12M | ELECCIONES EN CATALUÑA

Ni liderazgo, ni gestión, ni estrategia: las tres claves que precipitan la marcha de Aragonès

Pere Aragonès durante su comparecencia en Barcelona.

Trece escaños menos, una caída de 7,61 puntos y una pérdida de 178.446 votos. ERC sufrió este domingo una debacle electoral que ha dejado en auténtico shock al partido. No dan crédito todavía. Y esto ha tenido su primera consecuencia: el propio president de la Generalitat, Pere Aragonès, no recogerá su acta en el Parlament y dejará la primera línea de la política institucional.

Fue el propio Aragonès quien pulsó, como competencia exclusiva suya, el botón electoral. Lo hizo tras no lograr una mayoría suficiente para sacar adelante los presupuestos generales de la comunidad por el no de los comunes. Las urnas se deberían haber puesto en febrero del año que viene, pero en Esquerra la decisión se tomó como estrategia con varios factores por delante: esquivar un duro verano marcado por la sequía, acortar el tiempo de sensación de inestabilidad y anticiparse a la vuelta de Carles Puigdemont en virtud de la futura aplicación de la ley de amnistía.

En el entorno de Aragonès estaban convencidos de que la fórmula del adelanto serviría para tapar la hemorragia electoral y conseguirían aguantar. Pero la estrategia se chocó de bruces el domingo con la realidad. La propia jugada de anticipo electoral ha quedado desnuda ante los efectos que ha tenido en las urnas. La propia dinámica de Esquerra no ha logrado verse refrendada y su actitud pragmática de acuerdos se ha visto superada por Carles Puigdemont, que vuelve a ocupar el liderazgo dentro del espacio soberanista.

Aragonès nunca conectó como Junqueras o Puigdemont

El estado de impacto es total dentro de la formación. Como señala una fuente de la dirección republicana: “Estamos todavía haciendo la autopsia”. El propio Aragonès ha asumido en primera persona esos malos resultados y por eso ha decidido marcharse. El aspirante no ha logrado rentabilizar esa imagen de president en la que siempre había confiado de cara a las urnas. Nunca logró superar en valoración a Oriol Junqueras ni consiguió potenciar una imagen mística como la de Carles Puigdemont dentro de los socios soberanistas.

De hecho, uno de sus puntos débiles fue no conseguir mantener la cohesión dentro del independentismo y se vio abocado a gobernar en minoría tras la marcha de Junts del Ejecutivo. Esa separación ha llevado a uno de los principales factores de la debacle: la desmovilización de un electorado soberanista cansado de apoyar elección tras elección y no terminar de ver resultados. 

Dentro de Esquerra también recorre en estos momentos la sensación de impotencia de ver cómo Puigdemont ha logrado imponerse a ellos y que no le ha supuesto desgaste electoral haber virado a posiciones pragmáticas como las de Esquerra después de haber estado años señalándolos como traidores. Esa sensación de tristeza no la han podido disimular en sus caras los dirigentes que acompañaron a Aragonès durante la rueda de prensa de este lunes para anunciar su marcha.

Se imponen las cosas del comer

Aragonès quiso darle la vuelta a las encuestas con una campaña centrada principalmente en el desgaste de Salvador Illa (PSC) tratando de asimilarlo a la derecha e intentando hacerle pupa con el referéndum y con una propuesta de financiación singular para Cataluña. Pero, en cambio, el marco ha estado centrado en los asuntos cotidianos. Las principales preocupaciones de los catalanes, a tenor de todos los sondeos, pasaban por la sequía, la educación y las cuestiones económicas. Y esto ha hecho mucho daño a Esquerra, que ha visto cómo su gestión ha sido duramente atacada por sus rivales. De hecho, Illa contaba en una entrevista en infoLibre durante el último día de la campaña que su primera medida si llega al Palau sería aprobar un decreto con la movilización de todos los recursos posibles para luchar contra la sequía. Asimismo, uno de los aspectos que más se ha lanzado contra el actual Govern es la última posición en la que está Cataluña en el informe Pisa.

Asimismo, el líder de ERC ha visto cómo sí le ha funcionado a Illa su estrategia atrapalotodo que precisamente había intentado desplegar el propio Aragonès durante esta legislatura al incorporar en su Govern a consellers independientes que venían de los espacios socialista, Junts y los comunes.

Este 12M ha supuesto otro duro varapalo en las urnas para los republicanos desde que Aragonès está al frente de la Generalitat. En las elecciones municipales del 28 de mayo del año pasado ERC sufrió un revés: cayó a la tercera posición por detrás del PSC y de Junts y se dejó por el camino unos 300.000 votos. En las generales del 23 de julio. se quedaron en solo siete escaños en el Congreso (seis menos que en 2019, con una caída de más de nueve puntos).

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El propio president de la Generalitat en su comparecencia ante los medios reconoció que habían caído en “contradicciones” durante este tiempo. En la campaña trató de remarcar su cara más independentista pero a la vez no ponía fecha a un referéndum y se quedaba por detrás en sus posiciones de Puigdemont. Por otro lado, los sectores más ortodoxos de los republicanos siempre han advertido de que la vía emprendida de pacto en Madrid podría alejar a sectores significativos de los votantes.

Ahora Esquerra tiene un camino muy complicado con Aragonès, el gran delfín de Junqueras, dando un paso atrás. Una formación que tiene su liderazgo moral en Oriol Junqueras y que también espera con ansia la vuelta de Marta Rovira, que vive en Suiza y está a la espera de la aprobación de la ley de amnistía. En el cajón para futuras candidaturas también siempre está el expresident del Parlament Roger Torrent y la portavoz y secretaria general adjunta, Marta Vilalta.

Aragonès indicó este lunes que Esquerra pasará a estar en la oposición. Además, dejó caer que no van a facilitar la investidura de Salvador Illa y que no van a participar en fórmulas que requieran del concurso de los socialistas y de Junts. Pero a la vez dijo que no bloquearán y no dio pistas de que quiera ir a una repetición electoral. Toda la presión está sobre ellos en estos momentos. Puigdemont ya ha pedido directamente a Esquerra que le apoye para presentarse a la investidura con la idea de que luego se abstenga el PSC (algo que ya ha rechazado el equipo de Illa). Los socialistas también miran a los de Aragonès y creen que hay que darles tiempo y que digieran el resultado, momento en el que entienden que podrían entrar en la ecuación para encauzar la investidura con corte progresista.

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