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25N | DÍA CONTRA LA VIOLENCIA MACHISTA

Los hombres ante el #MeToo a Errejón: "Me impactó, el machismo no entiende de ideología"

Imagen del exdiputado de Sumar Íñigo Errejón.

Jueves 24 de octubre. Al móvil de Miguel Lázaro comienzan a llegar algunos mensajes, casi todos de contenido similar. Son hombres con los que ha compartido activismo, cursos, charlas y talleres. Íñigo Errejón acaba de dimitir y los motivos de su marcha han despertado en ellos cierta inquietud: los relatos de las mujeres expresando conductas machistas por parte del ahora exdiputado, les han hecho repensar comportamientos propios. "Todos se estaban sintiendo fatal, culpables, algunos pensaban en escribirles a sus exparejas para pedirles perdón", comparte el vicepresidente de Masculinidades Beta.

Es uno de los efectos que ha tenido el caso, desde que las mujeres comenzaran a hablar a través del Instagram de Cristina Fallarás y especialmente a partir de la dimisión del líder político. El agresor machista ya no era un remotísimo Harvey Weinstein, ni un perverso y desconocido Dominique Pélicot: el hombre que todas señalaban era uno de los grandes referentes de la izquierda institucional de la última década, el hombre 'feminista' que no dudaba en colocar sobre la solapa de su abrigo un lazo morado cada 8M.

Feminista y progresista

Lázaro cree que el caso ha sido especialmente impactante porque su protagonista "había defendido siempre públicamente las ideas del feminismo y una serie de valores con los que nos identificábamos los hombres que nos sentimos interpelados por el movimiento feminista". Algo así como una suerte de portavoz de aquellos hombres que querían deshacerse de los sesgos de género que impone el patriarcado. "Nos ha impactado muchísimo porque nos pone de frente la cuestión de la coherencia: la distancia que puede haber entre nuestro discurso y nuestros actos", analiza el experto.

A Sergio, de 44 años, sí le "impactó muchísimo la noticia", pero sobre todo los "diferentes hechos que han ido sucediéndose después", como el comunicado del propio exdiputado "refiriéndose a la dificultad entre decir una cosa en público y hacer todo lo contrario en privado" e incluso de acusar a la actriz Elisa Mouliaá de "poner una denuncia falsa". Una vez más, la cuestión de la coherencia. Aunque para Sergio el hecho de "pertenecer a un partido de izquierdas y defensor del feminismo no le añade más gravedad", lo cierto es que sí apuntala la sensación de que aquello que "se creó a través del 15M ha ido desvaneciéndose con el tiempo y se ha quedado en un bonito recuerdo y en muchas promesas incumplidas".

Javier tiene 37 años y cree que el impacto viene, fundamentalmente, por la relevancia del personaje, pero no tanto por su encaje político. "El machismo es transversal a la ideología", dice tajante, igual que lo es también "el funcionamiento de las relaciones de poder: ya sea en un entorno progresista o conservador, el poder siempre gana". Y en el caso de Íñigo Errejón, observa este hombre, haber formado parte de la élite intelectual ha podido "hacerle sentir incluso superior a los demás".

"Lo que más me impactó del caso no es el nombre, o que un hombre de izquierdas autoproclamado feminista sea capaz de cometer estos actos de abuso o manipulación", asiente Javier. El impacto, en su caso, viene más por el papel de su entorno: la "red de colaboradores" que en este caso sirven para "perpetuar sus comportamientos abusivos". Javier habla de sus "excompañeros, camaradas, periodistas, comunicadores, políticos" que ahora se "rasgan las vestiduras por el comportamiento de este Íñigo", dando a entender que "el Íñigo que conocían no se comportaba así". Para Javier, "eso es lo triste: el sistema que les protege, la única manera de que depredadores de este tipo mantengan sus actitudes durante años". Al final, para ellos es "mejor callar y luego unirse a la turba, que denunciar".

Juan (29 años) sí cree que la afiliación política del exdiputado añade gravedad a los hechos destapados. A su juicio, lo acontecido es especialmente dañino por tratarse de una persona que "se ha aprovechado de los ideales feministas y progresistas para escalar en su carrera política, llegar hasta la primera línea y luego en su vida privada estar reproduciendo comportamientos machistas, incluso delictivos, que decía estar combatiendo en público". 

¿Se sienten los hombres interpelados?

Lázaro cree que se ha generado "una conmoción social que trasciende a tus creencias políticas" y que ha precipitado una "revisión de comportamientos" propios. "A los hombres nos ha llevado a decir que no te puedes llenar la boca con determinados valores si luego no te los aplicas a ti mismo y no eres coherente". ¿Ha desencadenado el caso un impulso colectivo de repensar aquellas conductas machistas hasta ahora integradas en la normalidad? ¿Ha servido para que los hombres entonen un mea culpa?

Las respuestas son variadas y constatan ciertas diferencias generacionales. "No me he planteado si he tenido comportamientos machistas o de abuso de poder a lo largo de mi vida con la gente con la que me he relacionado. Creo que todos somos hijos de nuestro tiempo, y cualquier revisión que se haga hacia atrás con la visión y la conciencia social que existe en la actualidad nos dejaría a todos en mal lugar", sostiene Sergio, el más mayor de los entrevistados. 

Tampoco Javier ha sentido esa necesidad. "A nivel individual, siempre he tenido claro que valores como el respeto, educación y empatía son clave a la hora de establecer relaciones". Pero sí le ha servido para tener una mirada más cuidadosa y más alerta respecto a terceros: "Me ha hecho ser consciente, más de lo que era" de cómo se reproducen determinados comportamientos "a nivel colectivo" y cómo ese clima sirve para apuntalar este tipo de dinámicas. Habla de amigos, conocidos y otros entornos, toda esa "multitud de espacios en los que si no estás atento, colaboras en la continuación de comportamientos machistas y sexistas".

Para Juan, el más joven, no ha sido necesaria la eclosión de ningún caso concreto para llevar a cabo esa introspección. "No es un proceso que nazca de este caso, sino que viene de hace muchos años y que he llevado a cabo a través de hablarlo con las mujeres de mi entorno y comprobar que la mayoría han tenido experiencias machistas y abusivas con hombres". Ese punto de partida basado en la escucha, le ha servido para entender que existen toda una serie de comportamientos "muy extendidos entre los hombres" que merecen "autocrítica".

La construcción de espacios propios

No son pocas las voces que han impugnado el uso de redes sociales para sacar a la luz relatos de violencia que no están respaldados por una denuncia formal, sostenidos por el anonimato. ¿Qué opinan los hombres? En general, lo entienden como una alternativa válida que viene a suplir las fallas que ha demostrado el sistema a la hora de tender la mano a las mujeres. "Me parece muy bien que tengan un espacio donde puedan expresarse", asiente Sergio, quien reconoce la posibilidad de que algunas personas quieran usar estos espacios con "fines distintos al hecho de simplemente dar un testimonio", un riesgo que, en cualquier caso, es sencillamente "un mal endémico de las redes sociales".

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También Javier ve con buenos ojos el uso de las redes sociales como espacio seguro para las mujeres. "Es la única salida que tienen para nivelar la balanza", opina, porque se trata de espacios que "cubren las necesidades que el sistema no cubre". Frente a quienes cuestionan la veracidad de los relatos señalando insistentemente su anonimato, él responde que "el problema pueden ser las denuncias anónimas" cuando son aisladas, pero no si resultan ser "decenas de ellas o incluso una avalancha, como en el caso de los raperos Ayax y Prok". El uso de las redes, enfatiza, es "necesario para hacer saber a los agresores que hay un movimiento social que respalda a esas mujeres".

A Juan el anonimato de las mujeres que exponen sus vivencias tampoco le supone un conflicto. "Las redes ahora mismo se están usando como plataforma para dar voz a todos estos testimonios y experiencias que muchas mujeres viven constantemente" y que no encuentran respaldo en el "sistema administrativo y judicial". El espacio digital se erige, por tanto, como una "herramienta fundamental para poner este debate delante de un altavoz, también para debatir no sobre esos comportamientos que son un delito, sino en torno a los que son abusivos y machistas aunque no constituyan un acto delictivo". Son esos, precisamente, los que los hombres deben "evaluar" a nivel personal e íntimo, desde un "sentido crítico para intentar mejorar".

Para Lázaro, el trabajo labrado por la periodista feminista es "revolucionario". "Los hombres tenemos la sensación de que se nos acaba la impunidad" y eso es, a su juicio, "importantísimo" porque aunque "la mayoría" no ejercen violencia ni tienen conductas abusivas, aquellos que "sí utilizan posiciones de poder y de prestigio para acercarse y manipular a las mujeres ahora van a pensárselo dos veces".

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