Liebre por gato
Huesecillos en la ceniza
La sección de microrrelatos inéditos 'Liebre por gato' está coordinada por Fernando Valls y Gemma Pellicer. Esta nueva entrega recoge tres textos de Gabriela Aguilera Valdivia.
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Huesecillos en la ceniza
En el roble más alto de la colina de Callaway iban a colgar a Celia de Newsom.
Días antes, en la Corte, el defensor argumentó que la ley consideraba inocentes a las mujeres que mataban a sus agresores sexuales. El fiscal precisó que esa ley no era aplicable a las esclavas y selló el juicio.
Los doce del jurado, el juez y los abogados eran blancos. También la muchedumbre que ahora celebraba la condena. Celia no sabía si las mujeres blancas presentes habían vivido alguna vez la humillación, el miedo, el dolor de ser violada. El terror que ella había vivido desde los seis años.
La noche que golpeó varias veces al viejo amo con un palo, iba a parir y tenía fiebre. Como pudo, arrastró el cadáver al río y lo vio irse corriente abajo. Después regresó a limpiar la cabaña, donde encontró los cuatro dientes del amo, que tiró al fogón.
Aquella tarde, el cuerpo de Celia colgó del roble mientras la ceniza de su fogón, donde habían encontrado los dientes casi intactos, se dispersaba en los acres de la hacienda Newsom.
La fabricante de ángeles
En memoria de Marie Louise Giraud
Tienen sus alitas, se elevan suavemente hacia el sol.
Siempre los imaginé bellos, perfectos en su permanencia. Quizás con una nariz respingona y un pelo sedoso, brillante.
Soy una mujer pobre, conozco la desesperación y el miedo. Invariablemente los leí en la mirada de las mujeres que acudían a mí pidiendo ayuda, en la tragedia de la maternidad obligada. En tiempos de guerra la viscosidad de la desesperación y el miedo se instalan en el cuerpo.
Asesina de niños me llaman los que me acusan, pero yo pienso en las alitas, palpitantes, leves, hechas con tejido de rayos de luna. Algunas tienen trazas de colores, otras son níveas. Imagino que los angelitos parten y se pierden en el infinito donde nadie sabe qué hay, aunque todos pensamos que allí habita Dios.
La hoja de la guillotina reluce en la entrada de La Roquette y el verdugo se me acerca.
Es verano y los soldados de Hitler ocupan las calles de París.
El sonido de sus botas retumba en el viento
(Inéditos de El corredor de la muerte)
La Ciudad de las Puertas Condenadas
A Susana Sánchez, Lilian Elphick y Diego Muñoz
Cuando traspasaron la entrada del hotel, se vieron envueltos en una vorágine de acontecimientos infaustos. No había agua, la desolación imperaba en el lugar lóbrego y triste, el botones parecía sacado de una película de terror.
Vagaron por la ciudad, buscando la apertura a un mundo como el que conocían, pero al doblar cada esquina, desembocar en cada calle, atravesar cada plaza, se encontraban con puertas por las que no podían salir, sólo entrar.
La oscuridad cayó implacable y mientras las ráfagas de balas se escuchaban a la distancia, una garuma de seres estrambóticos ocupó los espacios. Aterrados, regresaron al hotel y se encerraron juntos en una de las habitaciones. El llanto de un niño y el canto de un gallo se alternaban entre el sonido suave de las ratas deslizándose por el pasillo. Enhebraron una oración y esperaron, confiados, un amanecer que nunca llegó.
Mujer friega
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El firmamento del techo permaneció recamado de chinches amenazantes.
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La chilena Gabriela Aguilera Valdivia es escritora e imparte talleres de escritura. Ha publicado tres libros de cuentos y cuatro de microrrelatos, así como cuatro micronovelas de variable extensión. Sus textos han aparecido en diversas antologías digitales y en papel, tanto en Chile como en otros países. Es miembro fundadora del Colectivo Señoritas Imposibles (escritoras chilenas de narrativa negra), además de fundadora de REM (Red de Escritoras de Microficción). Es una de las creadoras del proyecto ¡Basta! Contra la violencia de género, y en la actualidad se encarga de su área internacional, así como de la coordinación con los equipos de otros países. Es coejecutora del proyecto Otras vidas, financiado por FONDART 2020. Gabriela Aguilera Valdivia