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El sistema público de salud británico entra en la UCI

Personal de enfermería sujetan pancartas en el exterior del Real Colegio de Enfermería británico en Londres.

Elodie Goulesque (Mediapart)

No pueden más. Tras dos años de covid, "en primera línea" como dicen aquí, los trabajadores de la sanidad británica expresan su hartazgo. Desde el otoño de 2022, se han producido numerosas huelgas en el Servicio Nacional de Salud, el NHS. Algunos profesionales, como las enfermeras, incluso han hecho huelga por primera vez, señal de que la crisis es profunda. Como en el caso de los maquinistas, funcionarios y profesores que llevan meses en la calle, la reivindicación es una subida salarial acorde con la inflación, superior al 10% en el Reino Unido. El NHS también reclama más recursos.

El sistema sanitario público británico, creado en 1948 con la promesa de una atención de calidad para todos, se está quedando sin fuelle. Basta hablar con las personas que tratan a diario con los pacientes para darse cuenta. Una pediatra de un hospital londinense, que prefiere permanecer en el anonimato, asegura que los tiempos de espera de las ambulancias son enormes, incluso para los bebés con problemas respiratorios. Algunos esperan hasta siete horas en el hospital para recibir atención pediátrica y su estado a veces puede empeorar.

Son relatos de los que las portadas de los periódicos británicos se hacen eco desde hace meses. La historia de una mujer que murió tras esperar 16 horas a que llegara una ambulancia, por ejemplo, o la de un sindicato de médicos de urgencias que advirtió de que podría haber más de 500 muertes en exceso a la semana debido a los largos tiempos de espera. 

Esto se debe a problemas relacionados con el contexto actual. Algunos tratamientos se han retrasado desde 2020 y la crisis del Covid, creando listas de espera aún más largas. Las epidemias de gripe y covid de este invierno, especialmente graves, también han saturado los servicios de urgencias.

Pero también hay dificultades más antiguas propias del NHS. Según un informe publicado en verano de 2022 por una comisión parlamentaria de Sanidad, faltan 12.000 médicos y más de 50.000 enfermeras y matronas en los hospitales británicos. Según este documento se trataría de "la mayor crisis de personal de la historia" del servicio sanitario. El problema supone "un grave riesgo para la seguridad de los pacientes y del personal".

La escasez de personal sanitario se debe en parte a los largos y a menudo costosos períodos de formación de los médicos. Los estudios para ser enfermero duran tres años, pero también son caros. Sólo la matrícula cuesta 10.500 euros al año. Los salarios medios de 30.000 euros brutos al año por jornadas laborales muy largas no atraen a los jóvenes, que a menudo ya están endeudados por las tasas universitarias.

El Gobierno intenta animar a los jóvenes a acceder a esas profesiones. Desde 2020, se concede una beca de 6.000 euros anuales a los estudiantes de enfermería que cumplan determinados criterios. De momento, eso no es suficiente.

Vías de atención y listas de espera

Otro problema es la organización de los diferentes servicios asistenciales. El NHS se divide en tres categorías: atención primaria (medicina general), secundaria (atención hospitalaria) y terciaria (tratamiento especializado). Si necesita ver a un dermatólogo, por ejemplo, primero tendrá que acudir a su médico de cabecera, quien, dependiendo de su problema, le dará un volante de derivación a un especialista. Aquí empiezan las esperas. Si su problema es urgente, normalmente le atenderán muy rápido. Si no, pasará a engrosar las famosas listas de espera.

Según cifras de la Asociación Médica Británica (BMA), en diciembre de 2022 había más de 7 millones de personas esperando tratamiento sólo en Inglaterra. Incluso hay páginas web como MyWaitingTime que muestran qué hospitales tienen las esperas más largas para un tratamiento concreto.

Mediapart ha hecho la prueba. Para ver a un dermatólogo, en un radio de 15 km de un distrito del norte de Londres, los tiempos de espera varían entre unos 5 meses y un año. La mayoría espera, mientras que los más privilegiados acuden a un centro privado para conseguir cita en una semana. Una primera consulta con un dermatólogo privado en la misma zona cuesta entre 200 y 300 euros.

Según Bernard Harris, historiador de la sanidad de la Universidad de Strathclyde en Glasgow (Escocia), esta organización asistencial es una de las causas de la crisis actual: "Siempre pensamos en los hospitales, pero los médicos de cabecera son el baluarte contra los hospitales, y ésta se está convirtiendo en la profesión menos atractiva para los estudiantes de medicina", explica el profesor. Los médicos de cabecera también están saturados. Desde el Covid, algunos consultorios prefieren las consultas telefónicas o telemáticas y suele ser difícil conseguir una cita en persona. 

Entre junio de 2021 y junio de 2022, aumentó un 25% el número de enfermeros que renunciaron a su puesto de trabajo

Con la atención primaria saturada, es difícil ofrecer una medicina y una prevención eficaces. Esto es problemático sobre todo por el envejecimiento de la población del Reino Unido. Casi el 19% de la población de Inglaterra y Gales tiene más de 65 años (la cifra supera el 21% en Francia), frente al 16% de hace diez años. La gente vive más años y esta presión demográfica está presionando al NHS.

Para Bernard Harris, "uno de los fallos es la integración de la asistencia sanitaria y la social". Esto significa que pacientes que ya no necesitan estar hospitalizados y que podrían ser dados de alta permanecen allí de todos modos por falta de un seguimiento tras el alta. En diciembre de 2022, cuando los hospitales estaban saturados, había 12.000 camas ocupadas por personas que ya no las necesitaban. Se les deja en el hospital porque no se sabe adónde trasladarles ni cómo apoyarles.

Aunque los problemas son bien conocidos, ¿cuáles son las soluciones a la crisis? En el gobierno, la estrategia actual es hacer oídos sordos. En respuesta a las huelgas, el primer ministro Rishi Sunak ha presentado al parlamento un proyecto de ley para garantizar unos servicios mínimos durante los paros en determinados sectores, como el transporte y la sanidad. Los empleados que se nieguen a cumplirlo podrían ser despedidos.

Sunak ha mostrado poca compasión por los miles de trabajadores que, a menudo de mala gana, deciden ir a la huelga. Justifica esta inacción diciendo que los sanitarios ya recibieron un aumento salarial del 4% el año pasado. Pero según el Real Colegio de Enfermería, los salarios reales de las enfermeras han caído un 20% desde 2010. Estas cifras están en consonancia con un presupuesto sanitario que se ha reducido drásticamente desde que los conservadores llegaron al poder en 2010.

El Gobierno, que no duda en culpar a los paros laborales del retraso asistencial, cuenta con el desánimo de la opinión pública para frenar las huelgas. Pero no funciona. Según un sondeo publicado en enero, una gran mayoría de los encuestados declara estar de acuerdo con los huelguistas.

A falta de medidas concretas por parte del gobierno, a muchos trabajadores sanitarios sólo les queda una opción: abandonar la profesión. Entre junio de 2021 y junio de 2022, aumentó un 25% el número de enfermeros que renunciaron, 7.000 más que el año anterior. El informe de la comisión parlamentaria de Sanidad publicado el año pasado destaca el numeroso desgaste profesional (burn-out) entre el personal sanitario, siendo a menudo el desencadenante el exceso crónico de trabajo.

Se observa cada vez más una transferencia desde el sector público hacia lo privado. En Gales, el número de pacientes que acuden a la atención privada se duplicó en los tres primeros meses de 2022 en comparación con el mismo periodo de 2019, y en Escocia aumentó un 72%. Para Bernard Harris, el futuro del NHS es preocupante. Con un sistema sanitario deteriorado y cada vez más opciones privadas, ¿quién querrá seguir financiándolo? En la actualidad, todo el mundo contribuye a través de sus impuestos, pero "con un Partido Conservador que quiere bajar los impuestos y un Partido Laborista que no quiere subirlos", ¿cómo lo haces?, se pregunta Bernard Harris.

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Traducción de Miguel López

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