La "octava maravilla del mundo" de Trump en Wisconsin fue un fiasco y ahora amenaza su campaña

El expresidente estadounidense Donald Trump llega a participar en una reunión en Philadelphia.

Alexis Buisson (Mediapart)

Mount Pleasant, (Wisconsin, Estados Unidos) —

Andrew Docksey, uno de los cargos públicos del municipio, conduce su descapotable por los descampados del condado de Racine, una zona industrial a orillas del lago Michigan, que dio origen a la batidora, el secador de pelo y muchos otros inventos a principios del siglo XX.

Desde la carretera, señala una obra en construcción en un solar: un futuro centro de datos de Microsoft dedicado a la inteligencia artificial (IA). “Va a ser enorme”, dice este ex militar, uno de los administradores de Mount Pleasant, el pequeño municipio propietario del terreno. “La actividad actual me recuerda a la construcción de una base militar en el desierto”, afirma.

No es el único que sigue de cerca el proyecto. De hecho, se ha convertido en un asunto muy político. Hace siete años, ese lugar, al sur de Milwaukee, iba a albergar una gran fábrica de pantallas planas de la empresa taiwanesa Foxconn. Donald Trump, encantado de hacerse pasar por el salvador de la industria y de los “trabajadores de cuello azul” en este bastión del “cinturón del óxido” muy afectado por la deslocalización, hizo de la ubicación de la empresa su caballo de batalla cuando estaba en la Casa Blanca. En junio de 2018, acudió a inaugurar las obras, pala dorada en mano, ante una gigantesca bandera americana sostenida por excavadoras, y describió el futuro complejo como “la octava maravilla del mundo”.

Pero el proyecto nunca llegó a materializarse, debido a misteriosas “fluctuaciones del mercado”. Solo se crearon mil de los trece mil empleos prometidos. Se construyeron algunos edificios, entre ellos una esfera de cristal y acero, cuya función desde afuera nadie es capaz de precisar. Las autoridades locales y el Estado de Wisconsin, que habían invertido cientos de millones de dólares para adaptar las infraestructuras y habían ofrecido a Foxconn incentivos fiscales muy generosos, se quedaron en la estacada.

“Era tanto un proyecto económico como político”, afirma Michael Rosen, sindicalista y ex profesor de economía en un instituto de formación profesional local. “Todo era dudoso desde el principio. Mucha gente, como yo, había alertado a la dirección de que la empresa había hecho el mismo tipo de promesas incumplidas en otros lugares”.

Una etapa en la campaña de Joe Biden

Ahora que se acercan las elecciones, el asunto Foxconn vuelve a estar en el candelero. Wisconsin es uno de los Estados indecisos en la carrera hacia la Casa Blanca. En 2020, Joe Biden ganó por 20.000 votos al multimillonario republicano, es decir, por muy poco en un electorado de 3,5 millones de personas. Si Donald Trump se hace con el Estado este año, junto con Pensilvania y Michigan, tendrá suficientes electores para volver a Washington.

El condado de Racine es un campo de batalla dentro del campo de batalla de Wisconsin. Los electorados demócrata y republicano están más o menos igualados en este territorio de 200.000 habitantes lleno de almacenes, urbanizaciones de chalés con el césped bien cuidado y grandes superficies impersonales.

Por eso, cuando Microsoft, cuyo CEO Brad Smith creció en la zona, anunció en 2023 la construcción de un nuevo centro de datos allí, Joe Biden no dejó pasar la oportunidad. En mayo pasado, cuando aún era candidato a su sucesión, acudió al condado de Racine para presumir de su propio historial industrial... y de paso atacar a su rival. “Cavaron un agujero con sus palas de oro”, dijo, “y cayeron en él”.

Los residentes no han olvidado el fiasco de Foxconn, el mayor fracaso de desarrollo económico de Wisconsin, y quizá de Estados Unidos

Kelly Gallaher, presidenta del Partido Demócrata del Condado de Racine

Los demócratas de la zona no pierden ocasión de recordar “la debacle de Foxconn” yendo de puerta en puerta. “Hablamos de ello con los votantes porque el estado de la economía es una de las principales preocupaciones. Foxconn les molesta porque sienten que les han engañado y que no se hicieron las comprobaciones necesarias de antemano”, explica Kelly Gallaher, presidenta del Partido Demócrata del condado de Racine y feroz opositora al enterrado proyecto. “Hoy, la empresa no tiene presencia en nuestra comunidad. No patrocina campeonatos infantiles de béisbol, por ejemplo, y no tiene ningún vínculo. Los residentes no han olvidado ese fiasco, que ha sido el mayor fracaso de desarrollo económico de Wisconsin, y puede que de Estados Unidos”.

Andrew Docksey, que preside el Partido Republicano del condado, resta importancia al episodio. “Habría estado bien tener todos los empleos. Nos arriesgamos, pero no funcionó. Ocurre en los negocios y en la vida. Fue un desastre, pero hay que levantarse y encontrar otras oportunidades. Eso es lo que hemos hecho con Microsoft”. Acusa a Joe Biden, que “no tuvo nada que ver” con la llegada del gigante tecnológico a la zona, de querer aprovecharse.

También señala que el condado votó mayoritariamente a Donald Trump en 2020, señal de que los electores no se lo echan en cara. Es más, “Nunca he visto tanta actividad en la oficina del Partido Republicano de Racine. Tenemos muchos voluntarios nuevos este año. Eso significa que vamos a tener un alto número de votantes en noviembre”, predice.

El centro de datos contestado por la izquierda

En el gimnasio de un instituto de Sturtevant, la ciudad cercana al futuro centro de datos,  está en pleno apogeo la celebración del “Mes de la Herencia Hispana”, con música de mariachis y puestos de tacos a principios de octubre. La mención de Foxconn provocó una reacción. Porter Best, un afroamericano que no sabe a quién votar, ve con malos ojos las promesas incumplidas de Donald Trump. “Ha hecho algunas cosas buenas durante su presidencia, pero no es digno de confianza”.

"El nombre lo decía todo: ‘Fox’ (zorro) y ‘Con’ (farsa)”, observó Walt Pérez, que había venido a mostrar su colección de coches de segunda mano. “Espero que los votantes no olviden este episodio”, añade Julio Ramiro, partidario de Kamala Harris. “Los contribuyentes locales han tenido que rascarse mucho el bolsillo a causa de esta historia”.

Todo se ha encarecido. Es difícil ahorrar porque se gasta mucho dinero en las compras y en vivienda

Dee, empresario

Un poco más lejos, en la localidad de Mount Pleasant, los jardines de las casas están llenos de carteles de Trump y Harris 2024. Para los residentes que hemos conocido, Foxconn es un mal recuerdo, pero no un factor decisivo en su voto. Para algunos, Donald Trump es un peligro para el país. Para otros, Kamala Harris es “débil”, “cambia de opinión en todo” y es responsable de la afluencia de inmigrantes ilegales desde México, fuente de narcotráfico y delincuencia. En junio, en un mitin en la Racine, capital del condado, el propio Donald Trump insistió en esta “invasión” y pasó por alto el episodio de Foxconn.

Dee, propietario de un pequeño negocio de ropa en Racine, no tiene nada en contra de Trump, pero en cambio se queja de la inflación que ha marcado la presidencia de Biden. “Todo se ha vuelto caro. Es difícil ahorrar porque se gasta mucho dinero en las compras y en vivienda. Además, los consumidores son más reacios a gastar. Lo que me pone en una situación complicada como empresario”.

Mal que les pese a Joe Biden y Kamala Harris, en la izquierda se han alzado voces para denunciar las ambiciones de Microsoft. Aunque la Casa Blanca ha indicado que la empresa creará más de 2.000 empleos en el sector de la construcción y que se creará una “Academia de Inteligencia Artificial” en un establecimiento técnico local para formación, el número de trabajadores necesarios para hacer funcionar esos “centros de datos” altamente automatizados es limitado: unos pocos cientos como máximo.

Además, la cantidad de agua del cercano lago Michigan necesaria para refrigerar los equipos preocupa a los ecologistas. Y en septiembre, una docena de grupos ecologistas pidieron al gigante informático que utilizara energías renovables para alimentar las instalaciones.

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Cory Mason, alcalde demócrata de la ciudad de Racine, también se ha mostrado enérgico. En una entrevista, señaló que las empresas estarían tentadas de abandonar su pobre municipio, con una población en declive, para estar más cerca del campus de Microsoft. En su opinión, eso beneficiará a zonas acomodadas como Mount Pleasant. “Este proyecto mantendrá a las personas con bajos ingresos en lo más bajo de la escala y las mantendrá segregadas”, afirmó. Parece que contar con las iniciativas de las grandes empresas para ganar votos es un negocio arriesgado.

 

Traducción de Miguel López

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