Los ecologistas prometen una primavera intensa de rebelión civil y política en pleno año electoral
El pasado julio dos activistas de la organización ecologista Just Stop Oil se pegaron a un cuadro en la National Gallery de Londres, una noticia que resultó ser el pistoletazo de salida para una oleada de acciones en museos de todo el mundo que reavivaron el activismo verde. De cara a 2023, las organizaciones españolas prometen que trabajarán con más intensidad que nunca para aprovechar el tirón de la ola contestataria y el ajetreo de las elecciones locales, autonómicas y generales.
El primer mensaje claro del año lo ha mandado la organización Futuro Vegetal. Dos de sus miembros ya se pegaron en noviembre a un cuadro de Goya del Museo del Prado y poco antes de Navidad cortaron la M-30 en Madrid, pero ahora afirman que irán un paso más allá con “acciones de alta intensidad diarias” durante el mes de abril. Un mes antes de las municipales y autonómicas.
El movimiento ecologista líder, Greenpeace, también afirma que 2023 será un año muy intenso de activismo en España, aunque ellos se centrarán en la vía política. "Este año trabajaremos con más intensidad porque los partidos harán programas y promesas electorales y queremos influir en ellas”, dice Ricardo Magán, del equipo directivo de Greenpeace España. "Además, estamos en medio la década decisiva para mitigar y adaptarnos al cambio climático", por lo que durante los próximos meses contactarán con todos los partidos políticos y se encontrarán con ellos para "arrancar compromisos" verdes, dice el portavoz.
Marina di Paula, activista de Juventud por el Clima y Fridays For Future, explica que estos movimientos estudiantiles también mantendrán sus actuaciones en 2023 y se centrarán de nuevo en transmitir que el cambio climático es transversal. "Hay que llevar el ecologismo a la cotidianidad y mostrar que no es una cosa de jóvenes con tiempo libre, sino que también afecta a todo el mundo en el día a día". Ahora van más allá de la biodiversidad y tratan de actuar sobre el sector energético y el consumo de gas, que además de emitir toneladas de CO₂ encarece la luz a las familias.
Di Paula reconoce que las acciones disruptivas del ecologismo durante los últimos meses han dado mucha visibilidad a la lucha medioambiental, aunque ellos apuestan por acciones más pasivas como la manifestación, que es la vía que explotarán este año.
En Futuro Vegetal, sin embargo, prometen seguir con la estela del pasado otoño. "Esperamos movilizar a unas 100 personas en abril con acciones diarias y luego cerraremos con una gran acción junto a otros colectivos ecologistas, sindicatos y otras organizaciones civiles", cuenta Bilbo Bassaterra, cofundador del movimiento. Este grupo surgió como un aparte de Rebelión o Extinción, una importante asociación global de jóvenes ecologistas que tiene delegaciones en todo el mundo y que trata de frenar rápidamente las emisiones de efecto invernadero.
"Lo que buscamos es un cambio de modelo económico para adaptarnos a la crisis climática, pero nuestra prioridad es que se deje de subvencionar a la industria cárnica, que es el mayor problema climático en España", afirma Bassaterra. El activista matiza que no están en contra de la ganadería, solo buscan acabar con la industrializada.
Aunque no concretan qué tienen entre manos, afirma que serán acciones disruptivas que afectarán a la vida normal de la gente y generarán tensión social. En su última acción de abril sí prometen juntar a más de 3.000 personas y bloquear durante uno o más días el centro financiero de Madrid. "Si simplemente hacemos manifestaciones y repartiendo panfletos, la situación no va a cambiar", explica el cofundador del Futuro Vegetal.
Greenpeace se mantuvo al margen el año pasado de las actuaciones más sonadas y virales, como el sabotaje de museos, y en su lugar continuó con sus acciones tradicionales como extender una pancarta en la plaza de Callao (Madrid) contra la construcción del gasoducto Midcat. Sin embargo, Ricardo Magán afirma que apoyan las acciones más conflictivas como las de Futuro Vegetal: "Toda acción que ponga sobre la mesa el debate climático le damos la bienvenida, aunque cada asociación tiene su propia seña de identidad".
Desde Fridays For Future, Marina Di Paula también está a favor de la acción, pero se pregunta por qué es necesario haber llegado a ese punto. "Es una pena que se tengan que hacer estas cosas para que se hable de la emergencia climática. Vivimos en una sociedad del espectáculo y es más sonado tirar pintura a un cuadro que la ola de calor que sufrimos en verano", cuenta.
El grupo Rebelión o Extinción, del que forma parte Futuro Vegetal, se expandió rápidamente el año pasado con acciones de rebeldía en todo el mundo contra gobiernos y multinacionales. Sin embargo, la división de Londres, que fue la fundadora del movimiento hace cuatro años, anunció por sorpresa el pasado 31 de diciembre que abandonan su acción en la calle: "Lo dejamos", anunciaron literalmente en el blog de su web.
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La cabeza de los más de 1.000 grupos locales de Rebelión o Extinción que hay en el mundo afirma que paraliza temporalmente "la disrupción pública como táctica principal" y apuesta ahora por la vía de la manifestación y la presión política. "En una época en la que se criminaliza la denuncia y la acción, construir poder colectivo, aumentar en número y prosperar tendiendo puentes es un acto radical", señalan. También afirma que es el momento idóneo para cambiar la estrategia debido a la confluencia de crisis que azotan ahora al Reino Unido.
Desde Just Stop Oil, el grupo con actuaciones más agresivas y creado también en Reino Unido, prometen continuar lo empezado durante el próximo año. "No tienen ni idea de lo que se viene encima", reza su comunicado de fin de año. En él llaman a la sociedad a unirse contra los gobiernos que permiten la quema de combustibles fósiles, aunque van más allá del cambio climático y critican que la crisis actual ha empobrecido a los trabajadores corrientes.
En su balance del año, los activistas de Just Stop Oil dicen que sus acciones de 2022 –principalmente cortar carreteras– han provocado la detención de 138 miembros del grupo y 12 siguen encerrados. En España, el grupo Futuro Vegetal también se enfrenta a una multa de 20.000 euros por lanzar pintura en el Museo Egipcio de Barcelona y 3.600 euros por cortar La Vuelta ciclista en Murcia. Por pegarse al cuadro del Prado, dos activistas fueron denunciadas por tres delitos, aunque el juez de instrucción ha descartado dos de ellos.