Eva Libertad: "Ser sorda en esta sociedad es una mierda"

Fotograma de la película 'Sorda'

Biznaga de Oro a Mejor Película en el Festival de Málaga y, desde ahí, tenemos ya una de las películas de la temporada en el cine español, que llega a la cartelera este viernes 4 de abril. Sorda es el primer largometraje español protagonizado por una actriz sorda pero, más allá de eso, explora los desafíos que surgen en una pareja consolidada al afrontar la maternidad y paternidad potenciados por el encuentro de los mundos sordo y oyente.

Una historia de ficción nutrida por multitud de experiencias reales que parte del cortometraje homónimo nominado a los Premios Goya en 2023 con dirección de Eva Libertad y Nuria Muñoz, y que está protagonizado por la hermana de la cineasta, Miriam Garlo, sorda desde los siete años, junto a Álvaro Cervantes como su pareja en la gran pantalla (ambos también premiados por sus interpretaciones en el certamen malagueño).

"Las personas sordas tienen que hacer un sobreesfuerzo de adaptación a un mundo que es hostil para ellas", afirma a infoLibre Eva Libertad García López (Molina de Segura, 1978), entre otras muchas cosas, acerca de esta película también premiada con el Premio del Público de la sección Panorama en la Berlinale.

¿Qué es Sorda?

Es la historia de una pareja en la que parece que todo funciona bien, que hay mucho amor porque han construido una burbuja de convivencia, pero ante el momento de la llegada de la criatura que están esperando empiezan a aflorar los problemas y se tienen que enfrentar a las sombras y oscuridades de la otra persona. Y todo esto sucede en un contexto en el que ella es, efectivamente, sorda.

Ella, la protagonista, Ángela, es sorda, pero la historia va mucho más allá de mostrarnos únicamente eso.

El tema de la sordera está ahí, obviamente, porque yo llevo viendo toda la vida como la protagonista, Miriam Garlo, que es mi hermana, tiene que enfrentarse a las barreras comunicativas de esta sociedad oyente y hacer ese sobreesfuerzo que tienen que hacer las personas sordas de adaptación a un mundo que es hostil para ellas. La sordera está ahí, pero me apetecía mucho hablar de una relación de pareja, de relación madre-hija y de una madre novata que intenta vincular con su hija. La historia se construye a través de todos estos temas, pero siempre salpicada por la sordera de la protagonista.

¿Somos conscientes como sociedad de lo que supone ser una persona sorda?

Yo creo que no. Pero no lo somos porque es imposible ser consciente de algo que no vemos y que nadie nos muestra. Vivimos en una sociedad que da la espalda a la diversidad y a la diferencia. Hay un mandato, un imperativo a encajar todo el mundo en el mismo molde, que puede variar un poco dependiendo de si eres un hombre, una mujer o la edad que tengas, pero estamos todos intentando encajar en un molde. Eso nos genera dolor, pero es que ya directamente hay personas que no es que tengan que hacer un esfuerzo por encajar y mutilarse, es que no pueden encajar por mucho que puedan, como personas sordas o con otras diversidades funcionales. Creo que nos estamos perdiendo un montón de experiencias de vida, de maneras de estar en el mundo, de sentir diferente, que son riqueza humana. Estamos siendo muy poco inteligentes y muy poco sensibles porque nos estamos perdiendo todas esas diversas condiciones que son una riqueza humana. Además, seríamos todos muchísimo más felices si no tuviéramos que encajar en un molde ni adaptarnos a situaciones, roles o paradigmas que nos constriñen. Eso es muchísimo más complicado para las personas sordas, si no imposible.

Vivimos en una sociedad que da la espalda a la diversidad y a la diferencia

Es muy representativo ese momento en el que va a una tienda de audífonos y el dependiente no sabe lengua de signos. Es el colmo.

Claro. Pero el capitalismo está en todas partes y ahí también. Todo es negocio en este mundo, y hay también un negocio con la sordera. Si tienes pérdida auditiva o eres sorda se te dice que se puede arreglar: 'Vamos a inventar un montón de cosas muy caras para que tú te puedas adaptar y puedas encajar en ese molde'. Aclaro que hay personas sordas a las que los audífonos les funcionan, pero al mismo tiempo hay otras muchas a las que no y es un calvario, un sufrimiento para ellas. Los implantes cocleares están siendo también un avance increíble, y aquí cada persona sorda es soberana y decide cómo quiere vivir y llevar su sordera. Pero que en un centro auditivo los dependientes no sepan lengua de signos es casi la norma y me parece muy sintomático del mundo en el que vivimos.

Esencial en la trama es la tensión que se crea en la pareja al tratar con su bebé. Da casi la impresión de la madre preferiría que no fuera oyente para que su vínculo fuera más fuerte con ella y no tanto con el padre. Es una reflexión muy importante.

Quería instalar esa duda. Yo no sé si Ángela lo tiene claro, pero está atravesada por esa contradicción. Tuve una fase previa de documentación en la escritura de guion y entrevisté a madres sordas para que me contasen sus experiencias, y encontré algunas que deseaban que su criatura fuera sorda y otras que fuera oyente. Eso tiene mucho que ver con el contexto vital de cada una de esas mujeres. Me interesaba trabajar con esa duda, porque si la criatura es sorda su vida va a ser más difícil, pero el vínculo con una madre sorda puede ser más fuerte y directo, mientras que si la criatura es oyente su vida va a ser más fácil pero, probablemente, en algún momento ya empiece a formar parte de un mundo en el que no tengo cabida como mujer sorda. Esa contradicción es la que atraviesa a Ángela.

El momento del parto es de una tensión insoportable. ¿Resume un momento así lo difícil que puede llegar a ser este mundo para una persona sorda?

No quiero generalizar, pero hay muchísimos partos que distan mucho de ser algo bonito y ya se está poniendo sobre la mesa el riesgo que hay de violencia obstétrica. En el caso de mujeres sordas, en los testimonios me encontré que el parto era un momento siempre muy duro, que además habla de una manera muy clara de la incomunicación. Es una persona aislada en un momento muy tremendo a nivel físico y mental. Muchas mujeres me decían que durante el embarazo también todo el acceso a la información en sus visitas a la ginecóloga o la matrona es una odisea porque no está preparado y no hay protocolos. 

¿Sufren las personas sordas mucha violencia social?

Sí. Depende a lo que queramos llamar violencia social, pero desde el momento en el que no pueden acceder a la información y a la cultura con las mismas condiciones que el resto, ahí ya hay violencia social. Miriam siempre comenta que tiene que esperar casi dos años para ver una película española, hasta que no sale en DVD o la sube alguna plataforma y la subtitula. Y bueno, los subtítulos en televisión son un desastre en la mayor parte de las cadenas. Por otro lado, hay un montón de personas intérpretes en paro porque no se implementan los recursos para que cualquier persona sorda que quiera y necesite un intérprete para salir a la sociedad pueda hacerlo. Y están también todos los temas de sensibilización y educación desde los primeros cursos, ante la sordera y ante todas las discapacidades, porque no se nos sensibiliza ni se nos educa con la diversidad, con lo que esas personas van a estar siempre sujetas al aislamiento y a la violencia.

La sociedad es la que impone las barreras comunicativas y es la que aísla

El contrapunto a eso es la unión en los encuentros de las comunidades de personas sordas, algo que nunca vemos.

Es que si no tenemos a alguna persona sorda muy cerca es un mundo que no conocemos porque no tenemos contacto con esas diversas condiciones. Quería que esas secuencias con sus amistades sordas fuesen un cobijo para ella, porque eso es lo que son: es un deleite y un disfrute pleno para las personas sordas juntarse, porque se caen todas las barreras comunicativas y no tienen que hacer un sobreesfuerzo. 

Ángela, la protagonista, intenta probar con los audífonos, pero no le hacen bien. Los profanos pueden pensar que con esos dispositivos ya está todo solucionado. ¿Es así?

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No es así. Hay diversidad, hay personas a las que les va bien pero para otros es una tortura. Mi hermana llevó audífonos diez años hasta que ya dijo que nunca más porque le estaba cambiando el carácter. Se preguntaba por qué se tenía que hacer eso a ella misma para intentar encajar cuando estaba siendo completamente infeliz y podía vivir perfectamente en este mundo. El problema es de la sociedad, que impone las barreras comunicativas y es la que aísla. La sordera es una condición y son personas completas, capaces, sin carencias. Las carencias se generan a nivel social. A muchas personas sordas las ha marcado mucho la experiencia con los audífonos.

Hay una frase que impacta como una pedrada en un momento dado: "Ser sorda es una puta mierda".

Por mucho que intentes, por mucho que Ángela intente vivir su condición desde un lugar luminoso, como parece al principio de la película, al final ser sorda en esta sociedad es una mierda. Es algo muy duro y muy difícil, que genera mucho sufrimiento.

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