión que sufrió en el pasado.
En el resto de Irán se hicieron algunas pequeñas manifestaciones, especialmente en la ciudad santa de Mashhad, de donde es originario el presidente Ebrahim Raissi, y en la Universidad de Teherán, donde los estudiantes corearon "Adalat, Azadi, Hedjab ekhtiari" ("Justicia, libertad, el velo es opcional"). En la Facultad de Bellas Artes de Teherán, se podía ver una pancarta sostenida por alumnas que decía "No queremos morir".
Dentro de la República Islámica han surgido nuevas divisiones. Dos figuras religiosas chiítas muy respetadas de la ciudad santa de Qom, los grandes ayatolás Sayyed Moussa Zandjani y Sayyed Mostapha Mohaghegh Damad, han expresado su pesar por la muerte de Mahsa Amini, lo que equivale a una crítica al régimen.
Varias figuras políticas también se han atrevido a arremeter contra el líder de la revolución islámica, el ayatolá Alí Jamenei, cuyas críticas pueden ser castigadas con la cárcel. "¿Qué tiene que decir el Líder Supremo, que denunció legítimamente a la policía estadounidense en el caso de George Floyd, sobre el trato de la policía iraní a Mahsa Amini?", tuiteó el que fue alumno de Jomeini y ex diputado reformista Mahmoud Sadeghi. En cuanto al famoso director de cine iraní Asghar Farhadi, ganador del Gran Premio del Festival de Cannes en 2021, calificó de "crimen" la muerte de la joven iraní.
“Lo de Mahsa Amini no es un caso aislado", insiste la socióloga franco-iraní Azadeh Kian, directora del Centro de Enseñanza, Documentación e Investigación para los Estudios Feministas de la Universidad París-Diderot. “En el origen de esta política de represión, que se inscribe en un contexto de descontento general de la población, se encuentran los círculos ultraconservadores estrechamente vinculados al Guía Supremo. Como estos círculos temen no poder controlar este descontento, se les ha ordenado reprimir cualquier movimiento de protesta. Esto no es nuevo, pero lo que sí es nuevo es que las mujeres ocupan cada vez más el centro del escenario. Son las más motivadas, se las ve en gran número y en primera línea de las manifestaciones, como en Sanandadj, donde se atreven no sólo a despojarse de los velos, sino a quemarlos.”
Desde entonces, el régimen se propone sobre todo reprimir la disidencia feminista como nunca antes lo había hecho. Una directiva del 5 de julio ha endurecido aún más la obligación de llevar el hiyab al imponer que cubra no sólo el cabello, sino también el cuello y los hombros. Incluso se ha decretado un "día nacional del hiyab y la castidad" que se celebró, por primera vez, el 12 de julio.
El 15 de agosto, un decreto firmado por el presidente Raissi prevé castigos aún más severos para todas aquellas que infrinjan el código de vestimenta, ya sea en espacios públicos o en las redes sociales. También se ha introducido una serie de normas para reforzar la aplicación de las leyes islámicas. Las funcionarias pueden ser despedidas si sus fotos de perfil en las redes sociales se consideran inmodestas, y cualquier mujer iraní que publique fotos suyas sin velo puede ser privada de ciertos derechos sociales entre seis meses y un año. A cualquier mujer iraní que no cumpla las nuevas normas se le puede incluso prohibir la entrada en bancos y edificios oficiales.
A principios de septiembre, un informe oficial citado por la agencia de noticias Fars reveló que ya se había detenido a más de 300 personas por hacer campaña contra el uso del velo, sin especificar la fecha ni el lugar de estas detenciones. También aumentan las confesiones televisadas, como la de la escritora Sepideh Rashno, que al parecer fue torturada hasta obligarla a pedir perdón públicamente.
Polémica en Irán por la muerte de una joven detenida por llevar mal puesto el velo
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No es de extrañar que la comunidad LGBTQI+ sea el principal objetivo. Recientemente, organizaciones de derechos humanos han revelado la condena a muerte en la ciudad de Urumeh de dos activistas, Zahra Sedighi Hamedani, de 31 años, y Elham Chubdar, de 24, por "corrupción en la tierra".
Aunque la protesta tras la muerte de Masha Amini se ha limitado en gran medida al Kurdistán, el régimen ha expresado su temor a que se extienda. De ahí que, según la web NetBlocks, se haya producido un descenso del 67% en las conexiones a Internet en comparación con la media. "Es cierto. Internet está especialmente lento hoy", confirmó una joven residente en Teherán con la que se contactó el lunes 19 de septiembre.
Traducción de Miguel López.