Noche de paz en el armario: seis de cada diez personas LGTBI+ ocultan que lo son en sus navidades familiares
"En la lotería del odio, el mejor premio es no vivirlo". Este es el lema de la última campaña de la Federación Estatal LGTBI+ para sensibilizar sobre la realidad que enfrentan muchos miembros del colectivo durante la celebración de las festividades navideñas: rechazo, discriminación e invisibilización. Y es que la calidez y el reencuentro familiar que caracterizan a estas fiestas se ven ensombrecidas por la violencia que sufren en silencio las personas LGTBI+ en el lugar menos pensado, sus propios hogares y círculos sociales. Hasta tal punto que seis de cada diez se meterán en el armario para regresar a casa por Navidad. Y poder tener la fiesta en paz.
"La Navidad, que debería ser una época de refugio y seguridad, se convierte para muchas personas en una vuelta al armario y un recordatorio de todo lo que queda por cambiar. No podemos seguir permitiendo que el miedo marque el rumbo de nuestras vidas, menos aún en el seno de nuestro entorno familiar y social. Frenar esta espiral de odio es una prioridad que debe implicar a toda la sociedad", insiste Paula Iglesias, presidenta de FELGTBI+.
Villancicos, luces y roscón. A través de su campaña El mejor premio es no vivirlo, y utilizando como pretexto la simbólica Lotería de Navidad, desde la Federación pretenden dar voz al miedo, a la imposibilidad de ser uno mismo y expresarse libremente, incluso en las épocas festivas y rodeado de tus seres queridos. Casi una tradición navideña más.
El odio, en cifras
Es solo la punta del iceberg. Pero no por ello deja de ser una cifra significativa, que evidencia el peso que continúan teniendo —a estas alturas— los prejuicios en el entorno familiar. Unos prejuicios que expulsan a las personas LGTBI+ del refugio de sus hogares: una de cada tres se ha visto forzada a huir de casa, recurriendo a amistades u otros parientes. Una situación de indefensión que pocas veces se habla.
La violencia trasciende el umbral de los hogares, materializándose en todos los ámbitos. ¿El resultado? Según un informe reciente de FELGTBI+, cuatro de cada diez miembros del colectivo ha sido víctima de actos de odio a lo largo de los últimos cinco años. ¿Sus expresiones más frecuentes? El acoso (28,70%), la discriminación (32,40%) y las agresiones, en la forma de violencia física o sexual (10%).
No hay espacios seguros. Centros educativos, instituciones públicas, empresas privadas, lugares de ocio y encuentro... Todos participan en la reproducción de los discursos de odio. Así, el 25% de los jóvenes LGTBI+ ha sido víctima de bullying en algún momento de su recorrido académico. El odio tampoco termina tras la graduación. El 10% ha recibido un trato desigual —abiertamente discriminatorio— en su puesto o entorno laboral. O, peor aún, tiene dificultades con motivo de su orientación sexual, identidad o expresión de género para superar la fase de entrevistas. Para conseguir un trabajo digno y estable.
Todos con la diversidad
Desde FELGTBI+ llevan años trabajando en la implementación de un pacto de Estado contra los discursos de odio que oprimen a los colectivos vulnerables, una medida esencial para arrancar la discriminación de raíz. Pero van más allá. La urgencia de políticas públicas a la altura no eclipsa la necesidad de promover un cambio social profundo.
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“El verdadero cambio requiere acción colectiva. El rechazo al odio no debe limitarse a los espacios institucionales, sino ser un compromiso asumido por toda la sociedad. La normalización del odio tiene consecuencias devastadoras, y solo erradicándolo podremos construir un mundo libre de miedo y discriminación”, añade Iglesias. Un cambio que pasa inevitablemente por una honda labor pedagógica. Por desmontar los estereotipos, los prejuicios y —por encima de todo— el miedo a lo diferente.
"El odio no surge de manera espontánea. Se alimenta de tópicos, prejuicios y discursos que lo normalizan y que, en muchos casos, se convierten en la antesala de los delitos. Es urgente establecer medidas concretas y coordinadas para combatirlo, desde la educación hasta el ámbito legislativo, pasando por políticas públicas que protejan a los grupos más vulnerables", sostiene con contundencia Iglesias. "No podemos aceptar que, en pleno siglo XXI, sigamos permitiendo que el silencio que impone el miedo acalle las voces que hacen a nuestra sociedad más diversa y más libre”, concluye.
"Ayúdanos a que podamos vivir sin miedo y siendo quienes somos", finaliza la campaña. ¿Cómo? Firmando contra el odio.