COMUNICACIÓN POLÍTICA

Todo para el pueblo, pero sin el pueblo: así intenta Trump atraer a la clase trabajadora

Una persona lleva un collar con la bandera estadounidense sobre una camiseta con la imagen de Donald Trump fuera de la convención del Partido Republicano de California.

Sudadera y gorra en vez de traje y corbata, un megáfono por atril y unos palés de madera en lugar de un escenario. Este martes, era difícil reconocer a un presidente de Estados Unidos totalmente mimetizado entre los trabajadores del sindicato del motor. “Manteneos firmes, os merecéis un aumento considerable”, les decía Joe Biden como si fuera un líder más del piquete. “Wall Street no construyó este país, lo hicieron la clase media y los sindicatos”, los animaba con vehemencia.

El simbolismo de esta imagen, la del primer presidente americano que participa en una huelga de trabajadores, daba muy pronto la vuelta al mundo. Al día siguiente, Trump intentaba eclipsar la hazaña de su adversario viajando también al estado de Michigan. En lugar de asistir al segundo debate de unas primarias republicanas que da por ganadas, se reunía en una fábrica no sindicada con trabajadores, para ganarse su apoyo.  

Cómo puede la clase trabajadora votar a Trump

La figura de Trump representa por antonomasia a las élites norteamericanas. Es un empresario, millonario sin escrúpulos, que además está salpicado por escándalos de corrupción. Sin embargo, una parte de la clase trabajadora le apoya en las urnas. “Es un caso curioso. Algunos analistas dicen que, si Trump se posiciona demasiado del lado de los trabajadores, van a criticarle dentro de su partido, que siempre se ha identificado más con las empresas”, opina la profesora de Relaciones Internacionales de IE University, Alana Moceri.

No es la primera vez que Trump le cuela un gol por la escuadra al Partido Demócrata en su pelea por el voto de los trabajadores. El debate electoral de 2016 con Hillary Clinton pasó a la historia por cómo puso en práctica la estrategia del silbato del perro’.En su primera intervención, empezó a contar la historia de Carrier, una empresa de aire acondicionado de Indiana que había despedido a 1.400 trabajadores. Su victoria en este estado y otros del rust belt, una región industrializada que había perdido muchos empleos, le convirtió por un margen muy estrecho en presidente de Estados Unidos.

El voto obrero en las elecciones de 2024

A pesar de las cuatro graves causas judiciales que tiene abiertas, Trump sigue siendo favorito en las encuestas para las elecciones presidenciales de noviembre de 2024. La de YouGov publicada hace dos semanas le daba un punto por encima de Biden. Sin embargo, en unos comicios tan ajustados, el expresidente es consciente de que solo tendría alguna posibilidad de volver a la Casa Blanca si consigue quitarle a su competidor demócrata una parte significativa del voto de la clase trabajadora.

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Este es un electorado muy específico que puede ser crucial en algunos estados, como el propio Michigan, sede de la actual huelga del motor que ha puesto en jaque a la industria automovilística del país. “El voto obrero va a ser importante en los swing states, como Michigan, Ohio, Wisconsin e Illinois, donde los llamados ‘Tres Grandes de Detroit’ (General Motors, Ford y Stellantis) tienen más fábricas y el sindicato más afiliados”, explica Jaime Caro, doctor de la Universidad Autónoma y experto en política americana.

Todo para el pueblo, pero sin el pueblo

Históricamente, los miembros de los sindicatos han votado a los demócratas. “La base de clase obrera que vota a Trump es, por ejemplo, mucha gente sin educación universitaria”, explica Moceri. El perfil del votante de este tipo que apoya a Trump es en su mayoría un hombre blanco de entornos rurales. “En las ciudades la porción de clase trabajadora que le vota se corresponde con la que tenía empleos que se han visto afectados por la deslocalización (despedidos masivos) o que han perdido muchos derechos laborales en la última década”, añade Caro.  

Para atraerlos, Trump utiliza un discurso populista que ofrece respuestas nacionalistas a problemas complejos de índole económica, social y política. Además, juega con lo “democrático popular”, es decir, intenta que la gente empatice y se vea reflejada en él. “Se presenta como una persona del pueblo porque como a nadie le gusta pagar impuestos, es comprensible que él intente evadirlos”, explica Caro. “Es muy habitual en la extrema derecha tener un líder que se presenta como parte del pueblo. Bolsonaro, por ejemplo, vestía con polos desabrochados y sudorosos para parecerse más a la gente”, concluye. 

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