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La naturaleza es la mayor herramienta para luchar contra el cambio climático pero fue invisible en la COP

Activistas protestan durante la celebración de la COP28, este martes en Dubái.

Este miércoles terminó en Dubái la 28 cumbre del clima de la ONU, catalogada muchos expertos como la segunda más importante tras la COP21 de 2015, donde se firmó el Acuerdo de París que pactó limitar el calentamiento global a 1,5 grados. En esta ocasión, las casi 200 naciones presentes en Emiratos Árabes han acordado por primera vez alcanzar las cero emisiones netas de CO₂ en 2050, lo que equivale a abandonar ese año la quema de carbón y buena parte del petróleo y el gas natural. Cada cumbre climática suele dejar un gran titular que eclipsa el resto de negociaciones, y en este caso las que han recibido menos atención han sido las conversaciones para proteger la naturaleza y los acuerdos para apoyar económicamente a los países en desarrollo en la transición energética y la adaptación al cambio climático. 

Pedro Zorrilla fue el representante de Greenpeace en la COP28 y siguió las negociaciones durante los 14 días de cumbre. Afirma que las conversaciones sobre la financiación del Sur Global "es en lo que menos se ha avanzado, de hecho, es el punto que más decepcionó a los activistas de la cumbre". Los observadores insisten en que los países en desarrollo reciben una cantidad ínfima de lo que necesitan para protegerse del cambio climático. El Grupo de Alto Nivel de las Naciones Unidas para la Financiación Climática publicó durante la COP28 que se necesitan 2,4 billones de dólares anuales invertidos solo en los países emergentes y en desarrollo (sin incluir China) para cumplir con los objetivos climáticos. 

Los países ricos pactaron dirigir desde 2020 y de forma anual 100.000 millones de dólares a estas naciones, y esa meta se incumplió en 2020 y 2021, aunque parece que se cumplió en 2022, según los datos provisionales. Pese a que el compromiso no se ha consumado todavía de forma oficial, en la COP29 del año que viene esa cifra se tiene que renegociar para incrementarse. El principal destino de ese fondo son proyectos para instalar energías renovables en países en desarrollo, pero estos reclaman desde hace años más dinero a la adaptación al cambio climático, como obras públicas para evitar inundaciones o reducir el impacto del calor en las ciudades. 

Estas naciones con pocos recursos piden avanzar en el llamado Global Goal on Adaptation —un programa global de adaptación— y duplicar hasta 40.000 millones de dólares anuales el dinero destinado a esta partida, pero las negociaciones no han avanzado durante la COP28 y se han pospuesto al año que viene, cuando se negociará también ampliar la financiación total más allá de los 100.000 millones. El problema, denuncian los activistas, es que esos países sufren ya los daños del cambio climático y no pueden esperar. 

El único gran avance en materia de apoyo económico de la COP28 fue la puesta en marcha del llamado fondo de pérdidas y daños —funciona aparte del fondo de 100.000 millones anuales— para que los países más vulnerables al cambio climático puedan reparar las consecuencias de las inundaciones, sequías, tifones o subidas del nivel del mar. Su creación fue el gran logro de la COP27 de 2022, y el primer día de la COP28 se aprobó su puesta en marcha. El problema es que las contribuciones económicas a este fondo son voluntarias y durante la cumbre apenas se anunciaron aportaciones por 770 millones de dólares, menos del 2% de la cuantía anual necesaria para cubrir estos daños. Estados Unidos, el país más rico del mundo, apenas aportará 17,5 millones de dólares, menos que España.

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Las conversaciones sobre naturaleza y biodiversidad también quedaron marginadas en Dubái, con escasos avances que han sido criticados por los ecologistas. Al fin y al cabo, la naturaleza es la mayor herramienta para luchar contra el cambio climático, ya que cada año los bosques y océanos absorben la mitad del CO₂ que emiten los humanos.  

Alicia Pérez-Porro, coordinadora científica del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF), estuvo la semana pasada en la cumbre de Dubái y afirma que "la naturaleza sigue siendo la gran desaparecida en la COP", e incluso los pabellones dedicados a la biodiversidad estaban a las afueras del recinto. "Es significativo cómo nos alejaron de las negociaciones", señala esta bióloga marina. 

En el balance global pactado en la COP28 han salido menciones bienintencionadas relacionadas con la naturaleza, pero vacías de compromisos claros. Lo más interesante es la necesidad de proteger y restaurar los ecosistemas y mantener su integridad, como dictó el acuerdo de Biodiversidad de Kunming-Montreal y la llamada a acabar con la deforestación de aquí a 2030, pero sin objetivos cuantificables ni métodos de seguimiento. Tampoco se ha incluido una mención a reducir las emisiones en el campo de la agricultura. 

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