Vetusta Morla: "Madrid te hace la vida imposible, pero aun así resistes para que sea un lugar humano"
Vetusta Morla publica este viernes su nuevo disco, el séptimo ya. Se titula Figurantes y llega al mismo tiempo que la banda madrileña anuncia un parón desde septiembre y hasta 2026 para tomar aliento después de un lustro de actividad constante. Mientras toquetean el vinilo elaborado por el grupo de artistas Boa Mistura, los integrantes del sexteto atienden a los periodistas separados en bloques de tres. Juanma Latorre (guitarrista y teclista), Álvaro B. Baglietto (bajo) y Pucho (cantante) son los que atienden a infoLibre en el Teatro Pavón, junto a la Plaza de Cascorro. En el epicentro de una ciudad cambiante a la que dedican una canción con cierto sabor agridulce.
¿Qué es este vinilo que tenéis literalmente entre manos?
ÁLVARO: Un vinilo con una portada creada por Boa Mistura con varios figurantes, que son nuestro público, a los que de alguna manera dedicamos el disco y nuestra carrera. Y en el centro hay un espacio de espejo en el que cada uno se ve a sí mismo como protagonista. De alguna manera, esta idea quiere decir que todos somos figurantes en la vida de otros y, al final, te das cuenta de que esos figurantes son muy importantes, incluso más que los que han sido protagonistas.
Es que sin figurantes no hay película.
PUCHO: Claro, se cae el armazón de la película. Más allá del envoltorio, por así decirlo, Figurantes es para mí una colección de canciones de Vetusta Morla que captan un momento de la banda a lo largo de una gira. Es un experimento que se ha ido gestando por el azar y el paso del tiempo, de manera que son canciones muy potentes, pero que quizás no tienen los hilos que puedan tener cuando estás dentro de un paraguas conceptual, como solemos hacer nosotros. Al final, era una colección de canciones muy buenas que tenían cierta libertad cada una. Por eso invito a escucharlas sueltas, de manera random.
A: Yo veo cierto hilo conductor porque cada canción me parece una fotografía muy intimista y emocional de diferentes personas. Identifico estas canciones como once emociones distintas, mirándote por dentro de una manera que expresas algo que generalmente no expresas con un amigo o una amiga. Bueno, mucha gente sí, pero yo por ejemplo no. El disco no tiene canciones de punch, pero sí tiene fuerza desde el punto de vista emocional.
¿Es por eso un disco cálido? Es el adjetivo que me apunté escuchándolo por primera vez.
P: Invita un poco al recogimiento.
A: Sí tiene ese punto cálido como de una hoguera de fondo. Lo puedo ver en Catedrales o La sábana de mis fantasmas.
P: O en una canción como Cosas que hacer un domingo por la tarde.
Aunque aparentemente no haya, ¿otro hilo conductor en estas canciones pueden ser las relaciones personales?
P: Totalmente. Es verdad que según vamos hablando con los periodistas vamos descubriendo cosas propias que no habíamos visto y de repente lo ves desde otro lugar. Igual sí que tenemos un disco conceptual después de todo (risas). Pero al final creo que eso aparece de alguna manera cuando unes una serie de elementos que permanecen en el tiempo. Este disco va a permanecer en el tiempo y las canciones acaban estando relacionadas.
JUANMA: Al estar hechas en un momento en el tiempo y el espacio siempre hay un concepto ahí. Lo único es si esa idea te sirve de guía para hacer el disco o para interpretarlo. Pero el concepto está.
Para este disco no hubo un encierro al uso en el estudio. ¿En qué lo puede notar un oyente habitual de Vetusta Morla?
J: Donde más se nota es en la libertad formal y la disparidad estilística de unas canciones a otras. Porque claro, como no tienes una visión de conjunto, solo te centras en la canción que estás haciendo en cada momento. Eso hace que al final haya no solamente estilos muy distintos sino metodologías muy diferentes, que eso ya no lo nota quien lo escucha de manera directa, pero sí de manera indirecta. Así, está La derrota, que hemos grabado como banda todos a la vez en el estudio, u otras como Parece mentira o Drones, en las que hemos usado el estudio como un laboratorio para crear y retorcer sonidos. El hecho de que haya metodologías diferentes y estilos tan distintos de una canción a otra es bastante nuevo en nuestro caso.
En lugar de aprender una cosa nueva, esta vez hemos intentado sacarle bien el lustre a todo lo que hemos aprendido en los últimos años
¿Hemos quitado la instrumentalización de folclore tradicional de vuestro anterior trabajo?
P: Algo queda, por ejemplo en Puentes, que parece una canción que es casi como la cola de Cable a tierra.
J: Hay cosas, por ejemplo en Figurantes hay un guitarro. Pero es verdad que todo ese aparataje folclórico no es ya el centro de lo que hacemos, aunque está ahí. Este es un álbum en el que no hemos abierto ningún camino nuevo, pero hemos aprendido a sacarle el máximo partido a todos los caminos que hemos ido aprendiendo. A la electrónica, a usar el estudio como una herramienta más, a la parte folclórica... En lugar de aprender una cosa nueva, esta vez hemos intentado sacarle bien el lustre a todo lo que hemos aprendido en los últimos años.
A: Estoy de acuerdo, este disco es el reflejo de todo lo aprendido hasta ahora.
"Los puentes que nos unen no son puentes, son abrazos". Ahí están las relaciones personales que comentábamos, apelando a ese gesto tan cotidiano y sencillo. ¿Deberíamos abrazarnos más en estos tiempos de tanto individualismo inducido?
P: Sí, total.
J: La verdad es que es muy interesante el adjetivo de cálido que has traído, porque sí que pienso que, como decía Pucho, incluso las partes más duras de estas canciones tienen un punto cálido. Catedrales es un momento de ruptura y, sin embargo, hay algo de acogedor en la canción.
P: Incluso en La derrota también.
A: Gracias por lo del adjetivo, no habíamos dado con él y lo vamos a usar a partir de ahora (risas).
En Catedrales, una canción claramente unida a Puentes, la letra dice "los gestos más urgentes levantan catedrales". Me parece que volvemos al abrazo y las relaciones personales. ¿Pueden estas canciones llevarnos a ese puntito de ser un poco más atentos con los demás en la vida cotidiana?
A: Ojalá llegaran a eso, sería maravilloso.
Otra canción, ¡Ay, Madrid! ¿Estáis cansados de Madrid? Igual nos está pasando por encima esta ciudad a los que somos de aquí.
J: Madrid es un rodillo. Pero fíjate que incluso en esta canción veo ese punto cálido ya desde el propio título, que no es Me cago en Madrid (risas), que podría ser otra manera de enfocarlo. Pero es ¡Ay, Madrid! porque es algo que quieres, algo que amas, y sin embargo te está echando de sus límites, te está exiliando, te hace la vida imposible, pero aún así lo amas y quieres resistir ahí, quieres hacer algo con ello. La letra dice "no pienso huir sin ti", lo cual quiere decir que vas a resistir para que este sea el lugar humano que quieres que sea. Esta es una canción más criticona de análisis social, pero hasta esta tiene su punto cálido.
No tiene el enfoque de Este Madrid, de Leño.
J: Y además Rosendo se ha ido a vivir a Burgos (risas).
Si hasta Rosendo se ha ido, ¿podremos recuperar Madrid para los ciudadanos?
P: Lo que pasa aquí es algo ya muy generalizado en muchas ciudades. Depende de los planes que tengan en la cabeza, pero por ejemplo a mí lo de las talas de árboles es algo que me horroriza bastante. Se pueden hacer las cosas de otra manera y hay opciones y viabilidad para echarse atrás en ese sentido, pero la respuesta es que tiene que ser así. Eso a mí me da un poco de coraje. No sé cómo será el futuro en Madrid, pero no lo veo muy verde.
Hace unos días anunciásteis un parón que parece que nadie esperaba, porque se montó un revuelvo importante.
P: ¡Qué dramas!
A: (Risas) Más que el parón, queríamos contar que teníamos un disco pero que no íbamos a girar como con otros anteriores con una gira de dos años presentando las nuevas canciones. Era más eso que decir que vamos a parar más tiempo.
P: Normalmente hacemos ciclos de dos años y paramos, pero es verdad que esta vez nos hemos metido en una pospandemia que enlazamos con el disco anterior, dos giras y este año otra vez, lo que hacen cuatro años sin parar. En los últimos cinco años ha habido un click de acelerón para todo y no podíamos seguir así.
A: No podemos seguir así en el mundo de la industria musical en el que vivimos, donde parece que hay que planificarlo muchísimo todo, hay que tener unas estrategias concretas, y ante eso nos dijimos 'tenemos canciones, al carajo, vamos a sacarlas'. Y decidimos sacarlo sin más.
Se empezó a decir que Vetusta Morla se separaba.
A: Se empezó a decir que nos separábamos, efectivamente, pero es que igual no leyeron bien.
P: No se lee, la gente no lee. Nos han dicho cosas que nos hemos preguntado ¿pero qué habéis leído?
Hay que parar y desaparecer de vez en cuando, si se puede. No debería ser para tanto, no tenemos que estar siempre expuestos, siempre presentes.
J: Pues fíjate que se convierte en noticia. Incluso salen artículos sobre los músicos que paran.
P: ¿Herramienta de márketing o salud mental? Lees eso en un titular y te dices, jo, qué peligroso hablar de estos temas con esa inquina encima, ¿no? Me parecen un poco peligrosos ese tipo de artículos.
A: Pero bueno, es el reflejo de este mundo frenético de las redes, que tienes que estar siempre presente, guapo, feliz, haciendo canciones. Hay veces que da la impresión de que es más importante el personaje que lo que presenta.
P: De hecho, es para algunos más importante el parón que lo que presentamos.
A: Lo importante no es tu obra detrás, sino que lo importante eres tú defendiendo tu obra detrás. Si es que la hay, porque hay veces que eres tú y ya está. Tenemos que parar para pensar un poco lo que está pasando aquí.
Hay una desconexión entre el fondo de lo que se vende, que es la música, sin juzgarla, porque a cada cual le gusta lo que sea, y lo que en realidad se compra, que es algo así como una experiencia, o un estatus que no sé bien cómo definir
Desde ya mismo, antes de que llegue el otoño, tenéis por delante un buen número de conciertos en festivales. Que parece que cada vez hay más y todos llenos. ¿Cómo lo veis vosotros desde dentro?
A: No todos se llenan, no creas. Hay algunos que parece que tienen mucho éxito, pero hay promotores que creían que les iba a funcionar y no les ha funcionado. Está pasando que unos tienen mucho éxito y otros no.
P: Está raro el mercado de los tickets.
J: Está un poco desbocado. Taylor Swift vende 130.000 entradas como si nada...
P: ...y tantos conciertos en el Bernabéu con esos precios...
J: Hay como una desconexión que tiene que ver con lo que decía Álvaro antes, eso de qué importa la obra y el fondo de las cosas, que también te lleva a este contexto en el que quieres parar. Porque hay una desconexión entre el fondo de lo que se vende, que es música, sin juzgarla, porque a cada cual le gusta lo que sea, y lo que en realidad se compra, que es algo así como una experiencia, o un estatus que no sé bien cómo definir. Es una desconexión que preocupa porque lo que hoy es un símbolo de estatus y una experiencia valiosa para un consumidor al que no le interesa el fondo sino la forma, mañana puede dejar de serlo. De manera que, claro, qué bien que se vendan festivales o que venga un artista y venda 50.000 entradas porque de por sí es una noticia maravillosa para el arte. Pero cuando empiezas a rascar y ves que el interés no es exactamente la música y el arte, sino otra cosa, te preguntas cuándo se va a acabar y cómo vamos a estar de sometidos los artistas a esos otros criterios que no son los musicales y que son los que realmente está comprando quien compra un ticket. No todo el mundo, obviamente, pero eso pasa mucho. Lo bueno es que lo vamos a observar desde nuestro sofá durante el próximo año (risas).
Desde sus sofás mucha gente os vio visitando días atrás la acampada por Palestina en la Universidad Complutense de Madrid. ¿Puede la música hacer algo, por pequeñito que sea, por una causa como esta?
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A: Ojalá. Nosotros hemos hecho unas canciones que, como decíamos, son retratos humanos, y estamos viviendo en un mundo deshumanizado ahora mismo, con estos contextos en los que estás viendo cómo matan a miles de niños en Gaza y, bueno, se pasa página. Pues igual la música lo que hace es atraer ese ser humano que tenemos todos dentro y decir 'oye, que tienes emociones, que esto vale y esto importa, vamos a cuidarlo'. Igual por ahí hacemos algo. Y luego yendo a las acampadas o a las cenas por Palestina intentamos estar ahí y apoyar. Posicionarnos con Palestina, dentro de la impotencia que sentimos, es de lo poco que podemos hacer.
Los pequeños gestos levantan catedrales.
A: Ojalá que así sea.