Abascal copia de Orbán su cruzada contra la cultura: "Vox entiende su dimensión y por eso quiere cargársela"
No hace ni un mes que se constituyeron los gobiernos autonómicos y municipales y ya se hacen más que evidentes los efectos de la entrada de Vox en las instituciones, pues se suceden los casos de censura y cancelaciones relacionados con todos los diferentes ámbitos de la cultura. Algo que tampoco es un fenómeno nuevo en realidad, pues el partido de ultraderecha nunca ha escondido sus cartas a este respecto y, por ejemplo, el pasado otoño ya cargó contra la Seminci por promocionar la "ingeniería de género y verde", en palabras del vicepresidente de Castilla y León, Juan García-Gallardo.
Porque puede que Vox no sepa cómo quiere que sea su modelo cultural más allá de la persistente defensa de la tauromaquia pero, desde luego, sabe cómo no quiere que sea. Y en la creación cultural, históricamente locomotora de progreso que abre las mentes y amplía los horizontes, es donde la formación de extrema derecha ve el principal de los peligros en forma de diversidad incluyente y visibilización de las minorías. No extraña, por eso, su intención compartida con el PP de eliminar el Ministerio de Cultura, esa parte de la administración que, según ellos, solo sirve para repartir subvenciones entre estómagos agradecidos y convenientemente afines.
Y es que, mientras Vox coge sitio en comunidades autónomas y ayuntamientos, se dedica al mismo tiempo a colgar grandes pancartas repletas de odio al diferente, a apoyar lo mismo hecho con la misma violencia y encono por Desokupa y a vetar obras teatrales de Virginia Woolf. Concretamente Orlando, novela sobre homosexualidad publicada por la escritora británica en 1928, una de sus obras más reconocidas, que iba a representarse en Valdemorillo (Madrid), pero ya no podrá ser por decisión de la concejalía de cultura de la localidad, en manos de la formación ultra tras los últimos comicios a través de Victoria Amparo Gil Movellán.
"Un hombre se convierte en mujer y eso no es conveniente"
Según explicó en su momento la compañía, recibieron una llamada de unos funcionarios del ayuntamiento donde les comunicaban "con mucho pesar" que la concejala había decidido suspender la obra porque "dentro de su contenido, consideraban que un hombre se convierte en mujer y eso no es conveniente". Con posterioridad, la compañía pidió al consistorio una comunicación por escrito de la suspensión, recibiendo un correo electrónico donde la justificación de la retirada de la obra había cambiado a una fórmula más neutra, y simplemente alegaba que era "una decisión del equipo de gobierno", a pesar de que este montaje ha hecho más de un centenar de funciones por toda España, en casi todas las comunidades autónomas, siendo premiado e incluso finalista en los Premios Max.
La propia compañía, Teatro Defondo, ha asegurado que a otras les han pasado situaciones similares en ayuntamientos donde Vox tiene presencia, en consistorios de Asturias, Navarra o Cataluña y por tanto, creen que es una directriz directamente establecida por la dirección nacional. Precisamente, la compañía quiere hacer público el veto a su obra para que en otros lugares con una coalición de gobierno similar, los concejales de la ultraderecha se nieguen a revisar y eliminar este tipo de obras.
"Lo que ha pasado con el Orlando, de Virginia Woolf, es absolutamente ridículo. Nos está hablando incluso ya de una cierta actitud donde uno no sabe si lo que hay es una mala intención, una ignorancia o una mezcla de ambas cosas que es verdaderamente preocupante", remarca a infoLibre el director del Círculo de Bellas Artes (CBA) de Madrid, Valerio Rocco Lozano, quien confiesa que siente un "miedo especial" porque la entrada de Vox en las instituciones "y desde posiciones que tienen que ver con la cultura puede, efectivamente, restringir la libertad de creación artística, que es crucial en una sociedad democrática y plural".
Por su parte, Paco Bezerra, censurado el pasado año por su obra sobre Santa Teresa de Jesús Muero porque no muero, añade que nos sorprendería "saber que todavía hay compañeros de la profesión que no lo ven, o no lo quieren ver, pues sus puestos dependen directamente del Partido Popular". "¿Qué hacer cuando el que te asfixia artísticamente es el mismo que te llena los bolsillos?", se pregunta el dramaturgo, Premio Nacional de Literatura Dramática, mientras la actriz y activista Pamela Palenciano, perseguida durante años desde la extrema derecha por su monólogo sobre la violencia de género No solo duelen los golpes y que acaba de estrenar Arrancamiento sobre las 'madres protectoras' apostilla a infoLibre: "Esto va a ser ahora mucho más evidente, pero no es nuevo para nada. Solo se está materializando lo que se venía cocinando desde 2017 más o menos que es cuando entró la ultraderecha al poder, y ahora se ven con mucha más legitimidad para hacerlo".
Esto sí que es censura y que no vengan ahora a hablar de la cultura de la cancelación o a decir 'las feminazis no nos dejan decir lo que queremos', porque la cultura de la cancelación es esto que está pasando
Eso sí, por verle una parte positiva, Palenciano admite que se ha sorprendido en algunos grupos de Whatsapp por la respuesta potente en dirección a montar "algo colectivo, que sea algo más que ya no sea solo mi obrita y yo apoyo una causa, sino que hagamos una estructura colectiva contra la censura". "Porque esto sí que es censura y que no vengan ahora a hablar de la cultura de la cancelación o a decir 'las feminazis no nos dejan decir lo que queremos', porque la cultura de la cancelación es esto que está pasando", añade.
Y Bezerra añade a infoLibre en la misma dirección: "Yo he intentado abandonar la lucha individual para ir hacia la colectiva, pero la mayoría de las personas relevantes que conozco de la profesión trabajan directamente para el Partido Popular. Eso es lo perverso. Hace poco le escribí a una de las personalidades más relevantes del mundo del teatro de este país para ir a arrancar la lona de Vox y aún estoy esperando a que me responda. Todas las ayudas a la producción teatral provienen de la Comunidad de Madrid. ¿Por qué crees, si no, que ningún teatro, ni público ni privado, se ha atrevido a producir mi obra sobre Teresa de Jesús? Porque hasta la producción privada recibe ayudas de la Comunidad de Madrid y nadie se quiere enemistar".
No es ni mucho menos el único caso el del Orlando de Virginia Woolf, pues este mismo martes hemos sabido de la cancelación en Briviesca (Burgos), ayuntamiento gobernado por el PP con el apoyo de Vox y Ciudadanos, ha cancelado la obra de teatro El mar: visión de unos niños que no lo han visto nunca, sobre un maestro republicano fusilado en 1936, alegando los tan manidos y habituales motivos de presupuesto y, además en este caso, de seguridad. Esta obra, dirigida por Xavier Bobés y Alberto Conejero, fue también finalista en los prestigiosos Premios Max y ya no podrá representarse el 15 de julio en el Patio del Hospitalillo de Briviesca, tal y como había programado el anterior equipo de gobierno, del PSOE.
"Esto sorprende poco", lamenta en conversación con infoLibre Mar García Puig, filóloga, editora, escritora y diputada de En Comú Podem, planteando que durante sus años en la Comisión de Cultura del Congreso de los Diputados ha podido constatar que las políticas culturales, "para este tipo de derecha, porque es importante distinguir, son pura manipulación ideológica de las piezas culturales y no unas políticas culturales que piensen en la difusión y la diversidad". "Para ellos, la cultura es una ideología y, por lo tanto, ponen y quitan en función de eso. Por experiencia creo que no toda la derecha está ahí, porque de hecho hemos tenido concejalías gobernadas por el PP que no han llegado a estos extremos, pero al PP ahora no le ha importado renunciar a ellas porque lo considera algo accesorio o secundario. Pero Vox sabe muy bien la importancia que tienen", argumenta.
Y todavía continúa: "Por eso, tenemos que hacer una crítica colectiva desde las posiciones más demócratas porque no hemos sabido darle a la cultura la importancia que tiene, y ahí incluyo a partidos de izquierdas. Muchas veces en la Comisión de Cultura tenía la sensación de que más que una comisión de políticas culturales en mayúsculas se trataban cosas locales de festejos y demás, y no se ha entendido que la cultura es una herramienta para una sociedad más justa, más diversa. Y quien lo ha entendido es la ultraderecha, que es la única que lo ha entendido. Vox entiende esa dimensión y precisamente por eso quiere cargársela. Entiende el potencial de la cultura para formar una sociedad crítica y lo que quiere es una sociedad que no piense y que postule con sus principios totalitarios".
Lope de Vega y una película prohibida en países musulmanes
Unos principios de catequista que resulta que van también contra Lope de Vega, clásico entre los clásicos de nuestra literatura, cuya obra La villana de Getafe volvió a representarse como parte de una tradición aún de poco recorrido el pasado 25 de junio en dicha localidad madrileña, cuya alcaldesa es la socialista Sara Hernández. Pero la presencia de un falo y una vulva en el escenario no ha sido del agrado de Vox, que aprovecha para cargar una vez más contra el supuesto adoctrinamiento sexual de la izquierda, por lo que ha exigido que se eliminen esos elementos de futuras funciones. Pero más allá de esta exigencia, conviene atender al argumento de la obra, publicada originalmente en 1620 y con elementos como la lucha de clases sociales entre ricos y pobres (cortesanos y campesinos) o la fuerza de la mujer que es capaz de adoptar actitudes diferentes para demostrar su valentía.
Desde Cantabria suenan también ecos pretéritos por la decisión de la alcaldesa del PP de Santa Cruz de Bezana, Carmen Pérez Tejedor, quien ha censurado la película animada Lightyear (Pixar Animation Studios y Walt Disney Pictures) de la programación de su cine de verano por una escena en la que dos mujeres se besan brevemente en los labios. Una decisión a iniciativa de Vox, que ostenta la concejalía de Cultura como socio de gobierno en esta localidad que solo unos días antes había retirado la bandera LGTBI de la fachada del ayuntamiento. La cinta, que llegó a la gran pantalla el pasado verano de 2022, no se estrenó en países de mayoría musulmana como Irak, Egipto, Jordania, Arabia Saudita o Emiratos Árabes Unidos, al tiempo que recibía todo tipo de advertencias en otras latitudes como Indonesia, Singapur, Perú o Guatemala... y ahora, en pleno 2023, tampoco llegará a Santa Cruz de Bezana.
Muy remarcable también fue el episodio vivido por la cantante Rocío Sáiz hace apenas dos semanas durante la celebración del Orgullo en Murcia, cuya actuación fue detenida por un agente de la Policía Local, escudándose en la Ley de Seguridad Ciudadana, por mostrar los pechos, como hace habitualmente como reivindicación durante la canción Como yo te amo. "O me ponía la camiseta o me iba esposada", relató la artista en una publicación de la red social Twitter, en la que detalla cómo fue la actuación de los agentes. Como respuesta, huelga remarcar que este pasado sábado volvió a mostrar sus pechos durante un festival en Alicante, donde el cantante de Sidonie, Marc Ros, no dudó en directamente desnudarse a su lado como muestra de apoyo.
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Otra controversia llega desde Palma de Mallorca, donde el director general de Música y Artes Escénicas del área de Cultura del Ayuntamiento, Rafael Brunet, ha insistido este martes en que "de ninguna de las maneras" la obra teatral NUA Radiografia d'un trastorn, de Ann Perelló, se haya cancelado por motivos ideológicos ya que un trastorno alimentario no tiene "una línea ideológica". Desde el consistorio, gobernado por el PP con apoyo de Vox, se ha recurrido a los habituales problemas de falta de presupuesto para eliminar este montaje que reflexiona sobre los trastornos alimentarios, los modelos de belleza impuestos de hombres y mujeres y que, además representarse en otros teatros de Baleares y Cataluña, fue también nominada a los ya citados Premios Max.
Veo estas cuestiones que están pasando en España como parte de una ola que empieza en Hungría, sigue en Polonia, y que de la mano de estos movimientos nacionalistas y francamente ultraconservadores limita mucho la libertad de creación artística
Ante todos estos casos de vetos y censura, Rocco Lozano explica que hace dos semanas estuvo en una reunión de las instituciones culturales pertenecientes a la European Alliance of Academies, que tuvo lugar en Budapest (Hungría), para "protestar contra la censura y las limitaciones a la libertad de creación artística" por parte del gobierno de Viktor Orbán, quien "desde hace más de una década y de manera cada vez más evidente y con menos complejos lo que está haciendo es silenciar toda cultura disidente y potencialmente peligrosa para su continuidad en el gobierno". "Comenzó poco a poco, dejando de subvencionar determinados proyectos, y ahora cada vez más cierra instituciones culturales, veta a artistas y cancela obras. Veo estas cuestiones que están pasando en España como parte de una ola que empieza en Hungría, sigue en Polonia, y que de la mano de estos movimientos nacionalistas y francamente ultraconservadores limita mucho la libertad de creación artística", argumenta.
Y lo hace, con mucho tino, haciéndose con las competencias de cultura que presupuestariamente a lo mejor no son tan importantes como otras, pero, según destaca el director del CBA, "es crucial desde el punto de vista de defensa de unas posiciones políticas" por el poder que da en esta "guerra cultural" para "silenciar formas de ser y de expresarse". "Esto es un aviso a navegantes, que el chaval que te dice feminazi nos lo está diciendo a todas", apostilla Palenciano, mientras García Puig remata: "Es una cosa tan anacrónica. Quizás la torpeza de la ultraderecha es que todo lo que están haciendo es muy obvio. No son muy hábiles, son bastante de brocha gorda y están ejerciendo un tipo de censura que espero que a la sociedad no le pase desapercibida. Nos decían que lo pintábamos como fascismo y éramos tremendistas pero no exageramos, esto es fascismo y es censura. Además, desafortunadamente también llevábamos mucho tiempo desde el feminismo advirtiendo de que nos estábamos equivocando acusando al feminismo y a determinadas políticas que fomentan la diversidad de censoras. El censor no ha cambiado de sitio y está del lado del fascismo. Ahora estamos viendo lo que es realmente la censura".