Cada aparición de Biden se convierte en un test de sus capacidades ante la ansiedad de los demócratas

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, habla durante una conferencia de prensa en el marco del 75º aniversario de la cumbre de la OTAN en Washington, DC.

Zeina Kovacs (Mediapart)

El jueves 11 de julio, de pie durante casi una hora en el estrado de la cumbre de la OTAN en Washington, la voz del presidente americano se oía ronca. Los demócratas contenían la respiración ante su líder, de 81 años, cuyas apariciones públicas son últimamente objeto de escrutinio en busca de indicios de debilidad. Aunque apareció en mejor forma que en el desastroso debate con Donald Trump del 27 de junio, cometió unos cuantos errores.

Al referirse al "presidente Putin" en lugar de al presidente ucraniano Volodímir Zelensky, o al hablar de "vicepresidente Trump" en lugar de la vicepresidenta Kamala Harris, Joe Biden consiguió poner tenso a su público en varias ocasiones. Sin embargo, en el fondo pudo demostrar su seguridad en cuestiones de política exterior en esta "rueda de prensa de chicos grandes", sin notas ni teleprompter, como había prometido la Casa Blanca.

Ante las llamadas de miembros de su partido a retirarse de la carrera presidencial, no iba a poder evitar las preguntas de los periodistas sobre este punto. "Creo que soy la persona más cualificada para hacer el trabajo", volvió a insistir, una retórica que no cesa, ya que tres demócratas recién elegidos le han pedido que se retire en cuanto abandone la reunión.

"Tenemos que presentar al candidato más fuerte posible para hacer frente a la amenaza que supone el autoritarismo del MAGA [Make America Great Again, el eslogan trumpista -ndr] prometido por Trump, y ya no creo que sea Joe Biden", dijo el representante por Connecticut Jim Himes, un demócrata moderado, en un comunicado pocos minutos después de terminar la conferencia, seguido por sus homólogos de California e Illinois.

Ya son casi veinte los demócratas que piden la retirada de la candidatura de Joe Biden "por el bien del país", debilitando aún más una imagen hasta ahora protegida por su partido.

"El presidente Biden no debería ser el candidato demócrata a la presidencia", declaró el miércoles Earl Blumenauer, representante por Oregón. "Pido a Joe Biden que se aparte en las próximas elecciones y cumpla su promesa de ser un puente hacia una nueva generación de líderes", declaró el mismo día Pat Ryan, representante demócrata por Nueva York. 

A continuación, la ex líder demócrata de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, instaba este miércoles al presidente a decidir rápidamente si le mantiene o no al frente de la candidatura demócrata, "porque el tiempo se acaba". Según Politico, pidió a los representantes demócratas en las circunscripciones clave que hagan "todo lo posible" para garantizar su reelección. Las elecciones al Congreso se celebran al día siguiente de las presidenciales.

Las reticencias llegan hasta Hollywood. El 10 de julio, el actor George Clooney, ferviente demócrata y gran donante del partido, escribió un artículo de opinión en el New York Times titulado "Me encanta Joe Biden. Pero necesitamos un nuevo candidato". Lo mismo ocurrió con algunos donantes privados, que fueron esenciales para la financiación de la campaña. El 3 de julio, Reed Hastings, presidente de Netflix y uno de los principales donantes del partido, también se pronunció a favor de la retirada de Biden. "Es el Rubicón: si los donantes se retiran, significa la muerte del candidato", insiste Alexis Pichard, investigador de la Universidad París-Nanterre.

La opción Harris

Aun así, antes de esta rueda de prensa, la mayoría de los ejecutivos del partido apoyaban firmemente su candidatura, encabezados por la vicepresidenta Kamala Harris, a la que ya se apuntaba como la única sustituta viable por parte demócrata.

"Sería la opción más preferible", explica el politólogo e historiador Tristan Cabello. Y es que la propia naturaleza de su papel como vicepresidenta es sustituir al presidente en caso de problemas. La mujer que aparece ahora en el segundo lugar de la papeleta que se presentará al electorado en noviembre es ciertamente "legítima", pero "aún no ha conseguido desligarse de sus funciones y tener una especie de carisma y proyección presidenciales", señala Alexis Pichard.

No obstante, su aura ha crecido a lo largo de su mandato, durante el cual la ex gobernadora de California se posicionó firmemente a favor de la protección del derecho al aborto, haciéndose popular entre el gran público y entre los jóvenes en particular. Si Kamala Harris se convirtiera en candidata presidencial, el procedimiento sería sencillo. Como ya está en la papeleta electoral, no habría necesidad de empezar la financiación desde cero: ya se han recaudado 91 millones de euros.

Pero para Tristan Cabello, si el presidente es reemplazado, los demócratas deben aprovechar la ocasión para romper con la "políticamente agotada" administración de Joe Biden, en particular por las recientes revueltas estudiantiles a raíz de su postura pro-Israel. Aunque los cuatro años de Biden al frente de Estados Unidos han sido bastante positivos en términos económicos (han bajado la inflación y el paro), "nadie de mi entorno tiene la impresión de que su vida haya mejorado en los últimos cuatro años", explica el politólogo, profesor en la Universidad Johns-Hopkins de Washington.

Sólo queda un mes para decidir

Aunque en reuniones privadas están surgiendo algunos nombres de demócratas, como la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer, el gobernador de California, Gavin Newsom, y el actual secretario de Transporte, Pete Buttigieg, siguen estando estrechamente vinculados al presidente. Por su parte, Tristan Cabello ve en la posible retirada de Biden una oportunidad para que aparezca una nueva figura demócrata "que nadie se espere".

Sin embargo, esta hipótesis es cada vez más remota conforme pasan los días sin que el presidente dimita. El 19 de agosto tendrá lugar la Convención Demócrata, en la que una votación de los delegados del partido, que deberán escribir el nombre de la persona que quieren ver como candidata, confirmará o rechazará la candidatura del presidente saliente. Parece improbable un voto de censura al candidato sin que antes se haya retirado. "Sería un terrible suicidio político para los demócratas", coincide Alexis Pichard.

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Las elecciones al Congreso que seguirán a las presidenciales son un reto adicional para los demócratas, cuyas posibilidades de ganar varios Estados clave se cuestionan ahora por el debilitamiento de Biden. Estas dos elecciones también serán decisivas para la política interior e internacional de los próximos cuatro años, porque además de la Casa Blanca, que podría ir a parar a Donald Trump, los republicanos podrían ganar la mayoría en el Senado y la Cámara de Representantes, dejando el campo muy abierto a este último.

 

Traducción de Miguel López

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