¿Es el enemigo? No, es Gila recordándonos que el 'no a la guerra' está más vigente que nunca
“Nos fusilaron al anochecer; nos fusilaron mal. El piquete de ejecución lo componían un grupo de moros con el estómago lleno de vino, la boca llena de gritos de júbilo y carcajadas, las manos apretando el cuello de las gallinas robadas. El frío y la lluvia calaban los huesos. Y allí mismo, delante de un pequeño terraplén y sin la formalidad de un fusilamiento, sin esa voz de mando que grita '¡apunten!, ¡fuego!' apretaron el gatillo de sus fusiles y caímos unos sobre otros. Catorce saltos grotescos en aquel frío atardecer del mes de diciembre de 1938. Las gallinas tuvieron poco tiempo para respirar, el que emplearon los del piquete de ejecución en apretar sus gatillos. Y sobre la tierra empapada por la lluvia, nuestros cuerpos agotados de luchar día a día”.
Así recuerda el propio Miguel Gila (1919-2001) la noche en la que debería haber muerto en El Viso de los Pedroches (Córdoba) a manos de unos milicianos del ejército franquista sublevado, por fortuna demasiado borrachos. Como militante de las Juventudes Socialistas, con apenas 17 años se había alistado como voluntario republicano en los primeros compases de la Guerra Civil, pensando que la contienda iba a durar apenas un par de días, los suficientes para detener al fascismo. Un par de días que se convirtieron en tres largos años que muchos no pudieron contar. Él sí, después de pasar toda aquella noche haciéndose el muerto bajo la lluvia, rodeado de cadáveres. Cuando se largaron los nacionales al amanecer, aún tuvo el arrojo antes de huir de comprobar si quedaba alguien más vivo aparte de él mismo. Y sí, así salvó al cabo Villegas, a quien cargó durante 18 kilómetros después de hacerle un torniquete en el muslo.
Todo esto pasó de verdad y así lo contó ya el cómico en Y entonces nací yo: memorias para desmemoriados (Temas de Hoy, 1995), una autobiografía que ahora, tres décadas después, ha cautivado al cineasta Alexis Morante hasta el punto de llevar a la gran pantalla por vez primera las peripecias de uno de nuestros humoristas más icónicos. "Cuando leí esas memorias lo que más me fascinó es que él estuvo en la guerra de verdad, algo que yo no sabía. Cuando vi todos esos capítulos y cómo él contaba sus fases en la guerra con 18 años tuve claro que ahí había una ficción muy potente", explica a infoLibre el director de ¿Es el enemigo? La película de Gila, que llega este viernes 13 de diciembre a los cines de toda España. "Podríamos haber hecho toda su vida, o un documental. Sabíamos que teníamos los derechos del libro y que las memorias estaban para nosotros, pero era el momento de contar el previo a Gila", apostilla Morante.
Porque no es este un biopic al uso en absoluto. En lugar de tratar de abarcar toda su vida o quizás centrarse en los años de éxito televisivo masivo, la mirada va mucho más atrás, hasta una Guerra Civil que marca profundamente al joven madrileño, ya entonces con cierta vocación artística y un sentido del humor irreductible. Invencible. "Yo la comparo con Diarios de motocicleta, que es el viaje iniciático del Ché Guevara por toda Latinoamérica y que acaba cuando intuyes que él está ya reconociéndose a sí mismo en el personaje que luego todos conocemos", apunta el cineasta, añadiendo: "Mi intención con Gila era esa, y que la película acabara en ese momento que tú entiendes todo lo que ha vivido para convertirse después en el cómico que nos va a hacer reír vestido de soldado y contándonos el monólogo de la guerra".
Está todo muy polarizado. No vamos a coger las pistolas, aunque parece que hay gente que tiene ganas de cogerlas. Por favor, vamos a sentarnos y a reírnos un poquito
Es así como la terrible experiencia en el campo de batalla de un joven anónimo se convierte en una fábula optimista y antibelicista sobre Miguel Gila en la Guerra Civil. Basada en hechos reales y en sus propios monólogos, el filme cuenta la transformación de Miguel a Gila, el cómico que todos conocemos, y reinventa todos esos momentos que años más tarde inspiraron sus chistes y le convirtieron en algo así como la conciencia misma de todo un país que ya había padecido demasiado y necesitaba reírse para superarlo. Un país dividido, quizás como ahora, por lo que no conviene perder la memoria. "Está todo muy polarizado. No vamos a coger las pistolas, aunque parece que hay gente que tiene ganas de cogerlas. Así que, por favor, vamos a sentarnos y a reírnos un poquito de todo", remarca a infoLibre el actor Salva Reina, parte del elenco junto a Natalia De Molina o Carlos Cuevas.
Óscar Lasarte, en su primer gran papel protagonista en el cine, es el encargado de poner rostro al joven humorista y tiene clara la vigencia de su mensaje tantos lustros después. "Las dos Españas se unieron gracias a Gila. Unos estaban polarizados de una manera, los otros de otra, ahora hay que recuperar eso en ciertos aspectos también", plantea el actor, para quien el cómico fue de esta manera algo así como un mediador a través de la risa para conseguir cierto tipo de reconciliación y superar el enfrentamiento "ridículo" y "estúpido". "El humor antibelicista de Gila sigue totalmente vigente. Y ahora, de hecho, está más vigente que nunca por las situaciones que estamos viviendo de guerras y los conflictos políticos", defiende, asegurando que, es más, una figura como la suya "haría más falta que nunca". "La desgracia es que no está, pero con esta película a lo mejor le podemos traer un poco de vuelta y que la gente se replanteé cosas y tenga una visión distinta de las tragedias y las guerras", apostilla.
Gila se puso en medio y dijo 'con esto os vais a reír todos'. Fue sanador y catártico para esa sociedad que estaba en la miseria
"Gila habla de ese sinsentido de la guerra en general, pero en concreto de la que narra, en la que de repente vecinos se veían enfrentados dependiendo del bando donde les hubiera tocado", tercia Reina, mientras Morante incide en esa idea de que Gila "hacía gracia a todo el mundo", algo que es "muy de actualidad" en estos tiempos de "polarización" con ecos añejos. "Gila se puso en medio y dijo 'con esto os vais a reír todos'. Fue sanador y catártico para esa sociedad que estaba en la miseria en un momento de agarrarse a lo que sea para reírse". "Luego, por supuesto, sigues llorando a los que perdiste, pero hay un tío ahí que te está haciendo reír", destaca el cineasta, subrayando que la atemporalidad de Gila reside en que "quería retratar sobre todo el absurdo de la guerra".
"No se metió a hacer bromas de bandos, porque eso hubiera sido un error. Se metió a hacer bromas del absurdo de la guerra, de que matarse no tiene sentido, y eso es muy actual. Todos tenemos una posición con lo que está ocurriendo en los diferentes conflictos, pero yo no me puedo creer que los jóvenes de hoy en día no prefieran el antibelicismo antes que una guerra, por lo que resaltar ese absurdo es algo muy actual", reflexiona Morante, mientras Lasarte añade que "Gila representa el espíritu español de haber pasado situaciones horribles, súper trágicas, pero al mismo tiempo seguir hacia delante, evolucionar, reírnos de lo que nos pasa". "Esa es la esencia del español de siempre y él es uno de los máximos representantes", asegura a infoLibre el intérprete.
No se metió a hacer bromas de bandos, eso hubiera sido un error. Hizo bromas del absurdo de la guerra, y eso es muy actual
Y todavía continúa: "Todos nos vemos reflejados en esa persona que vive tragedias, se lo toma con humor y al final hace lo que puede con lo que tiene. Porque creo que todos hacemos lo que podemos con lo que tenemos de la mejor manera que podemos en el momento en el que estamos. Podemos exigirnos mejorar, pero todos lo estamos haciendo increíble como podemos, más allá de ideologías, religiones o lo que sea, porque cada uno hace lo que puede con lo que tiene. Me gusta mucho cuando dice 'mi padre decía que no había nada de lo que no pudiéramos reírnos'. Ahí el español es increíble, se ríe de todo, de cualquier cosa y de cualquier situación. Nos podemos reír de todo cuando no nos reímos de nadie, sino que nos reímos de algo, de una situación o de un concepto. Cuando nos reímos de alguien y queremos desmerecer o machacar a esa persona es cuando estamos entrando en algo que no es humor, que es burla. Y esa es otra cosa distinta".
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Un alegato en defensa de la risa, en definitiva, como plantea Natalia de Molina, para quien "el humor es una bomba de oxígeno". "Si no hubiera sentido del humor la vida sería demasiado drama, que ya lo es", señala la actriz, que en la comedia "ese lugar en el que sobrevivir de una manera más ligera". "Es bastante complicado encontrar personas que tengan esa capacidad y esa inteligencia de saber traspasar esos momentos tan traumáticos por el filtro del sentido del humor y transmitirlo a los demás", resume al hablar de la relevancia sociológica que tuvo Gila a la hora de contarnos a nosotros mismos: "Una de cosas que te llevas después de ver la película es la profundidad que adquiere Gila. Si ya era grande, de repente es enorme, ocupa un lugar que se merecía. Porque normalmente es muy fácil menospreciar la comedia, decir 'ah sí, ese señor que hacía chistes'. Y él parecía muy inocente, pero cuando te das cuenta de donde viene y todo lo que hay detrás de esos chistes comprendes lo importante y necesario que es".
En su vida se mezclan la comedia más grande, que es Gila, con la tragedia más grande de España, que es la Guerra Civil
"No me cabe duda de que hoy Gila llenaría el WiZink Center de Madrid", lanza Morante, apuntando que un personaje como él ya habría tenido más aproximaciones cinematográficas de haber nacido en Estados Unidos. "Este hombre se rio de la guerra en la posguerra, cuando todavía había muchas heridas y todo estaba muy militarizado por la represión franquista", recuerda, remarcando que precisamente lo hizo así por haber vivido "el enfrentamiento". Es así como en su propia vida se mezclan "la comedia más grande, que es Gila, con la tragedia más grande de España, que es la Guerra Civil". "Es un humor tan universal y tan naif que te encaja todavía", tercia Lasarte, aportando más reflexiones: "En el humor tú sacas los chistes de la verdad y el dolor, y al final él hace humor de cosas tan dolorosas que te tienes que reír. Y no habla en sus monólogos de una vida personal suya, pero sí que le da una visión muy personal, a pesar de que no habla de su vida real, eso es lo que le da la esencia, que la visión que él tenía era suya y única".
Reina, por su parte, señala que en el mundo hay "más de cincuenta conflictos armados declarados", algo que hace desgraciadamente vigente toda esa "crítica social ácida a través del humor sobre el sinsentido de la barbarie de la guerra". "Conectaba con todo el mundo porque no era tan inocente. Al final, el humor es una manera muy poderosa de contar mensajes increíbles, y eso él lo hacía bastante bien", añade el actor, mientras su compañero Lasarte habla de una "película de aventuras antibelicista con reminiscencias de La vida es bella y de Berlanga". Coincide con esto Morante, quien aprovecha para remarcar que Gila ya estaba haciendo eso que conocemos como berlanguiano antes de Berlanga. "A lo mejor es que Berlanga le hizo un homenaje a Gila", apostilla, antes de que Lasarte termine: "Gila es el padre del humor moderno y del stand-up en España. Hay una frase que dice Serrat en un documental sobre Gila: 'Si hubiese nacido en Estados Unidos sería Groucho Marx'. Me parece totalmente exacta".