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Bla, bla, bla… ¡BOOM!

Verónica Barcina Téllez

Más que nunca, el discurso político en España nada en aguas del desvarío, la demencia, la bufonada y la amenaza. Por si no hubiera bastante con la verborrea extremista de Miguel Ángel Rodríguez, las arengas fascistas de Vox, las piruetas verbales del PSOE, el trabalenguas de Sumar, el silencio a dos voces de IU y la prédica en el desierto de Podemos, en el gallinero navideño han cacareado dos lagartones marrulleros con intención de chupar cámara.

Por un lado, Puigdemont, niñato pijo, ha advertido que no seguirá apoyando al Gobierno “mientras persista tanto en Madrid como en Cataluña la estrategia que pretende hundir a Cataluña en una decadencia social, económica, lingüística y nacional”. Y ha remarcado que “la amnistía no la querían de ninguna manera ni Illa ni Sánchez: Tuvimos que arrancársela de las manos aún sucias de la represión de la cual son corresponsables y a favor de la cual se manifestaron al lado de la ultraderecha”. Eso lo dice el bandarra impresentable que dejó al pueblo catalán tirado y al independentismo acusado, juzgado, multado y/o encarcelado, mientras él se “sacrificó” huyendo al exilio dorado en Waterloo. ¿Casualidad?

Decadencia social es tratar a la ciudadanía como súbdita sin ser monarca. Decadencia económica es provocar la fuga de empresas catalanas a España. Decadencia lingüística es lloriquear en inglés. Decadencia nacional es tratar de estrechar las fronteras de la aldea global. Decadencia ideológica es abrazar posiciones de extrema derecha, muñir con ella y acusar a quienes han defendido a Catalunya, precisamente, de esa extrema derecha. La burguesía catalana es epítome histórico de la decadencia y Puigdemont es una prueba.

Más que nunca, el discurso político en España nada en aguas del desvarío, la demencia, la bufonada y la amenaza

Por el otro lado, la decadencia regia impuesta, no electa. Felipe VI asomó la patita el día de nochebuena. El Preparado, como los jueces, ha tomado partido. El Borbón, como el ejército, la pasma y la benemérita, ha tomado partido. El rey ha hecho retumbar la oquedad de sus palabras alimentando la equidistancia que nutre a Vox, Manos Limpias, Hazte Oír o Alvise, que aprovechan Ayuso, Feijóo y Aznar. Felipe es uno más de ellos. Antes, el rey y su hija se fueron de bolo populista a la zona cero de la dana para lavar imagen y hacerse fotos.

Con una foto del desastre en el rancio decorado del Palacio Real, su regia boca ha hecho coro con quienes promueven el desafecto popular hacia la Democracia y encumbrar el desastre del neoliberalismo neofascista que está provocando el caos cultural, político, económico y social a nivel global y que amenaza nuevamente con una guerra mundial. ¿Coordinación de las administraciones? No hay coordinación que valga si Mazón y el PP no quieren. Todos y todas no son iguales, como insinúa el coronado y aplaude el populacho.

Tan graves como sus palabras, son el silencio y las medias verdades de su majestad. Silencio ante el terrorismo machista. Silencio ante el desmantelamiento de la Sanidad y la Educación Públicas. Aludió al bien común (¿comunismo?), incómodo él que habría preferido atrincherarse en el silencio ante la demolición del bienestar del pueblo soberano perpetrada por quienes apoyan al Soberano, garante supremo del status quo que beneficia a corruptos, prevaricadores, mangantes y traficantes de comisiones amparados todos por la (in)Justicia. 

La media verdad consiste en amagar y no dar, en diluir responsabilidades, en apuntar sin señalar, especialidad del heredero del heredero si no habla de Catalunya o ETA. Consiste en callar los nombres del genocidio, el de Israel y el de Palestina. En soslayar el racismo hacia quien sirve en la hostelería, cuida a personas mayores, trabaja el campo, vende fruta o productos de uso común. En aparentar interés por el cambio climático o las pandemias sin aludir al negacionismo. En nombrar la rapacería de la vivienda descartando su regulación. Padre de la heredera, la adiestra para alimentar el argumentario del cuñado español.

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Verónica Barcina Téllez es socia de infoLibre.

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