El pequeño condado de Pensilvania que tiene la clave de las elecciones de Estados Unidos

Asistentes a los mítines de los partidos Demócrata y Republicano en Erie en septiembre de 2024.

Alexis Buisson (Mediapart)

Erie (Pensilvania, Estados Unidos) —

Esta es la historia de un pequeño condado de apenas 267.000 habitantes, enclavado en el noroeste de Pensilvania. El condado de Erie está situado en el llamado Rus Belt (Cinturón del Óxido), la antigua región industrial en torno a los Grandes Lagos. Este territorio, mezcla de zonas urbanas, industriales, rurales y residenciales, tiene un superpoder: sus ciudadanos han decidido todos los ganadores de las elecciones presidenciales de los últimos dieciséis años.

Barack Obama en 2008 y 2012, Donald Trump en 2016 y Joe Biden en 2020. ¿Y en 2024? “Va a estar muy reñido. Trump ganó por 1.800 votos a Hillary Clinton, y Biden por 1.400 cuatro años después”, observa Tom Eddy, presidente del Partido Republicano del condado.

A finales de septiembre, el entusiasmo en su oficina es innegable. Mientras clasifica las pancartas anti-Kamala Harris para clavarlas en la hierba, Justin, un joven voluntario que acaba de ser padre, explica que se unió a la campaña tras el intento de asesinato de Donald Trump en julio. Mientras, por la puerta pasa un flujo casi constante de curiosos para pedir información, donde les recibe una versión de cartón del candidato levantando el pulgar. “Todos los que vienen a vernos están realmente entusiasmados”, dice Tom Eddy.

Eso es lo que va a hacer falta, porque Erie bien podría elegir al próximo inquilino de la Casa Blanca, o al menos participar en ello. De los siete Estados clave (swing states) en las elecciones presidenciales (Arizona, Carolina del Norte, Georgia, Michigan, Nevada, Pensilvania y Wisconsin), donde el voto promete ser reñido y se determinará el resultado de las elecciones, Pensilvania es el más importante. Sin sus diecinueve compromisarios será más difícil que el candidato derrotado en el Estado gane las elecciones.

Por lo tanto, se corteja mucho a los que probablemente votarán a uno u otro lado, conocidos como “swing voters” (votantes indecisos).

Un condado trabajado por Harris y Trump

Además de ser bombardeado con anuncios de radio y televisión, mensajes de texto y cartas, el condado ha recibido la visita de los candidatos a la vicepresidencia J. D. Vance (republicano) y Tim Walz (demócrata). Y tras Donald Trump a finales de septiembre, el lunes 14 de octubre recibió la visita de Kamala Harris. “Con la desindustrialización de la región y la influencia menguante de los sindicatos de izquierdas, una parte importante del electorado del condado ya no está anclado en una ideología concreta. Antes estaban vinculados al Partido Demócrata, pero ahora están abiertos a los republicanos. Basculan entre los dos partidos en función de quién les haga más caso”, afirma Joseph Morris, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad local de Mercyhurst.

¿Su predicción? “Los votantes de Erie también son sensibles al tono del debate político. En 2016, hubo entusiasmo en torno a Donald Trump porque la gente se sintió escuchada, pero él lleva casi diez años diciendo lo mismo. Kamala Harris probablemente tiene ventaja aquí porque no usa la misma retórica que él.”

En Union City, el centro del condado, han aparecido carteles de “Trump 2024” en los jardines de hierba, junto a calabazas y esqueletos de Halloween. Esta tranquila localidad de 3.000 habitantes, antaño la “capital de la silla” por el gran número de fábricas ubicadas allí, es uno de los bastiones obreros de Erie diezmados por las deslocalizaciones a países con mano de obra más barata, como México y China. En 2016 sucumbió a los cantos de sirena de Donald Trump, que se acercó a este electorado de cuello azul prometiendo impulsar las empresas mientras denunciaba los tratados de libre comercio que les habían arrebatado sus puestos de trabajo. Los residentes tampoco han olvidado que Hillary Clinton no se dignó en venir a verles.

Trump es un multimillonario que sólo piensa en él. No hará nada por los agricultores que trabajan duro como yo

Jim Telman, agricultor

Kelly Chelton se siente optimista en su oficina hasta arriba de pancartas de Harris-Walz, cerca del centro de la ciudad. Es voluntaria del Partido Demócrata. “Este año hemos visto a muchas personas mayores que nunca han votado o a republicanos que van a elegir a Harris”, dice. “Lo que tienen en común es que odian a Trump”.

Jim Telman, a quien conocimos a la entrada del diner local, un típico restaurante americano que sirve comidas abundantes, es uno de esos swing voters. Este agricultor independiente de 74 años, antes partidario de Trump, se plantea ahora votar a la vicepresidenta. “Trump es un multimillonario que solo piensa en sí mismo. No hará nada por los agricultores que trabajan duro como yo. Harris es negra. Sabe lo que es que te ignoren”, afirma.

A media hora al norte de Union City, el ambiente cambia. Unas mil personas toman asiento en el centro de convenciones de Erie, la capital del condado, a orillas del lago del mismo nombre. Participan en una concentración feminista estilo mitin para Kamala Harris.

Entre la multitud había mujeres de todas las edades, enfurecidas por la anulación del caso Roe contra Wade por parte del Tribunal Supremo en junio de 2022. Esa decisión, que llevó a la restricción o prohibición del aborto en veintiún Estados, no se habría producido de no ser por el nombramiento de tres jueces conservadores para el alto tribunal por parte de Donald Trump cuando era presidente. Kamala Harris ha hecho de este asunto, que atrae mucho al electorado femenino, tanto demócrata como republicano, su caballo de batalla.

Durante el acto tomaron la palabra al menos dos ex republicanas para pedir el voto para Kamala Harris: una fue soldado y policía, la otra, Theresa Wheeling, es médico. En la década de 1990, cuando vivía en Ohio, Theresa Wheeling cuenta que interrumpió uno de sus embarazos debido a una anomalía fetal que habría puesto en peligro su propia vida. Eso ahora ya no es posible en varios Estados gobernados por la derecha. La postura antiabortista de Donald Trump le ha inclinado hacia la izquierda.

Nos estamos alejando del Partido Republicano muchas más de lo que pensamos. El aborto preocupa a un gran número de mujeres

Theresa Wheeling, ex republicana

“Nunca me había considerado feminista hasta hoy. Nunca hubiera imaginado que nos podrían arrebatar nuestros derechos, de la misma manera que las mujeres afganas nunca lo hubieran imaginado en la década de 1980”, afirma. “Si Donald Trump vuelve a salir elegido, toda la lucha de las mujeres que nos precedieron habrá sido en vano.”

“Creo que somos muchas más de lo que pensamos las que nos estamos alejando del Partido Republicano”, declaró tras su discurso. “El aborto es un tema tabú, pero afecta a un gran número de mujeres”. Según estimaciones del Guttmacher Institute, un centro de investigación cercano a los círculos proabortistas pero cuyas estadísticas son fidedignas, una cuarta parte de las mujeres americanas abortarán a lo largo de su vida.

¿Podrá Kamala Harris marcar la diferencia defendiendo el derecho al aborto? En el condado de Erie también son una realidad los vientos en contra. “La presidencia es cosa de hombres”, dice un votante. “No sabemos lo que piensa ella”, dice otro, en alusión a los cambios de posición de la candidata en el tema de la fracturación hidráulica (fracking) y la seguridad social universal.

Una batalla económica y cultural

Scott Slawson, presidente del sindicato de electricistas y maquinistas United Electrical, Radio and Machine Workers of America (UE), tiene opiniones divididas. Piensa que a las propuestas económicas de Kamala Harris “les falta chicha”, pero le preocupa la retórica antisindical de Donald Trump y la posible puesta en marcha del “Proyecto 2025”, una hoja de ruta elaborada por un think-tank conservador que propone algunas medidas muy radicales con vistas al regreso del republicano al poder: desmantelar el departamento de Educación y las protecciones medioambientales, prohibir la píldora abortiva, purgar a los funcionarios considerados no leales a Donald Trump...

“En la mente de mucha gente, se tratará de elegir a la persona que cause menos daño. Ya fue así en las dos últimas elecciones”, explica el sindicalista. “En el condado, no estamos situados en los extremos. Es cierto que el giro a la derecha del Partido Republicano ha echado para atrás a mucha gente, pero los demócratas también son vistos como radicales. Cuando la gente ve que la izquierda progresista agrupa a las personas por su identidad –da la impresión de que ser un anciano blanco es un delito para algunas personas– o pide que se retire la financiación a la policía, eso les incomoda. Y si le añades la defensa de las causas LGTB, eso ya es demasiado para la gente de Pensilvania”.

Donald Trump estuvo en Erie el 29 de septiembre, en la misma sala donde el día anterior había tenido lugar el mitin feminista, y no cuidó las formas. En un discurso de casi dos horas, calificó a Kamala Harris de “retrasada mental” y la acusó de ser responsable de la inflación que marcó la presidencia de Biden, así como de la afluencia de migrantes por la frontera sur de Estados Unidos.

Durante la reunión, fueron desfilando en una pantalla gigante imágenes generadas por inteligencia artificial de hombres árabes quemando banderas americanas y de una mujer seguida por un callejón por un individuo con un cuchillo para dar a entender cómo serían los Estados Unidos de Kamala Harris.

Nos encontramos con James Thomas, un residente de Erie que trabaja en el sector inmobiliario y que votó a Barack Obama en 2008, pero a Trump en 2016 y 2020, y que sigue apreciando la franqueza del multimillonario. “Si las elecciones de 2024 no están amañadas como hace cuatro años, no creo que pueda perder, dado el aumento del coste de la vida y la crisis migratoria provocada por los demócratas”, afirma.

Estados Unidos sí es país para viejos, o al menos sí para los candidatos presidenciales

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El candidato tiene al menos un problema que preocupa a Tom Eddy, jefe del Partido Republicano del condado: el voto anticipado (early voting). Implantado por varios Estados durante la pandemia, el voto anticipado permite a los electores depositar su papeleta, en persona o por correo, varios días o incluso semanas antes de la jornada electoral del 5 de noviembre. Es una forma de evitar encontrarse a merced de circunstancias imprevistas que les impedirían cumplir con su deber cívico (enfermedad, meteorología, problemas técnicos con las máquinas de votación, etc.) el día de las elecciones.

Los demócratas lo utilizan mucho más que los republicanos y la culpa es de Donald Trump, que lo ha descrito durante mucho tiempo, erróneamente, como una fuente de fraude electoral. Este año, intenta dar marcha atrás. En Erie, a ambos lados del escenario en el que hablaba el ex presidente se habían colocado carteles gigantes en los que se leía “Vota anticipadamente”. “En el pasado, el voto anticipado ha ayudado a los demócratas a ganar elecciones reñidas en Pensilvania”, dice preocupado Tom Eddy. Gracias a sus esfuerzos por promover esta opción, afirma que el número de solicitudes de voto por correo se ha más que duplicado desde el año pasado (durante las elecciones locales), pasando de 3.000 a casi 7.000. ¿Será suficiente para marcar la diferencia?

Traducción de Miguel López

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