Los libros
La vida era un instante
Poeta en Madrid
Justo Sotelo
Editorial Huso
Madrid
2021
Combinar categorías aparentemente imposibles ─me explicó hace muchos años una de las plumas más tronadas y sabias de nuestras letras─ hasta convertirlas en un ente armónico, natural, es lo que llamamos un hallazgo del lenguaje. Aquel autor era de la vieja escuela, de la de la letra con sangre entra. Destilaba la crueldad del colmillo retorcido y un talento desbordante. Como diría André Gide, cuya presencia se derrama por los lindes de esta obra: "No se hace buena literatura con buenas intenciones ni con buenos sentimientos". Todo esto bien lo sabe Justo Sotelo y no necesita mostrarlo, al menos de manera evidente, en Poeta en Madrid. Es más, diríase que es en la estructura profunda donde construye a sabiendas, aunque las intenciones no sean más que sombras en el trayecto artístico, su mecano intangible. Ese del que está hecha la literatura.
No abundaré en la profusión de elementos culturales, artísticos o vitales que posee esta pequeña (en extensión) obra. Mucho se ha hablado ya de Beckett, Borges o Joyce (aunque también se podría citar a Ford, Erice o Hitchcock) y está bien que así sea, pero la esencia del libro está otro lugar. Este artilugio de planta teatral y fragmentaria ofrece únicamente preguntas, como suele ocurrir con los textos de fondo. El totalitarismo de las respuestas unívocas resulta demasiado evidente: ¿Es posible exhibir el proceso de construcción creativa? ¿Es un sombrero perdido en un cine un fragmento vivo de nuestra memoria? No busquen respuestas, no persigan ni maltraten a la lógica. Aquí la trama no importa, pues no deja de ser una excusa propicia para lanzarnos pensamientos fértiles e ideas evocadoras.
A pesar del rasgo metafórico predominante hay una narración y, de hecho, dentro del libro se escribe una obra de teatro. Esta idea lo emparenta con los clásicos del teatro isabelino, con los del Siglo de Oro, pero sobre todo con la modernidad de títulos como Marat/Sade de Peter Weiss, entre muchas otras. Del mismo modo, se dan reflexiones metaculturales, si se me permite la expresión, que conectan diversas artes de manera inesperada. Todo ello sin abandonar el deseo de hurgar en la escritura como necesidad, en el parto de los personajes y el conflicto unamuniano con los mismos. Hay, además, una crítica nada soterrada a las pleitesías del mundillo editorial, a las miserias que trae el mecenazgo entendido como dominio, a las categorías genéricas e injustamente taxonomizadoras y a las concesiones innecesarias.
Huella libre
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Si “la única resurrección es la belleza”, como apunta un personaje, aquí el lirismo es seco, y quizá por ello más efectivo. Sin embargo, el sentido figurado, la provocación, la poesía, la ópera o la variedad de fórmulas literarias no puede, ni quiere, esconder la realidad que nace del texto: transmutar la experiencia de la emoción (y de la creación) en palabras. No es poco.
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Juan Laborda Barceló es escritor y crítico literario.