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Los libros no son objetos de usar y tirar

Una mujer leyendo en una librería

Montar una pequeña editorial independiente para empezar reeditando una novela escrita originalmente en gallego hace más de 25 años. Así se cruzan los caminos de dos jóvenes editores de Barcelona, Arnau Durán y Eric Levit Mora, y la escritora Marilar Aleixandre. Y así se encuentran los tres ahora, en este 2022 del desconcierto interminable, remando a contracorriente para que no se extinga la llama que señala el nacimiento del río de sus vidas. 

Porque Eric, Arnau y Marilar creen en la vida eterna de los libros como un bien superior que no tiene nada que ver con el consumo cultural de usar y tirar de unos tiempos que, nunca mejor dicho, corren. Y no miran atrás. Pero ellos sí lo hacen y con su recién estrenada Editorial Arde reivindican precisamente eso al lanzar Lobos en las islas: la atemporalidad de las buenas historias y los mensajes comprometidos.

"Fue una sorpresa cuando me contactaron Eric y Arnau contándome que estaban con un proyecto editorial nuevo, que habían leído Lobos en las islas y querían reeditarlo", apunta a infoLibre la escritora, madrileña de nacimiento pero con tantos años viviendo y escribiendo en Galicia que es (otra peculiaridad en esta historia) integrante de la Real Academia Galega desde 2017.

Y añade Aleixandre: "Esto merece una reflexión. Este libro va contra esta moda de ahora de que los libros son objetos de usar y tirar. Esa en la que un libro sale, se habla de él una semana o un mes y luego se olvida porque se pasa a la siguiente novedad. Escribir un libro lleva mucho trabajo y tu idea es que se siga leyendo. En este caso, el original gallego es de 1996, y en 2001 salió en Lumen. Eric y Arnau lo pudieron leer en castellano porque andan por las librerías de segunda mano, de las cuales yo también soy fan".

Al mismo tiempo que ponen en marcha Arde, Arnau sigue trabajando como librero y Eric como traductor. Esa dedicación a los libros en diferentes facetas da una personalidad especial a esta editorial que parte, según remarca Eric Levit, de que "no puedes tratar la producción del libro como si fuese una cadena de montaje". "Y no es un tema de romanticismo, sino de salud del sector", apostilla.

Y es que, a su juicio, un libro necesita unos tiempos para darse a conocer, que los lectores puedan leerlo y "sacar algo útil de él". Se trata, en definitiva, de darle todo su máximo valor para que no se reduzca a un "producto de leer y dejarlo en la estantería sin volver a pensar en él, como puede pasar si como editorial sacas una novedad a la semana".

"Al final, somos los editores que somos porque previamente hemos sido libreros. Conocemos la problemática de la sobresaturación y por eso nuestra línea de lanzamientos no va por ahí", remarca Arnau Durán, quien asegura que empiezan publicando Lobos en las islas y sin excesiva prisa por los siguientes (llegarán cinco títulos en total a lo largo del año) porque creen que la vida del libro "merece más que la semana de novedad y luego, si no se vende, fuera". "Los dos lo hemos vivido en librerías y yo lo sigo viviendo. Somos la clase de editores que somos porque lo hemos vivido como libreros y por eso creemos que el libro igual merece otros pasos", subraya.

Coincide totalmente con estos argumentos la autora, para quien la reedición de un libro significa "que sigue vivo" y es, a su vez, una "muestra de la madurez" de los sistemas literarios. Además, pone en valor el contenido de esta obra, pues algunos de los relatos que la integran fueron "muy pioneros" en su momento al tratar temas de los que "no hablaba nadie o casi nadie en 1996, ni tampoco en 2001".

Y es que estamos ante una novela formada por una serie de relatos interconectados, todos ellos relacionados con el pasado, los secretos y el resentimiento de un linaje, que abordan asuntos como la violencia de género, los últimos fusilamientos del franquismo o el deseo sexual de la mujer. "También hay otro que es de los primeros en gallego sobre un amor homosexual", apostilla Aleixandre, quien recuerda, asimismo, la escasa atención que se prestaba hace 25 años a las obras de narrativa escritas por mujeres, consideradas poco menos que "intrusas".

Para desarrollar estos diversos temas, Lobos en las islas nos cuenta las confesiones de tres generaciones de una familia gallega en un velatorio mientras esperan a enterrar a su matriarca y la casa familiar se prepara para cerrar sus puertas para siempre. Se suceden así historias que revelan el ethos gallego y, a su vez, expresan la lucha universal que conlleva ser humanos, pues hay cabida para el amor, la muerte, la transformación personal y la leyenda fantástica. Con la Costa da Morte como punto de referencia literario.

Cinco lustros después de que esas tramas vieran la luz por vez primera, la historia que ha unido el camino de este improbable trío comenzó cuando, trabajando en la librería, Durán se topó con la edición de Lumen de Lobos en las islas. Quedó prendado y rápidamente le contó a su compañero que podía encajar en el catálogo aún sin estrenar pero ya imaginado de Arde por su "perspectiva femenina, de voces racializadas, de gente que habita más los márgenes".

"Aparte, tiene todo un tema de identidad muy interesante por ser Marilar alguien de Madrid que adopta el gallego como lengua literaria propia, y que forma parte de la Real Academia Galega. Se planta así ante nosotros un personaje que desconocíamos por completo y que resume perfectamente de qué va a Arde. Contactamos con ella, le pareció genial y lo acabamos de editar", explica Durán.

Tercia Levit Mora para remarcar que, aunque quizás se la conozca más como escritora infantil, Aleixandre tiene un perfil "muchísimo más amplio" que incluye obras como esta para adultos, además de desarrollar un importante "trabajo político y académico". Y retoma Durán la palabra añadiendo que en su escritura él ve elementos compartidos con Ana María Matute o Carmen Martín Gaite, pues "bebe de toda esa tradición de escritoras españolas del siglo XX que, igual por escribir en castellano, tuvieron un foco muchísimo más amplio".

La pareja de editores coincide en resaltar, asimismo, que también les resulta muy interesante por la exploración de las lenguas cooficiales, de todo eso que "habita la periferia literaria más allá del centrolenguaje castellano". No en vano, ellos son de Barcelona y, según admiten, conocen los casos de las escritoras catalanas que no pueden llegar más allá, de la misma manera que se quedan fuera de su radar las que escriben en "gallego, euskera o asturiano".

Tenemos que conseguir que la gente joven valore el gallego como un patrimonio, porque tener una lengua es una riqueza

Ayudar a la difusión del gallego es, precisamente, otra de las actividades de Marilar Aleixandre como integrante de la Real Academia Galega. Una labor completa e intensa aunque ella misma se define como una "persona optimista que suele ver los vasos medio llenos", por lo que concede que hay cosas en las que la lengua gallega está "en una situación mucho mejor que a final de la dictadura o principio de la autonomía".

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Reconoce, eso sí, "declive" en otros aspectos como la transmisión intergeneracional, porque "cada vez hay más padres que hablan a los niños en castellano". Aun así, asegura que la gran mayoría de la población de Galicia tiene la "competencia lingüística" en ambas lenguas, algo que no pasaba hace unos años. 

"Y hay un orgullo de identidad que antes no existía. A diferencia de Cataluña, donde siempre hubo una burguesía del catalán, en Galicia eso no existió y la gente consideraba que había que enseñar castellano a sus hijos para darles una oportunidad", plantea, para luego resaltar la potente respuesta identitaria que se vivió con Tanxugueiras en su candidatura para Eurovisión.

"Se valora el gallego por parte de mucha gente. Pero tenemos que conseguir que además de valorarlo se hable de manera más habitual y se utilice como lengua de comunicación en todos los ámbitos", sentencia, para agregar que en los últimos años la Academia ha hecho un "esfuerzo por producir contenidos audiovisuales". "Para que la gente joven lo valore como un patrimonio, porque tener una lengua es una riqueza", remata.

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