ECONOMÍA DE GUERRA
No todas las inflaciones son iguales: EEUU y Reino Unido enquistan el alza de precios, España aún frena el contagio
La inflación ha dado un pequeño respiro de 1,4 puntos en el último mes, pero aún sigue en registros desconocidos desde los años 80. España no es una excepción: la escalada de precios es una enfermedad que aqueja a todo el mundo desarrollado, con cifras de récord, pero también con variantes significativas. La inflación es más que un número. La revista The Economist ha utilizado cinco indicadores para desentrañar cómo y por qué suben los precios a los niveles en que lo están haciendo. También para revelar qué países sufren más o pueden llegar a pasarlo peor si el IPC continúa en las nubes.
Y resulta que son Estados Unidos, Reino Unido y Canadá las economías que peor comportamiento y peores perspectivas tienen. España, por el contrario, es junto con Italia y Francia, uno de los que mejor parado sale tras el análisis de la revista. Para elaborar su clasificación, The Economist tiene en cuenta no sólo el IPC anual, sino también la inflación subyacente –la que excluye los alimentos y la energía–, así como la subida de los precios de la cesta de bienes y servicios que se utilizan para calcular el IPC y el alza de los costes laborales, un indicador de la existencia de los “efectos de segunda ronda”, del contagio de la inflación a los salarios. Finalmente, incluyen en el examen las expectativas de los consumidores sobre la subida de precios y su traducción en las búsquedas en Google.
España terminó abril con una inflación del 8,3%, la misma que Estados Unidos. Es la segunda más elevada del grupo de 10 países analizados sólo superada por el 9% de auténtico récord alcanzado en Reino Unido. Les sigue Alemania, con un 7,4% y un 7%, respectivamente. El más aliviado es Francia, con sólo un 4,8%, sin tener en cuenta el 1,2% de Japón, históricamente hundido en la deflación desde los años 90.
Sin embargo, cuando se trata de la inflación subyacente, que elimina los precios de la alimentación y la energía, ya se observan diferencias importantes. Sobre todo, porque en estos últimos meses la culpa del ascenso del IPC la tienen las cotizaciones del gas, el petróleo y la electricidad, espoleadas por la guerra en Ucrania. Así, Estados Unidos y Reino Unido son de nuevo las economías más impactadas: la inflación subyacente es del 6,2% en ambos. También Canadá, con un 4,6% se encuentra por delante del 4,4% que ha alcanzado el IPC sin alimentos ni energía en España. Pese a la subida histórica del recibo eléctrico, más acusada que en otros países. Francia e Italia tienen la inflación más subyacente más controlada: con un 3,2% y un 2,4%, respectivamente.
En resumen, la inflación en la UE está impulsada por los precios de la energía, mientras que, en Estados Unidos, donde ni los combustibles, ni el gas ni la electricidad están sufriendo la dependencia de las exportaciones rusas, el contagio de la inflación a otras partidas se está extendiendo. En Alemania, por ejemplo, el precio del gasóleo para calefacción se ha disparado en un año en un 98,6%. Es decir, se ha duplicado. El gas natural crece un 47,5%, por sólo un 19,4% en España, donde la electricidad cayó en abril un 26,9% después de haber subido un 34,9% en perspectiva anual. Los combustibles, en cambio, siguen en progresión, hasta el 95,7%, respecto a abril de 2021. En Estados Unidos, la gasolina se ha encarecido mucho menos, un 43,6% en el último año, mientras que la electricidad sólo lo ha hecho un 11%.
Al poner la lupa sobre los distintos componentes de la inflación, The Economist ha medido cuántos de ellos han superado el 2% –la considerada tasa virtuosa–. De nuevo, EEUU y Reino Unido son los países con menos productos de la cesta por debajo de ese nivel. Únicamente un apartado, las comunicaciones, que ha bajado una décima en el último año, resiste a la presión inflacionista en Estados Unidos. En Reino Unido, tras el empujón de los precios en abril, el mayor en 40 años, ya no hay ningún componente por debajo del 2%.
El liderazgo anglosajón en el ascenso de los precios lo explica la revista británica con dos argumentos. En Reino Unido, por el Brexit: “Romper con su socio comercial ha aumentado los costes”. Y en Estados Unidos sitúa la causa en el muy “generoso” plan de estímulo fiscal del Gobierno de Joe Biden, que se basó sobre todo en subvenciones a las familias, lo que, a juicio de la revista, puede haber estimulado la demanda en mucha mayor medida que en Europa. Donde la política monetaria, más laxa ya antes del covid, impedía al BCE aumentar los estímulos.
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En el análisis detallado de la cesta de precios, España aparece una vez más en la zona media de la tabla. Son cuatro los componentes que no llegan al 2%: vestido y calzado –1,3%–, sanidad –1,3%–, comunicaciones –-0,1%– y enseñanza –1,2%–. Los mismos que Francia, pero por debajo de los siete de Italia que no se han contagiado aún del efecto inflacionario. Alemania, Canadá y Australia tienen tres apartados por debajo del 2%.
¿Qué otros componentes han trasladado ya en España el alza de precios de la energía y de las materias primas? Los alimentos han subido un 10,1% en un año. El transporte, un 12,8%. Los restaurantes y hoteles se han encarecido un 5,8%, mientras que los muebles y artículos del hogar han aumentado sus precios un 5,4%.
Por el contrario, los salarios no han trasladado esas subidas. Al menos de momento y según se desprende de los –pocos– convenios colectivos firmados hasta ahora. Según la estadística del Ministerio de Trabajo, la subida media pactada hasta abril es del 2,4%, apenas un punto más de la media registrada en 2021. Pero en estos cuatro meses sólo se han firmado 119 convenios. Tras fracasar la negociación del acuerdo marco salarial para los próximos años, los sindicatos han anunciado que van a reclamar en las mesas de cada empresa y sector mejoras de sueldos del 3,5% y cláusulas de revisión si la inflación al final del año supera esa cifra. Esa es otra diferencia con Estados Unidos, donde los salarios sí han subido apreciablemente en el último año: un 5%, según el índice de costes de empleo que publica el Departamento de Trabajo. La subida del primer trimestre, un 1,4%, es el mayor aumento desde que hay registros.
De forma que en Estados Unidos ya se notan los temidos efectos de segunda ronda, lo que explica las anticipadas subidas de tipos de interés aprobadas por la Reserva Federal, en un intento por enfriar la economía.
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Los dos últimos indicadores son complementarios y, probablemente, menos rigurosos. El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) pregunta también a los ciudadanos en su calidad de consumidores. Con sus respuestas, elabora un índice de confianza según el cual, en el pasado abril, los temores de inflación han descendido 40,7 puntos respecto al mes de marzo. No obstante, cuando a quienes prevén que la situación económica de su hogar será peor dentro de seis meses se les pregunta por qué lo piensan, el 65% contestan que por culpa del alza continuada de los precios. Cuando se hace la misma pregunta a quienes han dicho que la economía de su familia es peor ahora que hace seis meses, el 74,5% lo atribuye también a la inflación.
Y si inquiere a los españoles si creen que los precios crecerán más, menos o igual que en el último año, el 48,5% responde que subirán más, el 23,5% contesta que crecerán en la misma medida y el 21,6% prevé que no aumentarán tanto.
No es un estado de ánimo demasiado optimista. Que quizá tiene su reflejo en las búsquedas de la palabra “inflación” en Google. Una de las herramientas del buscador, Google Trends, permite observar el interés de los usuarios en determinados temas. Cuando más veces se buscó “inflación” fue entre el 27 de marzo y el 2 de abril, pero ahora, en la semana del 8 al 14 de mayo, el interés ha bajado a la mitad. Por el contrario, dice The Economist, en el Reino Unido, los británicos buscan ahora más en Google “inflación” que “Taylor Swift”.