Distopía real (I)
Nuestra realidad supera a la ficción. Lo que algunos escritores o filósofos como Platón, Orwell o Huxley no pensaron que podría pasar, está pasando. En sus relatos describieron historias tan irreales, tan alejadas del prototipo de sociedad ideal (utopía), que lo tuvieron que hacer bajo el subgénero de la literatura de ciencia ficción: la distopía.
Qué imaginación tenía Platón con la Alegoría de la Caverna, una metáfora respecto a la educación e ignorancia. En su narración partió de esa terrible distopía al representarnos un sistema de dominación social, sustentado en la mistificación de la ilusión de lo real. Una sociedad encadenada en un presidio de control totalitario, a la que se le proyectaba sombras para que creyese que esa era la realidad.
Si alguno escapaba de esa situación y conocía la verdad real exterior, corría peligro de muerte si regresaba para contarla.
Hoy, desde hace muchos años ya, tenemos salas donde nos proyectan sombras; tenemos incluso ventanas inteligentes, unas grandes que dominan la estancia principal de nuestros hogares, otras pequeñas que nos acompañan las 24 horas. Todas nos conducen con sus sombras a esa caverna. Las cadenas no se ven, pero están ahí y la realidad está supeditada a la línea editorial o ideológica o religiosa del dueño de la sombra.
Leyendas religiosas o acontecimientos históricos nos son presentados repetidamente como verdad absoluta y lo hacen con el síndrome de Sherezade (contando las mil y una noches sin cesar para no ser decapitados por el índice de audiencias).
Así, con el dominio completo del sector audiovisual por la religión dominante del planeta (desde los hermanos Lumière) nos proyectan sombras constantes de aquellas leyendas bíblicas de tal manera que nos hacen creer que su pueblo, miles de años después, tiene derechos históricos sobre el territorio de otros. "El derecho al retorno". Ese mismo derecho que deniegan a los legítimos dueños de la tierra usurpada.
Es tal el dominio sobre el pensamiento de las masas, que cuando asesinan niñas y niños evocando ese derecho histórico, las sociedades terminan justificándolo, terminan creyendo que esas criaturas a erradicar serían futuros terroristas. Y lo hacen cuando hasta hace poco había algo en el corazón del ser humano que se rebelaba ante el daño sufrido por un inocente, en especial cuando se trata de una niña o un niño. Hasta hace poco, digo, la foto de Alan (un bebé Sirio) ahogado en las costas Griegas provocó una verdadera revolución que avivó la polémica sobre la crisis migratoria en Europa.
Si las sombras a proyectar son históricas alejadas de los mitos, si se describen hechos históricos, guerras habidas, tergiversan la realidad hasta el extremo que nos hacen pensar que los norteamericanos nos libraron de Hitler. Miles de proyecciones bajo la misma corriente de pensamiento, de tal forma que la verdad la convierten en mentira y viceversa. Siempre en permanente contradicción con la verdad y en perfecta coherencia con la mentira.
Si en 1949, en la II guerra mundial, se combatió a un ejército Nazi, no se aniquiló esa corriente de pensamiento y hoy la técnica de exterminar, esa forma de genocidio que creíamos erradicado en el ser humano, es utilizada por las víctimas de aquel holocausto nazi en el exterminio del pueblo palestino. También aquella fórmula de repetir la mentira de Goebbels para convertirla en verdad es utilizada por aquellos, a los que se querían exterminar, para ganar también el relato en el genocidio de los habitantes de Gaza.
Esa forma de dominar a los demás, con la mentira como herramienta de poder, se convierte en escuela también aquí con alumnos aventajados como el Partido Democrático Franquista en P.ermanente P.aradoja y sus VOXceros
Y esa forma de dominar a los demás, con la mentira como herramienta de poder, se convierte en escuela también aquí con alumnos aventajados como el Partido Democrático Franquista en P.ermanente P.aradoja y sus VOXceros. De ahí que aprobaran otorgar la medalla "de honor" municipal de la capital de esa España, dentro de España, al verdugo asesino sionista para justificar, seguramente, esa incoherencia de haber pedido en su día, por el fundador del partido, la liberación del lugarteniente nazi Rudolf Hess. Y esto me hace pensar, con esta simple ecuación, en una coherencia del PDF dentro de la aparente contradicción: Sí a Rudolf Hesse, Sí a Netanyahu, Sí a Franco: Sí al exterminio.
Y es que no es la primera vez que el partido de la oposición, considerado como organización criminal, concede una medalla a 'delincuentes inconfesables', como aquella de oro y brillantes al contrabandista Vicente Otero alias Terito, copropietario de la sede de Cambados del Partido Democrático Franquista como respuesta a las considerables donaciones para financiarlos. Que no nos extrañe pues ver a su presidente actual del partido en yate con un narco defendiendo a otro delincuente confeso.
Son los mismos que intentan justificar y cuestionar (al mismo tiempo) con sus sombras el número de las muertes de ancianos en las residencias de Madrid con la mentira, alegando que lo hicieron bien; y que ni siquiera están obligados a pedir perdón por las SIETE MIL DOSCIENTAS NOVENTA Y UNA, (repito 7291) víctimas.
Un modus operandi idéntico empleado con todas las (otras) víctimas de su gestión, léase:
Yak-42 y sus 62 muertos; Metro de València y sus 43 fallecidos y 47 heridos; Alvia en Santiago de Compostela y sus 79 muertes y 143 heridos; 11 M de Madrid con 193 personas asesinadas y más de 2.000 heridas; Inundaciones por la Dana de la Comunidad Valenciana con, hasta ahora, 227 fallecidos y miles de afectados en los 78 municipios ... y todas las que vendrán en el futuro cuando tomen el poder y gestionen cualquier catástrofe medioambiental ahora que dejan claro, de la mano de sus VOXceros, que no creen en el cambio climático.
Todo esto me lleva a preguntar: qué hubiera sido de nosotros si la community manager de Pecas o el cliente especial de El Ventorro o el amigo del narco y sus séquitos hubiesen gestionado la pandemia en todo el territorio.
Y, claro está, tal y como ocurría en el mito de la caverna con aquellos que contaban la verdad del exterior hace 2.500 años, aquí y ahora, corren "peligro de muerte" aquellos que destaparon la verdad, que la estudiaron minuciosamente, que informaron honestamente. Por eso ellos también serán víctimas, estarán en el punto de mira, serán objetivos a batir por los señores de la guerra, simplemente por hacer bien su trabajo y por creer en el derecho constitucional a la información veraz que los ciudadanos tenemos.
Qué imaginación tenía en 1949 Orwell cuando escribió su obra 1984...
Qué imaginación tenía en 1932 Huxley cuando escribió su obra Un mundo feliz... Ambas historias se convirtieron también en una distopía real.
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Joaquín Navas Cabezas es socio de infoLibre.